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De cuando el Coronel se encontró con su creador en México, por José Augusto Paradisi Rangel, Ciudad de México, Agosto 7, 2021

 




Sí, sí, sí un bolígrafo negro PAPER MATE, tenía, tengo, tendré en mi bolsillo izquierdo, en mi pecho, una camisa de kaki ¡SI! Pero no tengo tiempos de conjugación. El daguerrotipo de mi memoria, flashes, golpea, estalla, crepita. Máquina de la muerte, Kantor presente, mi maestro. ¿Y TÚ, qué fuiste hacer a Polonia? Todavía preguntan. Zeus, esta madrugada a fuerza de su ira truenos, rayos centellas. Una batalla de múltiples timbales sobre este valle de apáticos que habito: Coyoacán, Ciudad de México. El istmo de cristales casa como nido para mis pinceles y mi lecho crepitan. Yo que pinto pájaros, quizás los perdidos de Piazzolla, más bien, los de mi origen: Venezuela, también perdida. No es Jung, ni los sueños: Viviana Marcela Iriart, otra vez, una fotografía, Rajatabla, ese día con Gabriel García Márquez después de revisar uno a uno los capítulos de su “Coronel no tiene quien le escriba”, asombrado de la osadía de un tal Carlos Giménez: argentino, venezolano por decreto henchido, cordobés por su altivez.

 

Soy cueva, rollos del Mar Muerto, un evangelio apócrifo aledaño a Jerusalén. No sé, me arropo, los miedos de mi infancia regresan y ya son 63.  La imagen clarísima al compás de los timbales. Rajatabla lo hizo otra vez, José, llovía sobre el escenario del Teatro de la Ópera de Maracay, lloraba lontana la voz de mi hermano Francisco José, mi escenógrafo del alma. Llovía la desolación más fuerte que nunca y PepeTejera, nuestro Pepe el coronel. ¿Qué vamos a comer, Viejo? ¡Mierda! La profecía aquí, ya. ¿Qué comemos en Venezuela? Mierda y éxodo, esperanzas indigestas. Totalitarismos otra vez, rojos come mierda. Eso.

Y llovió en los escenarios del mundo; Spoletto y Giancarlo Menotti, de ahí en adelante. ¿Sobre cuántas latitudes e idiomas la cara de Pepe Tejera escupió la desesperanza de un texto colofón de prodigios escénicos del argentino precoz y su Rajatabla, mi Rajatabla, estentóreo llovió?

No carajo, Marcela, no tengo tiempo, todo se cruza, todo es Aleph. La lengua seca, la tormenta in crescendo. Voy a otro tiempo: Ateneo de Caracas 2016, Yo Bernarda Alba, general rojo tirano y mongol, me quiebro, no me sale la profecía: ¡Yo veía la tormenta venir pero no creí que estallara tan pronto! ¡Ay , que pedrizco de odio me habéis echado sobre mi corazón, pero, todavía no soy anciana y tengo ésta casa levantada por mí padre para que ni las hierbas se enteren de mi desolación!




Regreso cerca de 1990, no lo sé, ya tengo casi 64. Era otro el teatro, no el Centro Cultural Universitario de la UNAM. El presidente Carlos Salinas de Gortari por decreto expandió la gira de Rajatabla durante una semana; en prime time del Canal De Televisión del Politécnico Nacional de México, el making up del Coronel; México: ovación de pie. Como siempre con mi carnet consular los recibía en la pata del avión, dos docenas de rosas rojas bogotanas de tallo largo en mis manos, el abrazo y dos besos rituales a mi rapsoda Carlos, el último del teatro del mundo y a sus apóstoles. Un público, periódicos ansiosos de ver el portento. Se rumora que finalmente el Gabo asistirá a la función. Mi compadre, comadre, hermano, hermana Pepe Tejera exorbitado, beso su frente. IL CORRIERE DELLA SERA todavía reverbera: A los cretinos italianos que creen ser divos de la escena se les aconseja asistan al CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA de Rajatabla para que vean al portentoso Vittorio Gassman de Venezuela.

No tengo tiempos exactos ¿agosto del 90? Paliativo para la ansiedad de Pepe, mi núbil hermano Héctor Bolívar: Antinoo para un Adriano Emperador con Yourcenar de la mano. La tormenta ahora arrecia. Estoy metido en un timbal, soy cuero afinado, baqueta certera que cae. Viviana, vos sos mala, tengo miedo y sin ángeles de la guarda, mis padres están arriba ¿Viste? Junto a Carlos y los chicos, yo miro a Buenos Aires desde el nido de un gorrión, afuera tremendo follón, Zeus anda arrecho como nunca.

Sí Gabo va asistir con el Primer Presidente de CONACULTA, no recuerdo su nombre, era adusto como agente funerario. Otro trueno, ya llegó el Gabo. La hiperkinesia de Carlos y Rajatabla era feroz. Más rabiosa la de mi Pepe Tejera. Mis niños, los de Carlos, en sus puestos prevenidos. Deambulo con mi PAPER MATE en el pecho por las patas de esa caja negra de los milagros llamada teatro. Diviso a Eduardo Bolívar y David Blanco estafeta en mano. Beso la frente de Pepe, le digo ¡Todo va a salir  bien! Su corazón bate como estos terribles timbales, truenos ¡qué mierdas sé sho, Marcela, Ché, Viridiana Iriart! Enloquezco tratando de apaciguar la descarga de adrenalina. Mis acentos se mezclan: ni venezolano, ni lunfardo, ni porteño, ni aragüeño. Deambulo, ojo avizor ante cualquier contingencia.

Gabo en la sala junto a Carlos. Tercera llamada: PRINCIPIAMOS. La escenografía de Rafael Reyeros: un terraplén de estiércol y láminas de zinc. Un gran chinchorro donde Pepe apenas insinuaba su rostro, afuera la jauría expectante. Mi memoria discurre todos los episodios, rezo, uno a uno la perfección de una relojería suiza en escena. A lo lejos en penumbra el rostro concentrado del Nóbel colombiano; el gallo se volvió mierda, las paredes avanzan hasta aniquilar en el proscenio a Pepe y su mujer ancianísimos, viene, viene el parlamento final. ¿Qué vamos a comer, Viejo? José Jiménez ilumina sólo sus rostros, Pepe enfático responde la única grosería que se le escuchó proferir al coronel en toda su vida: MIERDA.

El público silencio sepulcral, el Gabo espera, las paredes de zinc se recogen, otra sorpresa del genio de Carlos; la marcha de los fantasmas de las guerras intestinas eternas de Colombia, el aguacero arrecia en ambos tiempos. Una bandera sucia tricolor como la mía amarillo, azul y rojo sin estrellas incapaz de ondear, la música de Federico Ruiz, libro de Las Lamentaciones abierto. Carlitos Garcia rapado vestido de dama antigua famélica abre su paraguas al fondo, extiende en puntas su pie izquierdo, una lombriz mexicana asciende en su tobillo, asqueado marea. Cercano diviso los ojos desorbitados de David Blanco en la cabina que la loca se va a desmayar. Me sitúo detrás de ella, la dama asqueada,  para impedir el desperfecto sin ser visto: Flaca pero muy pesada.

¡OVACIÓN DE PIE, EL GABO NO SE LA CREE!



La tormenta en tiempo presente también menguó. Pinche Marcela, otra vez insomnio. Abrazos y felicitaciones. El Nóbel al proscenio tras bambalinas. Pepe presenta al genio su relamido libro del Coronel. Yo a su lado. Un bolígrafo por favor. Mi PAPER MATE NEGRO. El creador de Macondo exclama para beneplácito de todos: Cuando Carmen Balcells  me dijo que un grupo de Teatro de Caracas llamado Rajatabla quería los derechos para llevar a escena mi coronel, yo dije que sí pero, con una apuesta: quería saber en qué momento se les iba a caer el teatrito. Recorrí hoy mi obra episodio por episodio y mi pulso se aceleraba ante la perfección escénica. Para colmo, Carlos puso un epílogo a mi obra con esa marcha desoladora de los fantasmas y la lluvia que arreciaba. No salgo de mi asombro: ¿Yo, escribí eso? Me trastabilló el alma tanta poesía en un escenario: ¡OVACIÓN DE PIE PARA CARLOS Y SU RAJATABLA!

 

JOSÉ AUGUSTOPARADISI RANGEL

Ciudad de México, Agosto 7, 2021






Venezolano residenciado en México. Artista multimedia, escritor, actor...

















Rajatabla: La obsesión de descubrir la estética del poder espúreo, por Rubén Monasterios, Caracas, 1989

"...También es Bolívar, uno de los trabajos de Giménez que al lado de La Máscara frente al espejo (collage de textos de Pirandello, 1984), ejemplifican la idea de teatro experimental  en el marco de su obra, en el sentido de búsqueda de nuevas...", Rubén Monasterios.

















Fuente: 
Ana Lía Cassina
Carmen Gallardo
Mariana Llanos

UN COMPROMISO ASUMIDO por Lito Mateu, Córdoba, 22 de marzo de 2020








Aura Rivas y Lito Mateu





No puedo decir que me faltaron indicaciones y cuidados en el momento de asumir el personaje principal de El Coronel no tiene quien le escriba en la brillante y magnífica puesta de Carlos Giménez.

Durante mis vacaciones en Córdoba, después de dos años de trabajo incansable con Rajatabla, estudiaba el texto y seguía la puesta por el video que Paco Alfaro me había dado, teniendo en cuanta las indicaciones de Carlos y las recomendaciones de Pepe Tejera, que yo había podido medir mientras hacía el personaje de El Abogado en la gira por Alemania. Además me habían asesorado hasta los momentos en que podía permitirme relajar el personaje y darle un pequeño toque de humor, sin quitarle lo trágico de su esencia.

En Córdoba me encontré con Rafael Reyeros, un escenógrafo maravilloso que había diseñado la escenografía de El Coronel, con la que había ganado muchos premios, y con otras tantas escenografías estupendas realizadas por él tanto para teatro como para opera, además de ser el escenógrafo de la Comedia Cordobesa durante muchos años. Rafael me pidió que me integrase a su elenco para asistir al Festival Internacional de las Artes’93 en Costa Rica interpretando el personaje protagónico de “Tío Vania” de Anton Chejov, reemplazando a Jorge Arán quien había estrenado la obra. O sea que si el objetivo era descansar, no fue posible, ya que también se hicieron funciones en Córdoba.

Antes de aceptar el trabajo me comuniqué con Francisco Alfaro y Daniel López para saber cómo seguía la salud de Carlos y pedir autorización para llegar a Caracas a fines de febrero´93. Fui autorizado y pude hacer el reemplazo en la obra de Chejov.

Reyeros había realizado una puesta muy dinámica y actual que gustó mucho en Costa Rica, ya que el espectáculo distaba mucho de lo tradicional y el público se encontraba involucrado en la propia historia que propone Chejov en esta preciosa obra. Los actores guiábamos al público y los  invitábamos a participar. De alguna manera, al ingresar la gente se encontraba con los personajes deambulando por el espacio iluminados por luces de velas, como anunciando el drama que vivirían y con una cantante en vivo que creaba el clima de cada escena. En Córdoba el espectáculo se montó en el patio interno de una casa histórica, la Casa de España, y en Costa Rica se adaptó la puesta a una escuela que también era un lugar muy particular, una escuela cuya estructura había sido diseñada por Alexandre Eiffel.  Finalizado el compromiso con este elenco, viajé directamente a Caracas para integrarme a los ensayos de El Coronel. Llegué a fines de febrero.

Carlos estaba grave. Visité a Doña Carmen, su mamá, y a sus hermanas Anita y Norma y ellas me pusieron al tanto del estado de Carlos. Era irreversible.

No obstante, Rajatabla decidió que se hicieran los ensayos de El Coronel con mi incorporación en ese personaje; había poco tiempo, mucho dolor, pero también muchos compromisos asumidos. Daniel López se hizo cargo de la dirección de la reposición y el elenco en pleno me sostenía con su solvencia y manifiesto cariño y respeto.

Aquí debo agradecer infinitamente la colaboración y el profesionalismo de la Sra. Aura Rivas, quién interpretaba a  la esposa de El Coronel, apoyando mi esfuerzo por mantener las premisas de Carlos y sostener la calidad del espectáculo sin que él estuviera presente.




Adela Costantini y Lito Mateu en Tío Vania




El 28 de marzo de 1993 Carlos nos dejó.


En el elenco quedó la premisa de ese amor y respecto incondicional hacia Carlos más allá del dolor que sentíamos, y en mí la promesa de ser “su Coronel” y responder a su generosidad con mi agradecimiento tanto hacia él como hacia Pepe Tejera, porque me hicieron el honor que jamás he recibido: confiar ese tesoro en mis posibilidades profesionales.

Despedimos a Carlos con un inmenso dolor cantado su canción favorita “Te quiero” de Mario Benedetti que en sus estrofas finales dice “Te quiero en mi paraíso, es decir que en mi país, la gente viva feliz aunque no tenga permiso. Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”.

Era hora de respirar hondo y asumir los compromisos. Rajatabla modificó la gira prevista y estrenamos en Caracas en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo como homenaje a ese incuestionable creador que había puesto a Rajatabla y al teatro venezolano en la mira internacional como  un referente de calidad indiscutida.

El estreno de la reposición estuvo lleno de lágrimas y dolor, en cada escena, en cada movimiento, en cada texto nos sonaban las palabras de Carlos… “no se emocionen ustedes, tienen que emocionar al púbico…” El aplauso final no fue para nosotros, y estoy seguro que llegó tan alto que ellos estaban orgullosos.

Las críticas fueron muy generosas conmigo y no tuvieron el mal gusto de comparar. Por el contrario, me alentaron y felicitaron por la valentía de ponerme en esos zapatos.

Luego vino la gira a Colombia. El Festival de Manizales, estupendo y con críticas muy elogiosas, y finalmente un sueño que Carlos tenía: llevar la obra a la Calle Corrientes en la Ciudad de Buenos Aires. ”Corrientes… la calle que nunca duerme..!”

 Con la incorporación a la producción de Percy Llanos, esposo de Ana Giménez, desembarcamos en el majestuoso Teatro Astral, un ícono del teatro porteño.

El pudor me impide hablar de los resultados, pero custodiados por ese querido amigo Percy, hicimos una temporada hermosa y nos dimos el gusto de tener una enorme cartelera a todo lo alto del teatro con la foto de Carlos.

Público, periodistas y actores argentinos nos esperaban a la salida de las funciones para saludarnos, abrazarnos y darnos las condolencias por la ausencia de Carlos.

Hicimos funciones a la tarde para adolescentes porque García Márquez es material de estudio en las escuelas secundarias de Argentina, además de las funciones nocturnas  para todo público.

Esta anécdota es preciosa: luego de una función para colegios nos esperaban en el hall del teatro muchos estudiantes que nos abrazaban y daban las gracias. Una niña de unos diez años se acercó a mí con los ojos llenos de lágrimas, me dio un beso y con sus  manitas me acarició, preguntándome: “¿Y el gallito? Con quién se queda el gallito? No me gusta que se muera el coronel..!” Solo le devolví  el beso porque no tenía palabras y sí un nudo en la garganta, pero otra nena que estaba en el grupo, supongo que de la misma edad, comentó: “¿Quién te dijo que el coronel se muere? Lo que muere es la esperanza, la ilusión por las promesas que no le cumplieron. Él no puede morir porque nunca estuvo vivo, solo fue una pesadilla horrible..!” Una vez más mis compañeros me salvaron del naufragio intelectual, ella había entendido el mensaje de García Márquez  y de  Carlos más que yo. “Gracias muchachos –dijo Germán Mendieta- disculpen pero tenemos que descansar porque luego tenemos otra función”.  

Me fui a descansar, pero no pude cerrar los ojos porque esas palabras me daban vuelta por la cabeza, eso me dio la dimensión exacta de lo que el público receptaba de esa grandiosa puesta y de nuestro trabajo. Solo voy a rescatar una crítica de las que salieron por la televisión nacional donde dijeron: “Vea esta versión de El Coronel no tiene quien le escriba por el Grupo  Venezolano Rajatabla, esto es teatro, pero teatro de verdad, del bueno. Si Ud. Cree que no le gusta el teatro lo desafiamos a que vea a este grupo, que conozca a este excelente  director, Carlos Giménez, este trabajo de equipo, estos primerísimos actores y recién después podrá opinar sobre teatro, pero teatro con mayúscula..”







Casi sobre el final de la temporada en el Astral se nos informó que haríamos tres funciones en el Teatro del Libertador de Córdoba, miren como uno sale de un punto de partida y el destino te trae de regreso al mismo punto: en ese teatro yo había comenzado mi carrera de actor en el año 1967 dirigido por Carlos Giménez, cuanta vida en el medio..! Y volvía protagonizando una obra maravillosa y dirigida por el mejor…!

No retorné a Caracas con el elenco sino que me quedé en Córdoba para ver a mi familia y por pedido de Percy avanzar con la promoción del espectáculo.

En Córdoba estaban programadas tres funciones, pero debido a la gran demanda de entradas (en los primeros días se habían agotado todas las localidades)  programaron un total de diez presentaciones más, las que también se agotaron enseguida, pero no  hubo chance de otras funciones debido a la programación del teatro.

Ya en Córdoba, y en mi casa hice tiempo de repensar mi situación personal y hablé con la Junta Directiva de Rajatabla para informarles que no me quedaría a vivir en Caracas pero que estaba dispuesto a cumplir mi promesa y viajar cuando hubiese funciones de esa obra, y así lo hice.

Como broma, mis amigos venezolanos me solían preguntar “¿a que no sabes para qué sube un argentino al Ávila?...Para ver cómo se ve Caracas sin él…” Y nos reíamos mucho porque en realidad me decían que yo era un argentino raro, porque no era soberbio como otros compatriotas míos.

Broma aparte, Rajatabla sin Carlos se veía distinta y sin embargo el Ávila seguía siendo hermoso y mi paseo favorito. Pero comenzaron los avatares políticos que todos conocemos y no tuve la valentía o las ganas de reiterar lo que ya había vivido en Argentina; además  debía reintegrarme a la Comedia Cordobesa donde tenía aún el cargo ganado por concurso y podía perder la estabilidad si persistía en mi ausencia. Mi papá estaba grave, mi familia también me necesitaba.

Y pasaron varios años, pasaron varias puestas, pasaron muchas críticas, buenas y de las otras, y solo regresé a Caracas muchos años después a poner en escena con la Comedia Cordobesa “El veneno del Teatro” (Rodolf Sirera) . Cuando entré a la Sala Rajatabla  tuve la sensación que nunca me había ido de allí aunque en Venezuela había cambios perceptibles a simple vista.

Hace unos meses, invierno de 2019, fui a dar un paseo por el centro comercial de Córdoba, a tomar un café en el tradicional bar Sorocabana y luego una recorrida por la Plaza Colón, frente a la Catedral, como siempre, distraído, pensando en nada, disfrutando ya de mi jubilación como actor después de cincuenta años sobre el escenario, cuando un señor me gritó “Adiós, Coronel…! Cuando nos vemos compadre?” Sorprendido saludé y agradecí y seguí mi camino pensando en una frase que decía ese personaje que, de alguna manera, graficaba  la sensación que me dejó ese momento: “Veo pasar mi vida como en una pantalla de cine…” En realidad nadie sabe el valor de lo vivido hasta que todo se convierte en recuerdo.



Córdoba, 4 de marzo de 2020

Fuente material gráfico: Lito Mateu





 ÁNGEL LITO FERNÁNDEZ MATEU

Actor cordobés. Perteneció al elenco oficial de la Comedia Cordobesa y fue integrante del grupo El Juglar de Carlos Giménez. Ha transitado todos los géneros artísticos, desde el circo (donde nació), el radioteatro, el teatro, el café-concert, el music-hall, la televisión y el cine. Con la obra El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez y dirigida por Carlos Giménez, recorrió los principales teatros de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Ha recibido numerosos premios en Argentina y Venezuela.

















 

 














"El Coronel no tiene quien le escriba" y homenaje a María Teresa Castillo en el IV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz/ Concepción Reverte Bernal, Latin American Theatre Review, Estados Unidos, Spring 1990


Carlos Giménez: "El drama del hombre común de América Latina. La esperanza fallida, la ilusión rota en promesas no cumplidas, en asaltos a la honestidad y en pactos de muerte"




Este año se ha concedido por primera vez en Fuentevaqueros (Granada) el premio de teatro "Federico García Lorca", a la persona o institución española e hispanoamericano que se han distinguido más en el acercamiento del teatro de ambos mundos. El premio recayó en José Juan Arrom, por la parte hispanoamericana, y en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, por la parte española. (...)

(...) En esta ocasión (...) se ha rendido un homenaje especial al Ateneo de Caracas, con la asistencia de su presidenta: María Teresa Castillo. Una vez concluido el Festival, varios de los grupos participantes han iniciado una gira por Madrid, Bilbao, Salamanca, Zaragoza.

Las intervenciones de los grupos latinoamericanos han sido:


José Pepe Tejera, "El Coronel no tiene quien le escriba"
de G. García Marquez, dirección y adaptación Carlos Giménez

VENEZUELA: Acorde con el homenaje al Ateneo de Caracas, la apertura oficial del Festival correspondió al grupo Rajatabla, que es probablemente la compañía nacional venezolana que mayor número de giras ha realizado desde su creación hacia 1971. Bajo la dirección de Carlos Giménez, el grupo puso en escena El Coronel no tiene quien le escriba de  Gabriel García Márquez. En palabras del propio Giménez en el folleto que presenta las obras del Festival de Cádiz al público, Rajatabla ha interpretado el texto del colombiano como "el drama del hombre común de América Latina. La esperanza fallida, la ilusión rota en promesas no cumplidas, en asaltos a la honestidad y en pactos de muerte" con "poder, espacio y tiempo, temas que son una constante en la trayectoria de Rajatabla," y donde "superposición de tiempos y modificación de espacios, regulan esta puesta en escena que intenta aproximarse a la tragedia. Tragedia de un hombre y unos pueblos sometidos a la expoliación de su riqueza y a la traición de su esperanza."

La representación se hizo en el Teatro Andalucía, que es el que cuenta con un escenario italiano de mayores dimensiones, lo que permitió ofrecer la espectacularidad y belleza plástica con que había sido planeada; por otra parte, la excelente interpretación, la escenografía y los saltos espacio-temporales transportaban al espectador al realismo mágico de la narrativa de García Márquez. Otros aspectos destacables fueron el costumbrismo colombianovenezolano (teniendo en cuenta que el arquetipo de Macondo y la zona tórrida de Venezuela poseen rasgos comunes) y algunos cuadros de corte naturalista (asimismo propios de la obra del colombiano), como la puesta en escena de la acción de defecar. Resumiendo mi impresión del espectáculo, cabe decir que fue la transmisión de una tesis política latinoamericana con un lenguaje teatral efectista.

(...)

Concepción Reverte Bernal 
Universidad de Cadiz
Latin American Theatre Review
Universidad de Kansas, Estados Unidos
Otoño 1990

Fuente: Latin American Theatre Review

Texto completo sobre el Festival: aquí






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