Carlos Giménez y Héctor Clotet vivían juntos en Ciudad de México cuando fueron injustamente detenidos, torturados y finalmente deportados de México debido a sus actividades artísticas, en Marzo de 1973. Carlos acababa de estrenar con gran éxito Fantoche, de Peter Weiss, en la UNAM, y ensayaba Torquemada, de Augusto Boal. Héctor daba clases de teatro en el INBA y presentaba sus espectáculos unipersonales.
En el siguiente relato, Héctor nos cuenta parte de aquellos trágicos sucesos.
Héctor Clotet. Fuente: Héctor Clotet |
Héctor Clotet (izquierda), Carlos Giménez, Daniel Farías y América Alonso. Fuente: Héctor Clotet |
“Tres
policías vestidos de civil (…) me paran con una
patada en el estómago…”
Fuente: Héctor Clotet |
"Fui maltratado, fui deportado del país como si fuera
un criminal"
Revista Proceso, México, 15 octubre 1983
Carlos Giménez y Francisco Paco Rabal. Fuente: Carlos Giménez |
Viviana querida, te voy a contar lo
vivido en México en 1973.
Estábamos en esa ciudad con Carlos, trabajando
cada uno en lo suyo: él dirigiendo y yo con mis unipersonales y dando clases en
la Escuela de teatro del INBA, cuando fuimos echados de México. Carlos acababa
de tener mucho éxito con un
montaje, no recuerdo de cual obra. Ese nefasto día yo salí a buscar unas
fotos de promoción en la mañana. Carlos había salido antes del departamento
donde vivíamos en Zona Rosa.
Ahí comenzó lo terrible, por lo menos
para mí, que en este cuento paso a ser protagonista, porque de Carlos no supe
más nada hasta mucho tiempo después. Antes de salir yo había tomado una purga
bastante fuerte. Cuando vuelvo a casa salen de la misma tres policías vestidos
de civil con mis documentos en sus manos, me paran con una patada en el
estómago y me dicen que tengo que acompañarlos. Les dije que sí pero que me
permitieran ir al baño antes. Me dijeron que no. La Sra. que limpiaba y nos
cocinaba lloraba y les pidió que me permitieran ir al baño. Me acompaño un
policía y, aunque tenía muchos años
trabajando con público, jamás un acto tan íntimo fue tan humillante.
Me sacaron del departamento, me
hicieron acostar en el piso del automóvil y uno de ellos, sentado, iba
pisándome. Tuve suerte porque, cuando me llevaban, un actor mexicano muy famoso
en esa época vio todo (no logro recordar su nombre) y avisó inmediatamente a la
Escuela o a Bellas Artes, no lo tengo claro. Allí comenzó todo un movimiento
tratando de averiguar dónde me tenían. Me llevaron a un lugar de esos con
espejos para reconocimientos. Yo veía desde allí a gente de cine, recuerdo sus
rostros no sus nombres. Tenía a mi lado un policía armado que me decía que
mucha gente venía a preguntar por mí, pero que ellos "no sabían”. Yo
buscaba angustiado a Carlos detrás del espejo pero fui inútil; estuve como diez
horas allí.
En ese tiempo entré a tres
interrogatorios: en el primero me preguntaron si yo me creía "el Che"
y me repetían frases que yo les había dicho a mis alumnos con quienes trataba de analizar
las expresiones culturales del país. Yo no podía soportar "las
carpas" y "los burlesques". En el segundo interrogatorio me
preguntaron qué opinaba de los países latinoamericanos: mis respuestas eran
vagas y hasta imbéciles. El tercer interrogatorio empezó totalmente diferente:
"pase maestro"..."siéntese maestro"..."una coca cola
para el maestro"... pensé que
alguien había hecho algo por mí, pero..."maestro, ¿qué opina de Marx? ¿de
Lenin?” Pregunté si esos eran actores mexicanos y ahí estallo la furia, los
gritos..."¡¡¡me lo sacan ya del país!!!".
Como creí que me iban a matar comencé
a gritar, y el único insulto que me salía era gritarles cucarachas y decirles que
ellos no me echaban, que me iba yo de ese país de "m". Me preguntaron,
gritando, si yo tenía dinero para el pasaje, grité que sí y que me iba a
Venezuela donde residía. Siempre gritando me preguntaron donde tenía el dinero,
dije que en mi casa y de golpe hubo un
silencio denso en donde los policías de ese entonces, acostumbrados a "la
mordida" y al robo descarado, se miraban desconcertados. Me llevaron, otra
vez acostado en el piso del automóvil, a buscar el dinero a mi casa (el
escondite de lo ganado en Puerto Rico había resultado eficaz). De allí a una
prisión para extranjeros. Una inmensa celda con muchas camas donde éramos tres:
yo, un norteamericano apresado por drogas y un muchacho que lloraba debajo de
una sábana. Su cuerpo impresionaba por su estado y los colores que tenía por la
crueldad de las torturas que había sufrido. Lloraba y repetía "mi novia...mi
novia...". Al otro día lo llevaban a la frontera, era de Guatemala. Ese
día le habían dicho que hubo una denuncia contra él; estuvo varios meses preso
y torturado.
Al otro día los tres presos dimos
vueltas en el patio y luego me llevaron al aeropuerto. Allí, además de quedarse
con dinero mío, querían quedarse con cosas mías, como mi guitarra. Resistí a
los gritos. En el automóvil me llevaron a la escalerilla del avión y no se
fueron hasta que el avión despegó. Llegado a Venezuela, el Sindicato de Actores
pidió explicaciones al embajador mexicano, quien respondió que yo me había ido
de México porque así lo había decidido.
En Caracas me enteré que un grupo de
intelectuales y artistas se habían movido por mí en México, entre ellos mis
queridas amigas Mercedes
Sosa y Chabuca
Granda. Entre tanto, en Argentina, salió en Clarín que yo estaba desaparecido y había sido torturado. Mis
hermanas, desesperadas, fueron a la casa paterna de Carlos en Córdoba y allí se
encontraron con Carlos. Él les sugirió el teléfono de amigos donde podía estar.
Me enteré entonces que Carlos estaba bien, que lo de él fue menos
complicado, lo agarraron y lo pusieron en el avión. Ni él ni yo teníamos en
el pasaporte sellos de deportados, lo que nos ahorró problemas. A los pocos
días nos encontramos los dos “subversivos".
16 de Abril de 2019
Lupita Ferrer y Héctor Clotet. Fuente: Héctor Clotet |
Actor, director, profesor, dramaturgo.
Nació en Argentina y desarrolló la mayor parte de su carrera en Venezuela, en
donde actuó, entre otras producciones, en la famosa película venezolana La
Máxima Felicidad y en la exitosa telenovela Niña
Bonita.
Héctor Clotet se
formó como actor en la Universidad Nacional de Córdoba y con diferentes
personalidades latinoamericanas y europeas. Como docente ha ejercido en el
prestigioso Instituto Nacional de Bellas Artes de México (INBA) y las destacadas escuelas América Alonso y Juana Sujo
de Caracas.
Fue director del
Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (T.N.J.).
Actor de radio, cine,
televisión y teatro, actualmente reside en Argentina donde sigue ejerciendo sus
actividades profesionales.
Links relacionados
Luego de 10 años de silencio Carlos Giménez cuenta su deportación de México tras la toma del Foro Isabelino / Revista Proceso, México, 15 de octubre de 1983
Daniel Farías, América Alonso y Héctor Clotet. Fuente: Héctor Clotet |