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"Carlos Giménez y su dominio de las emociones de la audiencia en esta obra revolucionaria es completo": Bolívar de Rial en el Festival Latino, por D.j.r. Bruckner, The New York Times, 17 de agosto de 1985

 


"Y la dirección del Sr. Giménez, sin mencionar su uso pictórico de la iluminación, debería decirle a cualquiera por qué este hombre, que aún no tiene 40 años, es considerado el director más grande de Venezuela"

"Daniel López como el poeta, Pilar Romero como Manuela y Roberto Moll como Bolívar ofrecen actuaciones que atormentan la imaginación"




 

“No se acordarán de mis ideas”, grita Simón Bolívar en el momento de su elevación a héroe divino, “y no quedará sobre mí ni sombra de la verdad, sino sólo una estatua”. El dolor que se apodera de uno en ese momento en Bolívar', presentado por la Fundación Rajatabla de Caracas, Venezuela, en el Festival Latino en el Theatre Public, es un homenaje a la visión dramática de su autor, José Antonio Rial, y su director, Carlos GiménezSu dominio de las emociones de la audiencia en esta obra revolucionaria es completo.

 

Eso es irónico, dado que la obra es una acusación mordaz de toda autoridad. El concepto es simple. Los guardias de una prisión latinoamericana moderna ordenan a sus presos políticos que representen una dramatización de la vida de Bolívar para celebrar el bicentenario de su nacimiento en 1983. Inspirados por un poeta entre ellos, eligen representar no al Gran Libertador en su gloria, sino al enfermo. Bolívar en sus últimos días, adolorido y torturado por la duda. "¿Qué dirá la historia de mí?" es una pregunta desconcertante de un hombre así. Pero estaba en la mente de los presos, que la ponían en boca del héroe y en boca de sus amigos y enemigos, todos ellos cuestionando la historia y la realidad que hay detrás. Sólo un historiador que aparece a veces para sermonear a todo el mundo reclama la autoridad para decir: “El presente debe corregir el pasado”.

Pero 'Bolívar' no es sólo drama intelectual. A medida que avanza la obra, con los presos y figuras históricas del pasado colonial español, así como del turbulento presente, entrando y saliendo de ella, los 18 episodios están interrumpidos por coros cantados con música que recuerda pasajes de óperas de Alberto Ginastera, la música devocional de Olivier Messaien e himnos de la Iglesia Católica Romana. A veces, los uniformes harapientos de la cárcel de los prisioneros son reemplazados por las armaduras de los conquistadores, las insignias de los virreyes y las túnicas ondulantes de los miembros de la alta sociedad del siglo XIX mientras los personajes se mueven entre procesiones de portadores de velas, monaguillos que balancean ollas de incienso humeantes y soldados que llevan enormes banderas brillantemente iluminadas por rayos horizontales de luz de las alas. La obra de los presos se convierte en un oratorio barroco.

El poder dramático del simbolismo religioso que satura la obra es enorme. Del sufrimiento de Bolívar surge una visión de la pasión de Jesús. Los guardias desnudan a Bolívar, le echan encima una sábana vieja a modo de manto y le tiran los dados a los pies mientras sus históricos enemigos y competidores, alineados en bancas como un panel de jueces, le lanzan con fiereza preguntas acusatorias. Al acercarse la muerte, su amante, Manuela Sáenz, le lava los pies y lo envuelve en la sábana, como la mortaja de Jesús. Más tarde, desnuda y torturada, en un apasionado relato de su amor por Bolívar, evoca no sólo a María Magdalena ungiendo los pies de Cristo, sino a la Virgen María sosteniendo el cuerpo de su hijo.

En general, ''Bolívar'' es un espectáculo sombrío, pero hay momentos cómicos astutos de sátira política. Las afirmaciones de autoridad virtuosa por parte de diferentes funcionarios hacen cosquillas a la audiencia. En un momento aparece una anciana Manuela recitando una letanía de los enemigos de Bolívar y uno se da cuenta de que está llamando a sus perros. Y una pequeña obra dentro de la obra, en la que tres presos vestidos como mujeres ricas de la época de Bolívar chismorrean sobre él, es hilarante.

Al Sr. Rial parece gustarle las obras dentro de las obras. El juego de los presos es un juego dentro del juego. Y dentro de ésta, otras pequeñas obras se multiplican hasta que, como globos de espejo que esparcen la luz en un salón de baile, reflejan las ideas del dramaturgo en tantas direcciones que es imposible captarlas todas. Esa es una debilidad. De hecho, la complejidad general de ''Bolívar'' es preocupante. En varios puntos, a medida que los personajes de diferentes épocas se enfrentan, el espectador queda confundido acerca de los argumentos básicos de la obra. Y hacia el final hay una serie de repeticiones de argumentos políticos a través de sucesivos momentos de la historia que parecen excesivos. La complejidad es probablemente mayor de lo que alguien sin español puede adivinar, ya que el dramaturgo dice que usa cuatro niveles de lenguaje.

Los 19 actores y actrices  de la Fundación Rajatabla que interpretan este espléndido espectáculo teatral son una compañía tan disciplinada, enérgica y elegante como es probable que se vea en cualquier lugar del mundo. Daniel López como el poeta, Pilar Romero como Manuela y Roberto Moll como Bolívar ofrecen actuaciones que atormentan la imaginación. 

Y la dirección del Sr. Giménez, sin mencionar su uso pictórico de la iluminación, debería decirle a cualquiera por qué este hombre, que aún no tiene 40 años, es considerado el director más grande de Venezuela. 

BOLIVAR, de José Antonio Rial; dirigida por Carlos Giménez; iluminación por el Sr. Giménez; escenografía y vestuario de Silviainés Vallejo; producción, José Tejera. 

Producción de la Fundación Rajatabla, presentada por Joseph Papp. En Circle in the Square, 159 Bleecker Street.

Poeta: Daniel Lopez; Samuel Robinson; José Tejera Piar/Sucre: Javier Zapata;  Simón Bolívar: Roberto Moll;  Manuela Sáenz: Pilar Romero;  Mantuana: Helena Naranjo;  Mantuana: Mira Parra;  Mujer Soldado: María Elena Dávila;  Coro: Luis Garban, Daniel Uribe y Juan Rodríguez;  Cantante/Mantuana: Jorge Luis Morales; El Oficial/Obispo: Francisco Alfaro;  Erudito: Cosme Cortázar; Guardias:  Pedro Pineda, Luis Malavé, Aníbal Grunn y Robert Stoppello

Fuente y traducción: The New York Times

 

 



 

 

 


 


Renidero by Carlos Gimenez / Festival Latino Puts an Accent On Global Themes / By Nan Robertson, July 31, 1987, The New York Times




"The director is Carlos Gimenez, celebrated for 
his richly visual staging"




IT'S not Christmas yet, but a pinata filled with rich artistic gifts is about to burst on this city. The 11th Festival Latino in New York - the biggest Latin American cultural event in the United States and one of the most important showcases anywhere for Latin talent - begins tomorrow. Fifty thousand people attended the festival's events last year, and at least as many are expected this time.


It will run through Aug. 23, and will feature the best of Latin American, Spanish and Hispanic-American theater, films and music at the Public Theater on Lafayette Street, the open-air Delacorte Theater in Central Park and the Metro Cinema on upper Broadway. Joseph Papp of the New York Shakespeare Festival is producing the festival.
''This is not an ethnic festival,'' said the co-director, Cecilia Vega, in her office at the Public. ''This is an inter-theatrical event whose messages cross all borders.'' Mr. Papp described Ms. Vega, born in El Salvador, as the person ''who keeps the thing together.'' He called her ''the clear-headed and practical one'' who arranges visas, air tickets, hotel space and all other logistical matters for the several hundred Latin performers, crew, directors and producers coming here. Mr. Papp described her co-director and husband, Oscar Ciccone, as the ''dreamer'' who makes the esthetic decisions.
All seven stage presentations, most with simultaneous interpretations in English through headphones, will be at the Public. So will the Tribute to Argentine Cinema, with 21 feature-length movies spanning four decades of one of South America's most influential film centers. There will be a free concert at the Delacorte and a movie festival at the Metro with works from nine Latin American countries, all subtitled in English. Fifty hours of Spanish- and Portuguese-language television programs will be shown over Manhattan and Paragon Cable's Channel L. 
Leading off the Festival Latino this weekend is a modern classic of Latin American drama, Sergio De Cecco's ''Renidero'' (''Cockpit''), performed by La Comedia Cordobesa, which includes some of Argentina's most noted performers. The director is Carlos Gimenez, celebrated for his richly visual staging. Based on Sophocles' ''Electra,'' it was first performed in the early 1960's. It is a tale of uprooted, dueling gauchos threatened by industrialization, and is set in a turn-of-the-century slum in Buenos Aires. (In Spanish, tomorrow through Thursday at 8 P.M.; simultaneous English interpretation available at some performances.) 

'Political Farce' With Music Among the theatrical stars participating are Fernando Allende, Mexican heartthrob of movies, television and records, in his New York stage debut, and Norma Aleandro of Argentina, the heroine of ''The Official Story,'' which won the 1986 Academy Award for best foreign film. Mr. Allende, a Los Angeles resident who has appeared on the ''Miami Vice'' television series, will be the lead of Carlos Morton's comedy ''Pancho Diablo.'' He said it tells the story of how the Devil, fed up with an eternal bum rap in Hell, reappears as an undertaker on the border between the United States and Mexico. It was written, and will be performed entirely, in English. Mr. Morton, born in Chicago and now living in Laredo, Tex., ''five minutes from the Rio Grande,'' is a Chicano - a North American of Mexican descent. Mr. Allende sees ''Pancho Diablo'' as a ''political farce'' with music. He said, ''Everybody had to cross a big river to get to this country.'' He said the play describes the search, despite hunger and war, ''for that divine heart in all of us.'' Performances will be at 8 P.M. Wednesday through Aug. 9.
Ms. Aleandro, who scored in a one-woman show at the Festival Latino in 1986, will play the title role in ''The Senorita From Tacna,'' by Mario Vargas Llosa. She will appear with her nine-member company. She portrays Elvira, a spinster in her 90's, whose fantasies about herself and her family's past become the obsession of her grandnephew Belisario. Ms. Aleandro's acting last year in her one-woman program was so visually eloquent that one critic removed his English-spouting headset halfway through the show. ''Language,'' he wrote, ''almost did not matter.''
The play will be performed in Spanish, at the Public from Aug. 14 through Aug. 23 at 8 P.M. Simultaneous English interpretations will be available at the performances of Aug. 14-16. Classic Theater, Modern Film
The festival's other theatrical productions are Spain's Cuadra de Sevilla performing an adaptation of Euripedes' ''Bacchae,'' with Manuela Vargas, actress and dancer; Venezuela's Rajatabla Company in ''The Tragicomedy of Calisto and Malibea''; Chile's Taller Theater Two workshop in ''The Clowns of Hope,'' and Puerto Rico's female musical group Las Bohemias in ''Concerto in Hi-Fi,'' a re-creation of Las Damiselas, a true-life female band of the 1940's, with songs by Sylvia Rexach, one of Latin America's most beloved composers.
The new movies at the Metro Cinema include the winner of the best-film prize of the 1987 Latin American Film Awards: ''A Successful Man'' by Humberto Solas, a Cuban director. It will be shown Aug. 7 and 8 at 7:45 P.M. and Aug. 14 at 10 P.M.
The fourth annual free Concert for Peace and Friendship will be held at 8 P.M. Aug. 10 at the Delacorte, and will feature two stars of Latin America's ''New Song'' movement: Lucecita Benitez of Puerto Rico and Pablo Milanes of Cuba. Tickets are available only on the day of the concert.
Photo of Aristides Manira in ''El Renidero,'' which opens the three-week Festival Latino tomorrow night. (Oscar Gonzalez Aguirre); Photo shows, left to right, Ivonne Coll, Fernando Allende and Sully Diaz perform in Carlos Morton's play ''Pancho Diablo,'' beginning Aug. 5 at the Public. (Martha Swope Associates/Carol Rosegg) (Pg. C23).

By Nan Robertson
July 31, 1987









CARLOS GIMÉNEZ VUELVE A TRIUNFAR EN NUEVA YORK: "CALISTO EN EL FESTIVAL LATINO" por D. J. R. Bruckner , The New York Times, Nueva York, 13 de Agosto de 1987

 



"De manera característica, el Sr. Giménez crea un espectáculo

 con la amplitud y la grandeza cromática de una pintura de Gericault 

y pone a los personajes a dar vueltas alrededor de ella

 en una danza fascinante, pero sin desdibujar 

las complejas tramas de la obra."


 

 

LA LUJURIA, la codicia y el engaño pervierten la inocencia en la obra española del siglo XV de Fernando de Rojas usualmente llamada "La Celestina", y convierten el jardín donde dos adolescentes se encuentran y se enamoran, en lo que el padre de la niña llama "un laguna de limo llena de serpientes.''

 

En una adaptación pero con su título original - ''La Tragicomedia de Calisto y Melibea''- estrenada mundialmente por la Fundación Rajatabla de Venezuela en el Festival Latino en el Public Theater, el director Carlos Giménez entrega un drama de un erotismo tan ardiente que es difícil saber si el olor a fuego del auditorio proviene de los braseros del escenario o de los cuerpos de los actores. 

 

De manera característica, el Sr. Giménez crea un espectáculo con la amplitud y la grandeza cromática de una pintura de Gericault y pone a los personajes a dar vueltas alrededor de ella en una danza fascinante, pero sin desdibujar las complejas tramas de la obra. (La clara traducción simultánea proporcionada ayuda mucho en ese sentido). Aquí, el voluptuoso lenguaje renacentista del texto original a menudo es trasladado a la  acción; lo que en la obra de Rojas los personajes sólo  describen o  sueñan, aquí lo hacen realidad, como cuando los amantes hablan cada uno de la belleza del otro mientras un sirviente los baña y los acaricia. Incluso su manera de comer y de beber son emocionantemente sensuales.

 

Todo es inocente hasta que Celestina, la anciana que une a Calisto y Melibea, convierte su amor en una lujuria que atrae al Diablo del infierno sediento de carne y alma. Alexander Milic convierte a esta Celestina en una especie de nodriza de Julieta convertida en violadora, bruja y alcahueta, que corrompe a los jóvenes y enciende la codicia de los sirvientes de Calisto, en una furia asesina que los envuelve a todos en sangre. De una figura escandalosamente cómica en las primeras escenas, el Sr. Milic transforma a la mujer en una presencia malvada más amenazante que el grasiento demonio que se cierne detrás de ella.

 

La compañía Rajatabla, que se ha presentado los dos últimos años en el festival, parece más impresionante cada vez que regresa.

 

Sus miembros comparten no solo la disciplina de un excelente conjunto, sino también un espíritu completamente teatral y encantador. Inflamable.

 

LA TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA, adaptada por Manuel Sabido y Margarita Villaseñor; basada en ''La Celestina'' de Fernando de Rojas; dirigida por Carlos Giménez; traducida por Melia Bensussen; escenografía y vestuario de Rafael Reyeros; iluminación de David Blanco; diseño sonoro de Eduardo Bolívar; producción artística de Armando Africano; productor ejecutivo de Rajatabla, Williams López; asistente de dirección, Robert Stoppello. 

 

Presentado por Joseph Papp. En el Public Theater/LuEsther Hall, 425 Lafayette Street.

Celestina: Alexander Milic; Calisto: Javier Zapata; Melibea: Mariú Favaro; Sempronio: Aníbal Grunn; Parmeno: Jorge Luis Morales; Elicia: Ylia Popesku; Areusa: Ana Gato; Lucrecia: José Tejera; Sombras: Karl Hoffman, Elio Palencio y  Luis Garban; Pleberio: Cosme Cortázar y Francisco Alfaro; Músicos: Militza Núñez y Sergio Petrocelli.

 

 

Fuente y traducción: The New York Times


Texto original






Gabriel García Márquez elogia la puesta de Carlos Giménez de "El Coronel no tiene quien le escriba: “Absolutamente emocionante, conmovedora...No se oyó volar una mosca, no se oía respirar": video, México, agosto 1989






Absolutamente emocionante pero de veras.de veras. Yo no leo ninguno de mis libros después de que se publican, no los leo por miedo, por miedo de  que algo no me guste y quisiera cambiarlo  (…) El Coronel no tiene quien le escriba no es la excepción. Yo no la leo  desde que se publicó sin embargo  hoy la viví completamente otra vez como cuando la escribí. De veras no esperaba que fuera tan emocionante, tan conmovedora para mí y tengo la impresión de que para el público también porque me di cuenta de que todo el mundo quedó en suspenso desde la primera palabra hasta la última. No se oyó volar una mosca, no se oía respirar. Es emocionante realmente”. 
Gabriel García Márquez
Premio Nobel de Literatura
México, agosto 1989





Pepe Tejera y Aura Rivas


Fuente: Gabriel García Márquez /  Globovisión 







Festival de Sydney 1991: El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, versión y dirección Carlos Giménez, enero 1991





 



EL REÑIDERO, ELECTRA DE ARGENTINA, crítica de D. J. R. Bruckner, 4 de agosto de 1987, The New York Times

 




“Y la dirección de Carlos Giménez hace que la complicada trama sea admirablemente clara
a medida que la historia se mueve dentro y fuera de los recuerdos de los diferentes personajes.”




ELECTRA puede haber seducido a más escritores que cualquier otra heroína literaria. La figura de la mitología griega que pone a prueba el destino de los seres humanos aplastados entre el deber inexorable y la ley inamovible ha aparecido en historias, poemas y obras de teatro en muchas formas en todas las lenguas europeas repetidamente durante más de dos milenios.

En "El Reñidero" del dramaturgo argentino Sergio De Cecco, ella es Elena, la hija de un insignificante matón político en un barrio pobre de Buenos Aires a principios de siglo. Su padre, Pancho Morales, ha sido asesinado en un duelo por su amigo Santiago Soriano, quien es el amante de su madre. Elena está convencida de que Soriano simplemente lo asesinó y decide inspirar a su hermano, Orestes, a vengarse.

Pero De Cecco está explorando el destino en un mundo político lejos de la antigua Grecia, un barrio donde los gauchos desplazados del campo en un país industrializado son víctimas de políticos despiadados y de su propia ética rígida y machista. En la actuación oscuramente espectacular que ofrece la obra de La Comedia Cordobesa, una compañía de la provincia argentina de Córdoba, como parte del Festival Latino en el Teatro Público, la sangrienta realidad de ese mundo retuerce la vieja historia en formas fascinantes. De hecho, en general, la actuación supera a la obra.

Contra decorados blancos, grises y negros magníficamente iluminados que mezclan madera, metal, espejos y arena en una serie de imágenes impresionistas abstractas, los personajes se mueven como figuras en una danza. Su discurso (la actuación es en español con traducción simultánea proporcionada a través de auriculares infrarrojos), la música de guitarra y bandoneón, las canciones elevadas de una rica soprano cuyas letras contraponen el diálogo, todos atraen al espectador tan profundamente en este barrio que comparte la creencia de los personajes de que es el único mundo, ineludible e inmutable.

Y la dirección de Carlos Giménez hace que la complicada trama sea admirablemente clara a medida que la historia entra y sale de los recuerdos de diferentes personajes. La prueba de su éxito es que cuando Pancho, que ha sido solo un recuerdo en todo momento, se convierte en el catalizador irresistible de la tragedia final, triunfa sobre la cordura y la esperanza porque es más real que cualquiera de los vivos. Para la audiencia, el viaje de la realidad sofocante a la ilusión asesina ha sido directo y rápido.

Los dones poéticos del Sr. De Cecco a veces lo traicionan; él arroja una luz mítica sobre cada incidente, a pesar de que algunos de sus incidentes no pueden soportar tal iluminación. Madre e hijo, y padre e hija, llegan a conocerse a sí mismos y entre sí de maneras escalofriantes y alarmantes que serían verdaderamente trágicas, excepto que con demasiada frecuencia su conocimiento tiene poco efecto en sus acciones. Y sus coqueteos con el melodrama a veces son demasiado tentadores para que los actores se resistan. En esta actuación hay momentos de grandeza y grandilocuencia que piden un poco de risa, que es todo lo que se necesitaría para destruir esta obra.


 

EL REÑIDERO, de Sergio De Cecco; dirigida por Carlos Giménez; asistente dirección: Roberto Stoppello; traducción:  Jack Agüeros; iluminación: Francisco Sarmiento; decorados y vestuario: Rafael Reyeros; música: Daniel López. 


Presentado por Joseph Papp. En The Public/LuEsther.


Beatriz Angelotti, Alvin Astorga, Adelina Costantini Arístides Manira, Enrique Introini, Azucena Carmona, Ángel Fernández Mateu, Jorge Arán, Osvaldo Hueghes, Edith Rivero, Elena Dura, Liliana Rodríguez.

 

Fuente y traducción: The New York Times

 




POTENTE RELATO DE LA LUCHA DE UN INDIVIDUO EMERGE EN 'EL CORONEL' , por Richard Christiansen, The Chicago Tribune, 3 Junio, 1992

 


 


 



"No hace falta una traducción para apreciar la inventiva de la puesta en escena"



Nadie le escribe al Coronel, la producción venezolana que se presenta aquí en el Festival Internacional de Teatro, comienza con un trueno, un remolino de lluvia y un cortejo fúnebre silencioso que marcha solemnemente por el escenario.


En esta adaptación altamente ritualista de la novela de Gabriel García Márquez, que se presenta hasta el domingo en el Teatro Steppenwolf, la sensación de inutilidad y tristeza en el atrasado pueblo de una tierra remota y abandonada se establece de inmediato.

 

Incluso cuando la máquina de lluvia* no está en acción, hay un aura de desesperación húmeda y sudorosa en el aire. La humedad podrida parece estar en todas partes mientras los personajes aplastan a los zancudos que zumban a su alrededor y se sumergen en agua fría para evitar el calor paralizante.

 

El coronel esquelético del título y su esposa con forma de pájaro son dos criaturas al borde de la extinción, sus cuerpos atormentados por el hambre y varias dolencias físicas. Su hogar es una choza de acero corrugado, sus muebles consisten en poco más que una hamaca, una cama y algunas sillas desvancijadas.

 

Todavía de luto por la muerte de su único hijo, asesinado mientras repartía folletos políticos, el coronel y su esposa se mueren lentamente de hambre. Con sus últimos pesos, el coronel espera en vano la pensión que le prometieron hace 15 años por sus servicios en la guerra civil. La única esperanza para él es vender el gallo de pelea de su hijo al jefe politico del pueblo, diabético y fanfarrón, pero se resiste a separarse del ave porque simboliza un orgullo que no quiere vender.

 

El coronel no tiene quien le escriba (su título en español) es una obra inusualmente oscura y sombría de García Márquez, kafkiana en esta presentacion de una fortísima pesadilla que está estrangulando a un  individuo indefenso.

 

No obstante, no es una pieza escénica sombría ni aburrida gracias a la imaginación teatral de Carlos Giménez, quien adaptó la novela de 1957 y la dirigió para su compañía, la Fundación Rajatabla de Caracas.

 

La atmósfera predominante de la producción es la de un sueño, un panorama estilizado en el que un ángel de la muerte, portando un paraguas contra la lluvia, se convierte en un símbolo recurrente.

 

Es un paisaje de ensueño, atravesado por campanas e iluminado por relámpagos, que se contrae y se expande a través de los tabiques acanalados que los actores giran silenciosamente para cerrar una habitación en la casa del coronel o abrir todo el escenario.

 

No hace falta una traducción para apreciar la inventiva de la puesta en escena, ni tampoco, por lo demás, ser esclavo de la traducción plana y simultánea al inglés de los diálogos en español que salen por los auriculares repartidos por los acomodadores.

 

La mejor estrategia para absorber este breve trabajo de 90 minutos es llegar un poco antes y dedicar unos minutos a leer la sinopsis impresa en el programa. Con esa pauta general en mente, uno puede seguir la acción sin distracciones.

 

La actuación del conjunto de 15 miembros bien merece la atención.

 

Aura Rivas, como la esposa del coronel, es una cosita pequeña y rigida, cloqueando sobre sus problemas y picoteando por la casa en su miseria.

 

José Tejera como el asediado coronel, por otro lado, es una figura de espantapájaros de dignidad maltratada, su rostro delgado y canoso, marcado con un bigote caído y su cuerpo vestido con un traje negro que no le queda bien y zapatos rayados.

 

 

Cuando, en el final de la obra, se hunde lentamente en el suelo bajo el peso de su miseria, se convierte, por el poder de su presencia física, en una figura de gran dolor y gran resistencia.

 

 

EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

 

Obra de teatro adaptada por Carlos Giménez de la novela de Gabriel García Márquez; dirigida por Giménez, con escenografía y vestuario de Rafael Reyeros, iluminación de José Jiménez y Reyeros, y música de Federico Ruiz. Una producción de la Fundación Rajatabla de Venezuela, presentada por el Festival Internacional de Teatro de Chicago en el Steppenwolf Theatre, 1650 N. Halsted St. Martes a domingos, funciones a las 2 p.m. y 7.30 p.m. Duración: 1:30.

 

EL ELENCO

 

El Coronel: José Tejera

Esposa de Coronel:  Aura Rivas

Sabas: Aníbal Grunn

Esposa de Sabas: Pilar Romero

Empleado de Correos: Francisco Alfaro

Doctor: Daniel López

Abogado: Pedro Pineda

Álvaro: Aitor Gaviria

Alemán: Erich Wilpret

Alfonso: Jesús Araujo

 

Con Norman Santana, Gabriel Flores, Alejandro Faillace, José Sánchez, Rolando Jiménez.

 

Traducción simultánea de Jorge Busot.

 


* La “máquina de lluvia” eran mangueras.

 


CARLOS GIMÉNEZ AND BOLIVAR: "RIAL'S 'BOLIVAR' AT THE FESTIVAL LATINO" By D.J.R. Bruckner, The New York Times, August 17, 1985

















 And the direction by Mr. Gimenez, not to mention his painterly use of lighting, should tell anyone 
why this man, who is not yet 40 years old, is considered the greatest director in Venezuela.



''They will not remember my ideas,'' Simon Bolivar cries out at the moment of his elevation into a godlike hero, ''and there will not be a shadow of the truth left about me, but only a statue.'' The sorrow that washes over one at that moment in ''Bolivar,'' presented by the Fundacion Rajatabla of Caracas, Venezuela, at the Festival Latino in the Public Theater, is a tribute to the dramatic vison of its author, Jose Antonio Rial, and its director, Carlos Gimenez. Their command of the audience's emotions in this revolutionary play is complete.

That is ironic, given that the play is a searing indictment of all authority. The concept is simple. Guards in a modern Latin American prison order their political prisoners to enact a dramatization of Bolivar's life to celebrate the 200th anniversary of his birth in 1983. Inspired by a poet among them, they choose to depict not the Great Liberator in his glory but the sick Bolivar in his last days, in pain and tortured by doubt. ''What will history say of me?'' is an unnerving question from such a man. But it was in the minds of the prisoners, who put it in the mouth of the hero and the mouths of his friends and enemies, all of them questioning history and the reality behind it. Only a historian who appears at times to lecture everyone claims the authority to lead: ''The present must correct the past. You are to reduplicate the history I give you, and obey.'' But even he has to confess his authority derives only from power, announcing that ''order is here now, coming on black horses, surrounded by smoke and steel.''

But ''Bolivar'' is not just intellectual drama. As the prisoners' play proceeds and historical figures from the Spanish colonial past as well as from the turbulent present move in and out of it, the 18 episodes are punctuated by choruses sung to music reminiscent of passages in operas by Alberto Ginastera, the devotional music of Olivier Messaien and hymns of the Roman Catholic Church. At times the ragged jail uniforms of the prisoners are replaced by the armor of conquistadors, the regalia of viceroys and the billowing gowns of 19th-century socialites as the characters move among processions of candle bearers, altar boys swinging smoking incense pots and soldiers carrying huge flags brilliantly lit by horizontal shafts of light from the wings. The prisoners' play becomes a baroque oratorio.

The dramatic power of the religious symbolism saturating the play is enormous. Emerging out of the suffering of Bolivar is a vision of the passion of Jesus. The guards strip Bolivar naked, throw an old sheet over him like a cloak and throw dice at his feet while his historical enemies and competitors, ranked on benches like a panel of judges, fiercely hurl accusatory questions at him. As death approaches, his mistress, Manuela Saenz, washes his feet and wraps him in the sheet, like Jesus' shroud. Later, stripped and tortured herself, in a passionate recital of her love for Bolivar, she conjures up not only Mary Magdalene anointing Christ's feet, but the Virgin Mary holding her son's body.

Overall, ''Bolivar'' is a somber spectacle, but there are canny comic moments of political satire. Claims to virtuous authority by different officials tickle the audience. At one point an aged Manuela appears, reciting a litany of Bolivar's enemies and one realizes she is calling her dogs. And a little play within the play, in which three male prisoners dressed as rich women of Bolivar's time gossip about him, is hilarious.

Mr. Rial seems fond of plays within plays. The prisoners' play is a play within a play. And inside that, other little plays multiply until, like mirrored globes scattering light in a dance hall, they reflect the dramatist's ideas in so many directions it is impossible to catch them all. That is a weakness. In fact, the overall complexity of ''Bolivar'' is troubling. At several points, as characters from different eras confront one another, the viewer is left confused about the basic arguments of the play. And toward the end there is a series of repetitions of political arguments through successive moments of history that seem excessive. The complexity is probably greater than someone without Spanish can guess, since the playwright says he uses four levels of language. The Public supplied simultaneous translation through its infrared sound system, but no translation could convey that kind of subtlety.

The 19 actors of the Fundacion Rajatabla who perform this splendid theatrical spectacle are as disciplined, energetic and graceful a troupe as one is likely to see anywhere. Daniel Lopez as the poet, Pilar Romero as Manuela and Roberto Moll as Bolivar give performances that haunt the imagination. And the direction by Mr. Gimenez, not to mention his painterly use of lighting, should tell anyone why this man, who is not yet 40 years old, is considered the greatest director in Venezuela.

The Cast BOLIVAR, by Jose Antonio Rial; directed by Carlos Giménez; lighting by Mr. Gimenez; scenery and costumes by Silviainés Vallejo; production, Jose Tejera. Fundacion Rajatabla's production, presented by Joseph Papp. At Circle in the Square, 159 Bleecker Street.
Poet                                   Daniel Lopez
Samuel Robinson            Jose Tejera
Piar/Sucre                        Javier Zapata
Simon Bolivar                  Roberto Moll
Manuela Saenz                Pilar Romero
Mantuana                         Helena Naranjo
Mantuana                         Mira Parra
Woman soldier                Maria Elena Davila
Choir boys                       Luis Garban, Daniel Uribe and Juan Rodriguez
Choir boy/Mantuana       Jorge Luis Morales
The official/Bishop         Francisco Alfaro
The scholar                     Cosme Cortazar
Guards                             Pedro Pineda, Luis Malave, Anibal Grun and Robert Stoppello


Photo of a scene from ''Simon Bolivar'' (Miguel Gracia)


By D.J.R. Bruckner
The New York Times
 August 17, 1985

Source: The New York Times










Roberto Moll, PIlar Romero, María Brito










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