Etiquetas

Mostrando entradas con la etiqueta JOSÉ PEPE TEJERA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta JOSÉ PEPE TEJERA. Mostrar todas las entradas

Carlos Giménez, María Teresa Castillo y "El Coronel no tiene quien le escriba" en el "IV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz"/ Concepción Reverte Bernal, Latin American Theatre Review, Kansas University, Spring 1990









(...)


 En esta ocasión (...)  se ha rendido un homenaje especial al Ateneo de Caracas, con la asistencia de su presidenta: María Teresa Castillo. Una vez concluido el Festival, varios de los grupos participantes han iniciado una gira por Madrid, Bilbao, Salamanca, Zaragoza.

Las intervenciones de los grupos latinoamericanos han sido:

VENEZUELA: Acorde con el homenaje al Ateneo de Caracas, la apertura oficial del Festival correspondió al grupo Rajatabla, que es probablemente la compañía nacional venezolana que mayor número de giras ha realizado desde su creación hacia 1971. Bajo la dirección de Carlos Giménez, el grupo puso en escena El Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez. En palabras del propio Giménez en el folleto que presenta las obras del Festival de Cádiz al público, Rajatabla ha interpretado el texto del colombiano como "el drama del hombre común de América Latina. La esperanza fallida, la ilusión rota en promesas no cumplidas, en asaltos a la honestidad y en pactos de muerte",  con "poder, espacio y tiempo, temas que son una constante en la trayectoria de Rajatabla",  y donde "superposición de tiempos y modificación de espacios, regulan esta puesta en escena que intenta aproximarse a la tragedia. Tragedia de un hombre y unos pueblos sometidos a la expoliación de su riqueza y a la traición de su esperanza." 

La representación se hizo en el Teatro Andalucía, que es el que cuenta con un escenario italiano de mayores dimensiones, lo que permitió ofrecer la espectacularidad y belleza plástica con que había sido planeada; por otra parte, la excelente interpretación, la escenografía y los saltos espacio-temporales transportaban al espectador al realismo mágico de la narrativa de García Márquez. Otros aspectos destacables fueron el costumbrismo colombiano-venezolano (teniendo en cuenta que el arquetipo de Macondo y la zona tórrida de Venezuela poseen rasgos comunes) y algunos cuadros de corte naturalista (asimismo propios de la obra del colombiano), como la puesta en escena de la acción de defecar. Resumiendo mi impresión del espectáculo, cabe decir que fue la transmisión de una tesis política latinoamericana con un lenguaje  teatral efectista. 


(...)



Concepción Reverte Bernal
Latin American Theatre Review
Spring 1990
Fuente: Latin American Theatre Review


Nota: Links y negritas agregados de este blog.





"El Coronel" de cuerpo presente/ Andrés Zambrano D., 18 de Mayo de 1991, Bogotá, El Tiempo





No fue coincidencia. El día que se estrenó la versión para teatro de El coronel no tiene quien le escriba, del grupo venezolano Rajatabla, llovió en Bogotá despacio pero sin pausas , como en Macondo. Fue el 14 de mayo. Ese martes, el Coronel salió de las páginas de los libros y encarnó en el actor José Tejera. Alto, desgarbado, de pelo cano y con acento caribeño en cada una de sus palabras. Así debe ser el coronel. Por lo menos eso se desprende de las declaraciones de Gabriel García Márquez al periódico mexicano La Jornada, el miércoles 24 de agosto de 1989, cuando le preguntaron si reconocía a sus personajes. "No los reconozco, los conozco. No los había conocido, los conocí ahora. Yo me imaginaba cómo eran, pero nunca los había visto. Ahora los vi."


Según cuenta Tejera, este fue uno de los momentos más importantes en la historia de Rajatabla. Al culminar la presentación, García Márquez bajó a saludar al elenco. Los espectadores que asistieron a esa función no sabían a donde mirar. Repartían su atención entre el escenario y el puesto donde estaba Gabo . Nadie deseaba perder un solo gesto de aprobación o desagrado del escritor.
Ese día también llovió, porque siempre llueve en el Macondo de Rajatabla. A veces aguacero, a veces llovizna. En el escenario, el agua golpea el marco de la puerta y la ventana de la casa donde habitan el coronel, su esposa y un gallo.
Tras esas cuatro paredes, el Coronel lleva 56 años esperando una pensión que nunca llega. Todos los viernes va a la oficina de correos a averiguar por su carta. Esta esperanza, casi indecente, es como la de nosotros los latinoamericanos , afirma Carlos Giménez, director del grupo.
El trabajo de Rajatabla comenzó hace dos años cuando fueron invitados a participar en el Festival de dos mundos , en Espoleto (Italia). Fue un honor para los teatreros de Rajatabla, primeros latinoamericanos que lograron esta distinción en los 32 años de historia del Festival.
Sin embargo, los organizadores pusieron dos condiciones. La obra tenía que ser de García Márquez y estrenada en Espoleto.
Carlos Giménez se inclinó desde el principio por El coronel no tiene quien le escriba, obra que considera la mejor del Premio Nobel colombiano.
García Márquez, al conocer el propósito del grupo, les comentó que era el menos teatral de sus escritos. Les aconsejó que intentaran con Crónica de una muerte anunciada.
Desoyeron el consejo. Giménez afirma que Cien años de soledad le dio fama a García Márquez, pero fue en El coronel no tiene quien le escriba donde hizo literatura .
El trabajo fue arduo. García Márquez leyó dos proyectos de guión antes de aceptar el tercero.
En Latinoamérica, el Grupo Circular del Uruguay tenía los derechos para teatro de la obra. Fue necesario negociar con la representante de García Márquez, Carmen Balcells, para evitar cualquier problema legal.
La obra se presentó por primera vez en el Teatro Nuovo de Espoleto, con excelentes comentarios. Según los miembros de Rajatabla la expectativa que crearon fue enorme. El Coronel se agotó en la librerías de la pequeña ciudad italiana.
La imaginación caribeña descrestó a los europeos. Un periódico italiano, impresionado por el efecto de la lluvia contra el marco de la puerta, afirmó: "Este grupo es dueño de una gran tecnología hidráulica." La realidad es bien distinta y bastante simple. El efecto se logra con dos mangueras similares a las que utilizan los bomberos. Una gota de realismo mágico pero a la inversa.
En el montaje de Rajatabla todo gira alrededor del Coronel dice Giménez. Las paredes van y vienen para darle entrada a la oficina de correos, la casa del Compadre Sabas, y la gallera, donde la esperanza se debate con la frustración. Pasado, presente y futuro son relativos, como en la teoría de Einstein. Lo único permanente es una hamaca y el coronel.
Rajatabla lleva dos años presentando la obra en todas partes del mundo. Doscientas funciones ante un público diverso y heterogéneo. La 201 fue como regresar a la primera. Esta vez los espectadores eran los compatriotas de García Márquez, los habitantes de Macondo. Los actores respiraban nerviosismo. En pleno mediodía cantaron los gallos, desubicados. La rápida rueda de prensa dio paso al ensayo general.
A los 8:30 p.m subió el telón del Teatro Nacional La Castellana. La lluvia mojó la ventana de la habitación del Coronel. Hora y media después, emocionado, el público aplaudió de pie... Por fin vieron al Coronel.
Andrés Zambrano D. 
Bogotá, 18 de Mayo de 1991, El Tiempo
Fuente: El Tiempo


Anoche murió Pepe Tejera / Berenice Gómez Velásquez, El Nacional, Caracas, 23 de noviembre de 1992












Fuente: Ana Lía Cassina, archivo de Carmen Gallardo


José Pepe Tejera (bigotes), con  Isabel González (izquierda, de rojo y negro),  Inés y Lalo; abajo: Diego Balaguer. y chica desconocida.  Córdoba, 1984.
Fuente: Isabel González

Pepe Tejera, La Leyenda y García Márquez / por Antonio-Pedro Tejera Reyes, Turista Magazine, Lima, 20 de octubre de 2016




Durante la inmortal presentación de El coronel no tiene quien le escriba,
junto a Aura 
Rivas, la obra cumbre en la cual Pepe Tejera, dejó patente su extraordinaria
 calidad como interprete dramático, junto al famoso grupo RAJATABLA, orgullo y
prestigio de la Venezuela cultural. F/Álbum privado

Conocí a Pepe Tejera, desde su nacimiento. Era un miembro de mi familia que padecía la dolorosa circunstancia de tener un padre emigrante en Venezuela, mas por motivos políticos que por otra cosa, ya que como empresario había tenido señalados éxitos en su vida, en la isla de Tenerife. Pepe Tejera – su padre – tuvo muchos años una dulcería en la calle San Francisco frente mismo a la iglesia, en Santa Cruz de Tenerife.
 El destino trajo a  José Tejera – Pepito para los familiares, Pepe, su nombre artístico – a la ciudad de Maturín en ese lejano Oriente Venezolano, a cuya pequeña ciudad llegó con su familia y su ilusiones, donde vivió lo que fueron largos años, alrededor de la  humildad que se respiraba en el país en aquellas fechas, con calles polvorientas, sin  adoquines ni asfalto, casas de bahareque, (viviendas compuesto de cañas o palos entretejidos y unidos con una mezcla de tierra húmeda y paja). y una población adormecida en lo que era “un pueblo triste que se anonada en la llanura” como cantara el poeta…
Creció. Se hizo un soberano artista que conmovió al mundo entero con su interpretación  del célebre “coronel” creado por García Márquez. Los críticos teatrales no le regatearon  elogios a sus extraordinarias interpretaciones. Era de justicia.
 Más de 300 representaciones en 28 países (El Universal, 18-05-2014) certifican su fama.
Una noche de Mayo, en los años ochenta del pasado siglo, volvimos a ver a nuestro Pepe Tejera frente a frente. Su sobrina, María Elenita, había gestionado ese encuentro en el Hogar Canario-Venezolano, en El Paraíso, Caracas. Las referencias que mi llorado amigo el ilustre escritor, José Antonio Rial, me había dado sobre la calidad humana y artística del personaje, eran tan ciertas como la luz del sol. Durante varias horas, en la soledad de un rincón de aquel Club Paraíso que tantas historias guarda de la Caracas de los techos rojos, tuvimos oportunidad de recordar los momentos más lúcidos de nuestra infancia en Santa Cruz de Tenerife, barrios de Salamanca y del Toscal, su Parque Municipal y hasta la vieja Plaza de España, que hoy “el progreso” y la ignorancia han hecho desaparecer…al igual que las avenidas de nuestra recordada Maturín…
Pepe Tejera, desbordaba una mística inteligencia que le hizo poder interpretar ese inolvidable personaje de García Márquez de “el coronel”… sin nadie que pudiese  imitarle en la interpretación de su papel. Fue un constante éxito donde quiera que lo representara. Después de esta larga y profunda entrevista que sostuvimos con él, entendimos a la perfección el porqué de su éxito. Estaba interpretando su propia vida.


Pepe Tejera, en su descanso de “el coronel”, tal como le describiría García Márquez, 

en su inmortal obra, El coronel no tiene quien le escriba. F/Álbum privado


No le hacía falta imitar nada, era su personalidad saliendo a flote ante un escenario público… Sumidos en la constancia de los recuerdos y ante la realidad del presente, nos ofrecimos unos momentos, que ahora en la inmensidad del tiempo, tenemos que agradecer haberlos vividos y disfrutado, junto a un personaje que se nos ha transformado en leyenda, ante la evolución de un mundo donde se sigue – y se seguirá – luchando por la paz, la comprensión, y la honestidad de nuestros principios, algo muy lejos desgraciadamente de una realidad que nos atropella y nos arrolla, llena de injusticias, malos tratos y todo lo malo que seres ambiciosos y sin escrúpulos expanden por el mundo como enseñanzas, llegando hasta a sus propios hijos, destrozando comunidades y familias enteras.
Pepe Tejera, era un dechado de filosofía profunda. Analizado en la distancia, sus pensamientos y su obra,  es de justicia reconocerle la razón y su forma de comportarse ante un mundo que en algunas circunstancia se le presentó hostil, pero que le abrió las puertas para que con su protagonismo llegara a la cumbre como actor teatral del más puro estilo dramático. Interpretaba su vida. Así lo sentimos cuando en una memorable noche de “un mes de Mayo, en la Caracas de los techos rojos”, pudimos interpretar juntos, nuestros pensamientos y nuestra actitud ente la vida, en un solitario rincón del viejo Club Paraíso…
©Antonio-Pedro Tejera Reyes

20 de octubre de 2016


Algunas obras en  las que actuó José "Pepe" Tejera
Para ver la totalidad de su trabajo con Rajatabla haz click aquí




José Tejera en El coronel no tiene quien le escriba,  reseña en The New York Times, 3 agosto 1989

The New York Times, 3 agosto 1989


José Tejera en la obra que lo inmortalizó, El coronel no tiene quien le escriba.
de García Márquez, versión y dirección Carlos Giménez

José Tejera en The Tempest, de Shakespeare, dirección Carlos Giménez, productor Joseph Papp.
Obra estrenada en Nueva York en el Festival Shakespeare, 2-4 octubre de 1991.
Foto: Martha Swope. Fuente: The New York Public Library / Marcelo Pont


José Tejera. Foto: Martha Swope. Fuente: The New York Public Library / Marcelo Pont


The New York Times recomienda  La Tempestad/The Tempest, Junio 21, 1991.
Fuente: The New York Times


Natalia Martínez, José Tejera. Foto: Martha Swope.
Fuente: The New York Public Library / Marcelo Pont

José Tejera, Natalia Martínez, Jesús Araujo. Foto: Martha Swope.
Fuente: The New York Public Library / Marcelo Pont





José Tejera en La Vida es sueño,de Calderón de la Barca, dirección Carlos Giménez. Fuente:  Carlos Cassina /
Rajatabla 20 años, de Blanca Sánchez y David Rojas
Próspero, Memoria de 20 años,  de Caballero-Giménez.
Fuente: Viviana Marcela Iriart




José Tejera en Macbeth de Shakespeare, dirección Carlos Giménez. 
Fuente: Carlos Cassina / Rajatabla 20 años, de Blanca Sánchez y David Rojas




José Tejera en El Embrujado de Valle Inclán, dirección Carlos Giménez.



Fuente: Carlos Cassina / "Rajatabla 20 años" de B. Sánchez y D. Rojas


Fuente: Carlos Cassina / "Rajatabla 20 años" de B. Sánchez y D. Rojas


Fuente: Carlos Cassina / "Rajatabla 20 años" de B. Sánchez y D. Rojas

1971








Teatro Teresa Carreño de Caracas… El sueño del pibe/ por Lito Mateu, fotos Marcelo Pont, Córdoba, 25 de febrero de 2020






Marcelo Rodríguez, izquierda, Francis Rueda y Ángel Fernández Mateu

Teatro Teresa Carreño

Tan solo con entrar al hall me transportaba a un lugar de ensueño, donde las ilusiones se transformaban en realidad, donde se respiraba ARTE. Recorrerlo era alimentar una esperanza inútil. Sus jardines colgantes, su moderno diseño y sus salas de ensayo lo convierten en uno de los teatros más importantes y bellos de Suramérica con el que sueña pisar cualquier actor.

Su sala principal, la Ríos Reyna, tiene un aforo de dos mil quinientos espectadores, un enorme escenario dotado de ascensores que permiten el armado y desarmado de complejas escenografías, tanto en su subsuelo como en  su  tramoya. Talleres equipados convenientemente para la realización y producción de las obras: salas de vestuario, sastrería, maquillaje, peluquería, zapatería, utilería, maquinaria, iluminación y sonido con efectivos recursos tecnológicos, además de camerinos equipados con total confort para los artistas y patio de actores con ascensores al escenario y personal especializado en cada área de trabajo.

Por gestión de Rajatabla pude conocerlo en su totalidad. Salí de allí con un sabor extraño. Yo conocía o había trabajado en grandes teatros como el Cervantes, el San Martín y el magnífico Teatro Colón de Buenos Aires, o el Teatro del Libertador (ex Rivera Indarte), el Teatro Real o la Sala de las Américas de la Ciudad de Córdoba,  espléndidos  teatros  construidos a la italiana o isabelinos, pero no lograba imaginarme parado en el escenario del Teresa Carreño. ¡Qué maravilla… era el sueño del pibe!

Alguien me contó que Carlos Giménez tuvo mucho que ver en su diseño y construcción pero no tengo documentación que avale su participación en esa gran obra, ni siquiera él mismo me lo comentó.

Conocí este teatro cuando recién cumplía diez años de su inauguración.








José "Pepe" Tejera


PepeTejera no  recuperaba su salud y a pedido de él comenzamos a tener reuniones donde me explicaba movimientos de la puesta de El Coronel no tiene quien le escriba y sobre todo trabajamos el particular tono vocal utilizado en la obra. También me asesoró sobre el uso del chinchorro, la famosa hamaca de dormir de El Coronel ya que el mismo personaje la movía en escena y me enseñó cómo llevar en brazos el gallo de riña y tomarlo de manera tal que no me diera picotazos en las manos.

Cada día en cada charla, Pepe me transmitía esa experiencia única que nos queda a los actores cuando hemos expuesto el personaje al público y éste no sólo lo ha aceptado sino que se ha identificado con él, ha entrado en esa maravillosa convención que se genera tácitamente entre actor y espectador, donde uno dice ser determinada persona y el público decide creerte y aceptar el juego. Esto es el hecho teatral en sí, un juego de convenciones.

El trabajo era difícil, pero Pepe jamás expresó pesar al transmitirme su enorme experiencia, todo lo contrario, cuando advertía alguna duda, que hubo muchas, él me decía: “Cópiale el tono a Aura –Aura Rivas, esa excelente actriz que interpretaba a la esposa- síguele el ritmo y la cadencia, Carlos te dará lo demás”. Jamás me hizo sentir que se estaba despidiendo de algo tan preciado para los actores: un personaje maravilloso.




UNA REUNION  MULTIDISCIPLINARIA

Ángel "Lito"Fernández Mateu

Marcelo Rodríguez como Mozart



El ciclón Giménez no dejaba de generar  ideas en su permanente búsqueda de temáticas para llevar a escena, entonces, cuando creías que se había apaciguado y que amainaba la tormenta te invitaba a una cena y te atragantaba de proyectos “gloriosos” (palabra muy usada por Carlos) que yo consideraba irrealizables, pero para él la palabra “imposible” no existía. “Si yo puedo imaginarlos, ustedes deben tener la capacidad para realizarlos”, así nos contestaba, y volvía a convencerme que me quedara un tiempo más en Venezuela, a lo que yo no oponía ninguna resistencia.

Un día nos citaron a una reunión ampliada con a la Junta Directiva de Rajatabla, el Directorio del Ateneo de Caracas, Directivos del Teatro Teresa Carreño, personalidades de la cultura de aquel país, actores y técnicos, para interiorizarnos del siguiente proyecto: Conmemorar el Bicentenario de la muerte de Mozart, instituido en Venezuela como “El año Mozart”,  con una gran puesta en escena.

En lo que a nosotros concernía se resumía en un espectáculo multidisciplinario titulado MOZART, EL ANGEL AMADEUS, una obra escrita por el Sr. Néstor Caballero, un libro estupendo donde cada personaje tenía sus momentos de lucimiento, hasta la bellísima imagen de un Mozart niño interpretado por Francisco José Alfaro, hijo de Paco Alfaro, que iniciaba la obra abriendo una gran puerta central  y la sombra del niño se proyectaba sobre el escenario como presagio del genio que entraba a ese lugar. Imágenes de película.



Aitor Gaviria y Francisco José Alfaro. Foto Luis Escobar



Quiero agregar algo respecto a este estupendo autor venezolano que es el Sr. Néstor Caballero: hace unos días me enteré que dos de sus obras  “Musas” y “Dados” han sido traducidas y llevadas a escena en Irán. ¡Qué orgullo para ese bello país! ¡Y qué honor para mí haber interpretado un personaje escrito por él!


En este mega proyecto trabajaríamos juntos: todo el elenco de Rajatabla, el Teatro Nacional de Repertorio, la Compañía Nacional de Teatro, el Taller Nacional de Teatro (TNT)  y el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV, Núcleo Caracas), además de la Schola Cantorum de Caracas, el Orfeón Universitario  y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.

La única sala que podía albergar semejante elenco era la Sala Ríos Reyna del imponente Teatro Teresa Carreño.

Los coros y la orquesta sinfónica serían dirigidos por sus propios directores; la escenografía y vestuario les fue encomendada a Augusto González y Marcelo Pont Vergé; el diseño de iluminación al Sr. Ángel Ancona, talentosísimo diseñador que actualmente está en su país (México) en el bello teatro Esperanza Iris del D.F., configurando así una propuesta que sería calificada como “sorprendente” por  propios y ajenos ya que se integrarían los conocidos valores musicales con un elenco de primeras figuras, el que tuve el honor de integrar interpretando un personaje soñado: Salieri, con un texto estupendo de Néstor Caballero y la dirección general –inolvidable- de otro genio: Carlos Giménez.

Al comenzar los ensayos, Carlos me indicó su visión sobre Salieri, lo que él quería de ese personaje y yo debía transmitir: “Quiero que se olviden del mito del Salieri resentido y oscuro, quiero un ser bello, un músico talentoso en toda la excelencia de la palabra, un Salieri que escribía para el emperador y su corte porque ese era su trabajo, contraponiéndose con un Mozart genial con toda  su rebeldía y desprecio por lo monárquico y lo material”.

Una de las escenas más bellas, estéticamente, era en la que Salieri hacía un pacto con Satanás en la que se comprometía a escribir un réquiem para todos los muertos a cambio de un poco de la genialidad de Mozart (interpretado por Marcelo Rodríguez), y todo lo que conseguía era que la esposa de Mozart, Konstance (interpretada por Francis Rueda) le entregara el famoso réquiem escrito por el genial músico.



Francis Rueda y Marcelo Rodríguez



Debido a la enorme capacidad del teatro, y teniendo en cuenta que trabajaríamos con la sinfónica y los coros en vivo, los actores estábamos obligados a trabajar con micrófonos inalámbricos colocados en las pelucas para que los textos se escucharan claramente. Esto requirió trabajos extras de adaptación en la emisión de la voz y los retornos, e interminables ensayos que yo hubiese querido que no terminaran nunca para disfrutar un rato más de esa experiencia. Escuchar la Sinfónica, los Coros, mezclar nuestras voces en aquel clima sublime predecía el éxito que se avecinaba.

Y un día nos probaban los vestuarios, las pelucas, el calzado, se modificaban cosas, se incluían o excluían otras, familiarizarnos con la preciosa escenografía que tenía zonas de transparencias por donde se adivinaban los coros a ambos lados del escenario, aprovechar los efectos de iluminación que generaba unos climas muy especiales en cada escena, hasta disfrutar que el director de la sinfónica me enseñara a manejar una batuta para la escena final donde Salieri dirigía el Réquiem que interpretaba la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. ¡Complimenti…!  Como decía mi abuelo.

En uno de esos agotadores ensayos, dos compañeros y yo estábamos esperando en el patio de actores que nos dieran la orden de ingreso mientras Carlos hacía correcciones a otras escenas, y surgió entre nosotros una conversación cotidiana: 

Que hambre tengo, dije, ¿te haces tú mismo la comida? me preguntaron. Sí, contesté, me gusta y me entretiene. Otro actor agregó: Hoy me hice un pastel de papas…! Riquísimo. ¿Cómo lo haces? le pregunté. Mientras hago el puré, cocino el relleno y luego lo armo y al horno, contestó. Qué bueno, dije, un día pásame la receta, nunca lo hice.

No nos habíamos dado cuenta que todo en la sala era silencio y de repente se oyó la voz de Carlos que por micrófono decía: “Cuando los actores dejen de pasarse recetas de cocina seguimos con el ensayo!”… Primero nos paralizamos y luego no parábamos de reírnos porque no advertimos que teníamos los micrófonos abiertos y nos escuchaban en toda la sala. ¡Qué vergüenza ..! Pero fue un error del sonidista, porque al no estar en escena se había pautado que no tendríamos los micrófonos habilitados. En fin, todos lo tomamos a broma… incluso Carlos que al salir me dijo: “cuando  hagas el pastel de papas invítame a comer, ah, y agrega en el menú milanesas..!”.







Al día siguiente finalizado el ensayo, Carlos dio la orden que nos retocaran el maquillaje e hiciéramos una sesión de fotos de promoción. Cuando al otro día llegué al teatro para el ensayo general me quedé  parado en la entrada, allí estaban: hermosas, desafiantes, enormes, impecables las fotos del elenco que anunciaban el inminente y grandioso estreno. Habían trabajado toda la noche para realizar la cartelera y montarla.

Lo fue. Todo un suceso. ¿Qué más contarles? Un aplauso interminable, mucha gente que nos abrazaba, prensa, fotos y una gran fiesta en los jardines del Teatro, ese fue el colofón a tanto trabajo. Un cinco de diciembre de 1991 para no olvidar nunca.

Después me fui tarareando bajito el Réquiem de Mozart por Parque Central hasta el Edificio Tacagua donde vivía, y repitiendo el texto  de Salieri escrito por Néstor Caballero, antes de caer el telón final: 

Creo en el arte como el ojo que nunca llega a cerrarse; creo en el arte como nuevo punto cardinal;  creo en el arte como modo de vida, como edén peligroso, creo en mí, Salieri, como un nuevo pentagrama. Creo en el arte, porque desde allí juzgarán la tremenda violencia de los días, desde el arte se hará la extirpación total de la mentira y no habrá más atrocidad en los crepúsculos…Ven Satanás, rey de reyes, el infortunio no será para mí ni siquiera una palabra y yo sé que soy más, soy Salieri… imperecedero arte Salieri…! Dame la gloria Satanás, dame la gloria. Por el arte, eternamente, por el arte…”. TELON. 

Llegué a mi departamento, me senté en el balcón desde donde veía esa Caracas bellísima y solitaria y lloré, lloré mucho y también agradecí mucho a Carlos, a la vida, a mi buena estrella… aunque sé que nunca es suficiente cuando “¡el sueño del pibe se ha cumplido”…!

 ©Lito Fernández Mateu
Córdoba, 25 de febrero de 2020
Fotos: Marcelo Pont







  ÁNGEL LITO FERNÁNDEZ MATEU

Actor cordobés. Perteneció al elenco oficial de la Comedia Cordobesa y fue integrante del grupo El Juglar de Carlos Giménez. Ha transitado todos los géneros artísticos, desde el circo (donde nació), el radioteatro, el teatro, el café-concert, el music-hall, la televisión y el cine. Con la obra El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez y dirigida por Carlos Giménez, recorrió los principales teatros de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Ha recibido numerosos premios en Argentina y Venezuela.









Ateneo de Caracas. Diseño afiche y foto: Marcelo Pont


Ángel "Lito"Fernández Mateu




Francis Rueda y Aitor Gaviria

Aníbal Grunn





















Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...