“Carlos era de esos seres luminosos que cuando ingresan en una habitación
el lugar adquiere una atmósfera especial”
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque Carlos (Argentina
1946-Venezuela 1993) en apenas 30 años de carrera dirigió más de 60 obras de
teatro en Argentina, Venezuela, México, Perú, España y Estados Unidos, donde
fue invitado por el mítico productor Joseph Papp, y
creó -entre otras - nueve instituciones culturales de gran importancia en
Venezuela y Argentina.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porqué creó el Festival Internacional de Teatro de Caracas, junto a la entrañable y talentosa María Teresa Castillo; el Instituto Universitario de Teatro (IUDET), el Grupo Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro (TNT), el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), el Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT), ASITEJ (Asociación Internacional de Teatro para la Juventud, Capítulo Venezuela) y, en Córdoba, el Festival Latinoamericano de Teatro y el grupo El Juglar cuando todavía era adolescente.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque cuando Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, vio el El Coronel no tiene quien le escriba adaptada y dirigida por ti, dijo de sus personajes: “No los reconozco, los conozco. No los había conocido, los conocí ahora. Yo me imaginaba cómo eran, pero nunca los había visto. Ahora los vi.”
¡Bravo, Carlos Giménez! Por haber llevado a
Venezuela lo mejor del teatro
del mundo, permitiendo que tomáramos talleres con los grandes Maestros
y Maestras y ver sus espectáculos a precios populares: Tadeusz Kantor, Berliner
Ensemble, Peter Brook, Giorgio Strehler, Peter Stein, Lindsay Kemp, Pina Bausch, Norma
Aleandro, Vanessa Redgrave, Kazuo
Ohno, Tomaz Pandur, Eva Bergman, Eugenio Barba, Yves Lebreton, Peter Schumann, Antunes Filho, Gilles Maheu, Santiago
García, Darío Fo, Els Joglars, Franca Rame, Ellen
Stewart, Joseph Papp, Andrezj Wajda, Dacia
Mariani…
¡Bravo, Carlos Giménez! Por hitos como Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, Bolívar y La
Muerte de García Lorca de José Antonio Rial, Martí,
La Palabra de Ethel Dahbar, La
Honesta Persona de Sechuan de Brecht, Tu país está feliz de Antonio Miranda, El
Campo de Griselda Gambaro, La
señorita Julia de Strindberg, Peer
Gynt de Ibsen, El
Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez… Porque sus obras
fueron ovacionadas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Porque su
talento como director y gerente cultural fue único, extraordinario, irrepetible
en la escena latinoamericana.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 19 años gana sus primeros premios internacionales en los festivales de teatro de Cracovia y Varsovia (Polonia), uno de ellos otorgado por el Instituto Internacional de Teatro-Unesco (ITI) y participa en el Primer Festival de Teatro de Nancy (Francia).
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 22 años recorre América Latina por tierra haciendo teatro para las hijas y los hijos de los mineros, los pescadores, las campesinas, los olvidados y olvidadas de la tierra y nunca dejó de hacerlo.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque fue generoso, amable, humilde y agradecido, aunque a veces la leyenda diga lo contrario. Un ser humano con todas las virtudes, defectos y contradicciones de los seres humanos.
¡Bravo, Carlos Giménez!
Porque fue un genio.
Y me haces mucha falta.
“Rajatabla se hizo nuestra vida (...)
Dando tumbos nos hemos recuperado en
los fracasos y en los éxitos”
Carlos Giménez, Miranda, tu país está feliz, 1991
Ángel, ¿en
qué año y en qué ciudad conociste a Carlos?
Lo conocí en el mes de julio de 1991, en la Ciudad de Guadalajara,
Jalisco. México.
¿En qué
circunstancias?
Íbamos a realizar la Gala de la Primera
cumbre de Presidentes y Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica en
1991.
En ese año Carlos era una
de las personas más poderosas y talentosas
de la cultura venezolana, ¿se le notaba el poder?
Considero que las personas con poder, al menos en el medio de la Cultura,
los que verdaderamente tienen el poder, no hacen gala del mismo, simplemente se
percibe ese poder. Carlos además de ser un “poderoso” del medio Cultural,
estaba muy seguro del poder que ejercía con su obra, de manera que no era
necesario demostrar su poderío. Carlos era de esos seres luminosos que cuando
ingresan en una habitación el lugar adquiere una atmósfera especial, creo que él
lo sabía y tenía muy seguro, no necesitaba alardear de poder, creo que de hecho
prefería ser coqueto y guapo antes que poderoso.
¿Habías visto
alguna obra suya?
Claro, Bolívar,
El
Coronel no tiene quién le escriba, y el espectáculo sobre García Lorca,
no recuerdo el nombre correcto. (La
muerte de García Lorca)
¿Cómo era
Carlos?
Un “Tipazo”, muy claro en lo que quería ver en escena y muy preciso e
incluso poético en sus instrucciones, en todo momento de lo más divertido e
inteligente.
Carlos fue detenido,
torturado y deportado de México en 1973, después de su exitoso estreno de Fantoche de Peter Weiss. ¿Alguna vez te
comentó algo sobre esa terrible experiencia?
Claro, y no solo él, sino compañeros de él que estuvieron cerca en ese
momento.
En una ocasión me dijo algo: La
conflictiva de México radica en la palabra “mande”. ¡Cuando el mexicano deje de
decirla será otro país!
¿Puedes extenderte? Hay
muy poca información sobre ese hecho.
Solo
eso, nunca ahondamos en ese tema, de hecho creo que para él era un tema
doloroso, no tenía buenos recuerdos de esa época y no contaba mucho sobre eso.
El investigador
teatral mexicano Rodolfo Obregón dice:
"Carlos Giménez fue quien hizo conscientes a los teatreros de que las
estructuras dictatoriales que debían vencer eran las que regían a su propia
comunidad".
Completamente de acuerdo. Por desgracia, no hay un
recuerdo vívido de él y su obra en México, sin embargo los que lo recuerdan y
conocieron le dan ese crédito.
El también investigador teatral mexicano César
López en su artículo Cleta:
Crónica de un movimiento cultural artístico independiente, dice que
“la presencia en México del director Carlos Giménez” fue fundamental
para la creación del Cleta. ¿Carlos es recordado en la actualidad por el
movimiento teatral mexicano?
Se le recuerda, aunque en sí ese movimiento teatral,
a pesar de seguir existiendo, se deformó y deterioró, se ve más como un
fenómeno social que como una aportación teatral.
Hay muchas definiciones maravillosas sobre Carlos, pero no puedo citarlas a todas así que sólo citaré tres.
Para Rubén Monasterios era “un ángel furibundo.
Para Azparren Giménez “hubo una pasión por Carlos Giménez que siempre me recordó al personaje de Teorema, la película de Pasolini”.
Y para Norma Aleandro era “un ser tierno, encantador, con un gran carisma y (…) un “ÁNGEL” impresionante”, y el “ángel” lo dijo en mayúsculas. ¿A qué Carlos conociste tú o conociste a los tres?
Para mí, Carlos era un ser apasionado, que podía
enloquecer de furia si algo no quedaba como él quería o bien podía el ser más
tierno y dulce, pero una ternura y una dulzura un tanto ácida.
No era un ser de un solo matiz, abarcaba todas las
tesituras, podía ir en segundos de la dulzura más tierna a la violencia más
cruda, siempre con su razón y en ocasiones hasta con su trampa, actuando, ¡para
lograr su objetivo! Pero sin duda, para mí al menos, un ser con una enorme
soledad siempre necesitado de una mirada de complicidad, de una mano en su
hombro, para sentirse amado, necesitaba sentirse amado. Su amor lo brindaba por
medio de un escenario.
Hiciste la
iluminación de la Gala
Artística de la Primera Cumbre Iberoamericana de Presidentes en Guadalajara.
Fue un gran evento dirigido por Carlos, con grandes artistas: Juan Gabriel, Gal Costa, Amalia Rodrigues, Susana Rinaldi,
Tania Libertad, La Negra Grande de
Colombia, Joan Manuel Serrat. ¿Cuántos días tuvieron para ensayar? ¿Tienes
alguna anécdota?
¡Estuvimos todos viviendo en un hotel en Guadalajara
durante 10 días o más!
Anécdotas infinitas, por ejemplo cuando Juan Gabriel
nos sorprendió cambiando sobre la Gala todo el repertorio que había ensayado,
nos volvió locos a todos. Logramos superar el momento y sacarlo adelante, pero
fue toda una anécdota, no solo artística sino política, ya que Juan Gabriel lo
hizo para mofarse del presidente Mexicano en turno, Carlos Salinas de Gortari ¡y
lo logró con creces!
Otra anécdota es que la cantante de fados Amalia
Rodríguez estaba muy delicada de la vista, y Carlos le pidió a Roberto Stopello
que se pusiera un smoking y entrará con ella a escena para llevarla a pie de
micrófono, llegó un momento en que Roberto se detuvo y le dijo a Amalia que
avanzara 2 pasos, ella avanzó, pero Roberto estaba parado sobre la cola del
vestido y éste se desprendió y ella ni se enteró y empezó a cantar. O Gal Costa, que se hizo acompañar de una
hechicera, que hizo un ritual sobre el escenario antes de que ella cantara,
etc. ¡Y así muchas más!
¿Y de Carlos tienes
alguna?
Pues solo que, cuando Juan Gabriel apareció en el
escenario iba vestido con un terno de lame plateado cubierto de lentejuelas y
en la entre pierna se había colocado un
bulto que hacia grotesco su sexo; Carlos, por medio del intercomunicador me
dice, “¡¡¡¡eso no puede ser normal!!!”
Cada artista tenía 10 minutos de participación,
Juan Gabriel ya llevaba más de 15
minutos y no tenía para cuando terminar. El número siguiente era con la
Orquesta Filarmónica de Jalisco, que estaba colocada en el foso de orquesta y
tenía que tocar la canción Guadalajara
cuando terminara Juan Gabriel, pero como
éste había cambiado las canciones, el director de la orquesta no se atrevía a
entrar. Carlos se tuvo que ir prácticamente en cuclillas, por el pasillo
central de las butacas, a decirle al director que entrara y que callara a Juan
Gabriel, éste lo hizo y fue la única forma de que Juan Gabriel se callara y el
espectáculo terminara.
Placa en el Teatro Degollado. Fuente: Ángel Ancona |
Carlos era un hombre muy generoso, de ayudar mucho
a la gente tanto con dinero como con trabajo. En general tenía un carácter
apacible pero cuando se enojaba estallaba como un volcán. Yo, que
trabajé con él, lo escuché gritar muchas veces pero nunca sin motivo. ¿Cómo fue
tu relación con él?
Mi relación con él fue
siempre de lo más cordial, me bromeaba mucho, lo vi y escuché cuando se
enojaba, conmigo nunca, ¡siempre fue un caballero y un cómplice creativo de lo
más generoso!
¿En qué era generoso?
Se
requiere de una enorme generosidad para crear como Carlos lo hizo, y no solo en
la escena como director, dramaturgo, etc. sino también como creador de
instituciones, por citar algunas, Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, Festival
Internacional de Teatro, Taller Nacional de Teatro, Rajatabla misma, etc. Solo
un ser con una gran generosidad y capacidad de pensar en las comunidades puede
llevar a cabo esta obra creativa e institucional.
Y,
personalmente, compartió su generosidad creativa conmigo, me abrió las puertas
y me hizo aprender y compartir la experiencia de la creación de su obra. ¡Eso
es síntoma de la mayor generosidad! ¡Y no sabes cómo a la fecha le agradezco!
¿Cómo fue que te convocó
para que trabajaras en Caracas con él?
Después
de hacer la Cumbre Iberoamericana, coincidimos en Buenos Aires, en donde yo
estaba iluminando en el Teatro San Martín, y unos meses después recibo una
llamada y me invita a hacer Mozart,
el Ángel Amadeus, en el Teatro Teresa Carreño, y así fue, llegué a
Caracas a finales de Noviembre a iniciar una de las etapas ¡más maravillosas de
mi vida!
¿En qué obras
trabajaste?
Mozart,
el Ángel Amadeus, Despertar
de primavera, El
campo, Oficina
número 1, la obra de tinte totalmente comercial “Taxi” y un recital escenificado con poesía del poeta
mexicano José Emilio Pacheco. Además diseñé en esa época alrededor de 4 o 5
montajes en el Teatro
Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), en Caracas y en Valencia.
Carlos
también era iluminador y me pregunto si él te trataba de guiar tu trabajo o te
dejaba crear.
Me dejaba total libertad de creación, me daba una clave, por ejemplo, “quiero
que la luz solo entre a escena por las ventanas”: esa era la clave o como se
dice en el argot de los iluminadores, la “Key Light”. A partir de ahí se creaba
el entorno, las escenas y todo lo demás, y así en cada puesta en escena. Tan es
así que me permitió el uso de filtros, que él odiaba, no como color en la luz,
pero sí para lograr los cambios de temperatura. Solo era esa clave, no
hablábamos más, ya en la grabación de las escenas, si no estaba de acuerdo con
algo me lo hacía ver y esperaba que al día siguiente le presentara otra
propuesta, pero en realidad, de lo más sencillo.
¿Alguna vez
no le gustó alguna iluminación tuya y te pidió que la cambiaras?
No, nunca, solo pequeños cambios en cierta escena y lo trabajaba sobre
los ensayos.
¿Estabas con él en los
ensayos? ¿Cómo era dirigiendo?
Trataba
de estar en los ensayos, en ocasiones yo estaba en México y llegaba una o dos
semanas antes de estrenar. Tenía un sentido del humor fantástico cuando
dirigía, como dije antes, tenía muy claro lo que quería, y sus indicaciones a
los actores eran muy precisas y hasta muy divertidas.
Respecto
a la iluminación, siempre me hablaba o pedía lo que quería en cierto tono
metafórico, por ejemplo: en la obra Oficina
número 1, solo me dijo, “el espacio es la sabana, 40 grados, y
de ese calor que emite la luz del sol, surgirá un remolino mágico de luz que
envolverá cada una de las escenas”, ¡esa fue la única indicación que me dio en
todo el proceso!
¿Cuál de sus
obras de teatro te impactó más? ¿Por qué?
Las que yo hice con él
todas me impactaron, y me impactaron por que cada una era absolutamente
diferente a la otra, en su propuesta, su temática, su estética.
¡Una delicia descubrir y
hacer ver por medio de la luz, las sombras y la oscuridad, esos mundos, los
mundos de Carlos, sus mundos y ser parte de ellos! Un privilegio.
El Campo. Foto: Marcelo Pont |
Mozart, el ángel Amadeus. |
¿Qué es lo
que más valoras de su trabajo y de su persona?
De su persona, su generosidad, su sabiduría, su sentido del humor, su
sentido de la vida.
De su trabajo, igualmente su generosidad, su riesgo, su valor, su
perfección, su percepción de la vida, de la muerte y de la escena.
¿Quieres
contarme alguna anécdota que hayas vivido con él?
Son muchas, todas, muy divertidas, ¡todas de una generosidad
extraordinaria!
Hay una historia en particular, muy personal, en el estreno de Oficina
número 1. Yo viajaba a México al día siguiente y me pidió que le hablara
a Emilio Carballido y que le dijera de
su parte “que ya todo estaba olvidado”, y que le diera los derechos de la obra
“Rosa de dos aromas”. Llegué a México,
le llamé al Maestro Carballido, le llamaba y me anunciaba, claro, de parte de
Carlos, nunca me tomó la llamada. Años después de la muerte de Carlos, Orlando
Arocha me invita a iluminar “México Distrito federal” de Emilio Carballido, la
montamos en el Ateneo de Caracas. El maestro Carballido viajó para el estreno,
yo me topé con él en la librería que estaba en la parte de abajo del Ateneo, lo
saludé y le dije: “tengo un mensaje que nunca pude darle de parte de Carlos
Giménez”, le dije el mensaje tal cual me había pedido Carlos ¡y el maestro
Carballido se puso a llorar! No supe más, no pregunté más, ¡algo se quedó ahí
que solo ellos supieron!
Es que Carballido había
contratado a Carlos para que dirigiera Fantoche
y cuando a Carlos lo detienen y deportan, Carballido no lo defiende. En 1983
Carlos lo denunció
públicamente en México y se armó un lío.
Pues hay versiones, para
nada divertidas, que no me atrevo a contar, ya que se han ido distorsionando y
además los protagonistas algunos ya han fallecido, hay historias no
precisamente gratas de contar, y no me gustaría ser indiscreto.
¿Qué significó para ti la muerte de Carlos?
Todos vivíamos un profundo miedo producto de la pandemia que padecíamos,
tanto en México como en Venezuela los amigos se morían, creo que no entendíamos
muy bien el porqué, todo era muy rápido y vertiginoso y tanta muerte nos tenía
paralizados, ¡simplemente se enfermaban y morían! Y todos temíamos morir de lo mismo
en cualquier momento, así, sin más, sin saberlo, íbamos acumulando una profunda
depresión producto del dolor de perder a las personas amadas ¡y el mismo miedo
de morir nosotros todos! Yo mismo, en esa época, perdí a una persona a la que
amaba en Caracas.
Cuando Carlos enferma el desconcierto era tremendo, y tratábamos de
buscar las soluciones posibles para él y para los demás amigos. Había un médico
mexicano que al parecer había descubierto un
medicamento que detenía el VIH, por cierto de ese médico no se supo más,
y yo llegué a traficar el medicamente entre México y Caracas, y también lo hacíamos
en complicidad con algunos aeromozos de la entonces línea aérea AVENSA, ¡tremendo!
Al fallecer Carlos, vino una profunda depresión. De hecho, yo no he
vuelto a entrar a Rajatabla en los viajes que hecho en tantos años; hasta me
tocó ir a finales de los 90 a un Festival, nos presentamos en la Sala Rajatabla
y no me atreví a subir.
Yo, francamente, creí que nunca más iba a poder dialogar estéticamente
con un director como lo había hecho con Carlos. Tardé muchos años en reencaminar
mi estética y hacer algo que realmente me gustara. Fue tan grande la experiencia con Carlos que,
después de eso, nada me era satisfactorio; finalmente se trabaja y se encuentran
otras estéticas y se reinventa, pero fue en su momento terrible y angustioso.
¿Y qué crees
que significó para la cultura venezolana?
Sin duda, Carlos le dio a Venezuela y a toda Iberoamérica una visión del
Teatro Contemporáneo que no tenía, creando verdaderos modelos de producción y
corriendo riesgos estéticos a nivel internacional que pocos tienen la
oportunidad de hacer.
Carlos dio a conocer a Venezuela en el mundo y Venezuela le brindó la
oportunidad, en su momento, de crecer y crear libremente, sobre todo y ante
todo eso, crear libremente, la palabra libertad y el valor de crear y creer en
la libertad y lo que eso significa, entregando con la mayor generosidad la escena a un pueblo,
no solo venezolano, sino iberoamericano.
Tan es así que a la fecha, amigos en común como Ramiro Osorio, Giorgio
Ursini, nos encontramos en algún festival y seguimos diciendo, “cómo lo extrañamos”
o “qué falta hace”.
¿Cómo se
recibió en México la noticia de su muerte?
La verdad, no tuvo mucha repercusión, solamente entre la gente que lo
había conocido.
En ese momento yo estaba entre Bogotá y México, y creo que en Colombia
tuvo una mayor repercusión.
Si Carlos
pudiera escucharte, ¿qué le dirías?
Por una parte: Querido, ¡cómo nos haces falta! ¡Te extrañamos!
Por otro lado: “Coño de tu madre, ¿en donde andabas? ya ponte a ensayar”.
20
de noviembre de 2018
México
D.F.
Iluminador y productor
mexicano. Coordinador
del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, Secretaría de Cultura. Ha trabajado en más de 100 obras de teatro, danza,
conciertos, en diferentes países del
mundo.
Algunos
premios.
2006: Reconocimiento del Ministerio de
Cultura de la Ciudad de Shanghai, China, por su labor en las Artes Escénicas.
2010: Reconocimiento del Ministerio de
Cultura de la Ciudad de Shing Tao, China, por su labor en las Artes Escénicas.
2011: Reconocimiento del Gobierno del
Estado de Tamaulipas por su labor en las Artes Escénicas.