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CARLOS GIMÉNEZ, LOS FESTIVALES DE CARACAS Y YO, por ANÍBAL GRUNN, Caracas, 1 de julio 2023

 




 

Corría el año de 1975 cuando Carlos y yo nos conocimos. Yo estaba recién llegado a Venezuela y él, regresaba de Europa, después de casi dos años de exilio. Nos presentaron a la salida de una obra de teatro, en la que yo trabajaba, en el Nuevo Grupo. Sin darme cuenta comenzaba una amistad que duraría toda la vida.

Poco tiempo después, abril de 1976 se celebraba el tercer Festival Internacional de Teatro de Caracas, que Rajatabla, junto con el Ateneo y bajo la dirección de Carlos y María Teresa Castillo, organizaban. Yo, nunca había asistido a un festival de teatro, era mi primera experiencia, como espectador, claro está. Recuerdo la inauguración en el estadio cubierto de la Universidad Central de Venezuela, se presentaba un grupo sueco. Maravilloso. La obra, creo que se llamaba Exodus.

En ese mismo festival asistí a espectáculos extraordinarios. Caracas se vestía de fiesta. Lo mismo pasaba en algunas ciudades del interior: Maracaibo, Guayana. Eran las subsedes que paralelamente a la programación de la capital, llevaban agrupaciones internacionales y nacionales.

Al año siguiente, trabajando yo como actor en el teatro Las Palmas, Carlos se entera de que voy a hacer un viaje a Argentina, a ver a mi familia. Me pide que le lleve una carta al director del Teatro San Martín, el señor Kive Staiff. Yo, sin tener idea de la responsabilidad encomendada, la llevo. Comienza así una relación un poco más estrecha con el Festival y sobre todo con Carlos. La carta, era nada más y nada menos que una solicitud para la participación de alguna agrupación, en la cuarta muestra del Festival, que iba a ser el Festival de Teatro de las Naciones. Y al año siguiente se levanta el telón, en el Poliedro de Caracas. Ya se comenzaba a perfilar como uno de los festivales más importantes de latinoamérica.

Se hace bianual y es a partir del año 1981, que grandes personalidades del teatro mundial aparecen en la programación de nuestro festival. Participar como agrupación o como invitado especial del festival es un referente importantísimo para cualquier teatrero del mundo. Nombres como Vittorio Gasman, Vanesa Redgrave, Alan Bates, entre los europeos. Y Enrique Buenaventura, Augusto Boal, Atahualpa del Cioppo, Patricia Ariza, Luis de Tavira, Eugenio Barba, Santiago García, entre otros, daban prestigio con su presencia, sus charlas, conversatorios y puestas en escena.

Ya en 1983, año del Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar, se organiza el sexto festival de teatro. Me integro definitivamente a la organización del festival, como coordinador de sub sedes. Prestigiosos artistas plásticos trabajan en la imagen del evento. El país, el continente, el mundo de las artes escénicas se ponen de pie y desean ser invitados y participar en el Festival Internacional de Teatro de Caracas. Desde Caracas se lanzan al mundo grandes nombres de agrupaciones, actores, actrices, directores de teatro como: Tadeuz Kantor, Lyndsey Kemp, Peter Brook, Giorgio Streller entre muchísimos más.

Pero… siempre hay un pero. La cultura, tristemente no tiene dolientes políticos. Los únicos afectados siempre son los artistas y el público. Cinco años de un nuevo gobierno, paralizan la muestra. Todos los esfuerzos de tantos años se van desmoronando y se pierden en el largo camino de ese nuevo período presidencial.

Carlos Giménez, María Teresa Castillo y el inmenso grupo de artistas hacedores del festival, nos replegamos, pero no paramos en los intentos.

El séptimo festival llega en 1988, la fecha de Semana Santa es la fijada para darle continuidad. Se establece hacerlo bianual y en esa fecha se crea la Fundación llamada FUNDATENEOFESTIVAL, con una directiva de grandes hacedores y productores del arte teatral. Aparecen contactos en el mundo que impulsan la reaparición de la fiesta teatral más grande de Latinoamérica. Giorgio Ursini en Europa, Ramiro Osorio en México, Alberto Minero en Estados Unidos, se transforman en aliados de la programación.  Ya no soy solamente el Coordinador de las subsedes, sino también el responsable de la programación de Caracas. Y si bien, no fue un festival con las dimensiones del anterior, retomó el prestigio perdido. El mundo no se había olvidado de esa fiesta teatral. Y los dos siguientes, en 1990 y 1992 así lo demostraron.

Se crea a su vez el Festival Iberoamericano de Bogotá, en Colombia, bajo la dirección de Fanny Mikey, asociándose a Caracas. Así se comenzaron a realizar paralelamente los dos festivales. De tal forma que espectáculos que venían a Caracas, luego iban a Bogotá, o viceversa.

El 9no festival fue en conmemoración a los 500 años del descubrimiento de América. España, país homenajeado, fue también co-productor, hubo más de 150 espectáculos diferentes, unas 30 salas, más de siete espacios abiertos, solamente en la ciudad de Caracas y 14 ciudades del interior de Venezuela, se convirtieron en subsedes. Todos los países de latinoamérica estuvieron presentes. España nos trajo a Els Joglars, Comediant’s, Fura del Baus, entre otros. Francia se hizo presente con una producción llamada Cargo 92, en la cual se incluía representaciones de calle, sala y hasta un barco en el puerto de La Guaira, que se abría de noche y donde representando una calle de París, había espectáculos musicales, como el grupo de rock: Mano Negra. Y de Alemania, nos llegaba el mítico Berliner Ensable, con Arturo Ui, de Bertolt Brecht.

Ya no cabía duda, entre Venezuela y Colombia se establecieron los referentes teatrales más importantes del mundo.

La preventa de entradas se realizaba una semana antes del comienzo del festival, primero con la venta para estudiantes y luego público general. Durante más de dos días, esperaban a las puertas del Platillo Protocolar a que comenzara la preventa, durmiendo inclusive ahí mismo, para no perder su puesto en la cola.

Nunca dejaron de participar las grandes agrupaciones de teatro venezolanas, quienes tenían así, la oportunidad de mostrar sus trabajos a productores y directores de otros festivales internacionales, que le brindaban la oportunidad de viajar. El teatro venezolano se hizo importante en el mundo y no hubo festival donde no estuviera presente por lo menos una agrupación. Spoletto, Motzia, Hamburgo, El Cairo, Londres, Nueva York, San Francisco, Canadá, México, Sidney, Buenos Aires, Bogotá, Manizales, La Habana, Atenas, Cádiz, Barcelona, Madrid, Lisboa, Oporto, son solo algunos de los sitios donde era común que nuestras agrupaciones se hicieran presentes.

Y llega el año 1993, año trágico, terrible. Veníamos arrastrando la tragedia desde el 92, pero es en Marzo del 93, cuando se nos va Carlos Giménez. Nos quedamos solos, sin esa máquina generadora de proyectos. Y tres años más tarde intentamos revivir el festival, pero ya no era lo mismo. El Festival Internacional de Teatro de Caracas con Carlos Giménez fue único. Fue un festival hecho por artistas y para los artistas. Fue una escuela, una manera de aprender viendo y crecer junto a los grandes.

Fundateneofestival quiso seguir, pero la llama se fue apagando lentamente. En el 96, 98 y diría que casi hasta el 2000 se intentó, se quiso, pero ya no era un festival de artistas, era un festival sin personalidad, ya no era igual, solo importaba la taquilla, la venta de entradas. Los espectáculos se escogían por videos, por motivos muy diferentes. No importaban los artistas, había otros intereses. Dejó de existir el sentido de pertenencia. Y así despareció.

©Aníbal Grunn

En la ciudad de Caracas 1 de Julio de 2023



Este artículo forma parte del libro “EL FITC DE MARÍA TERESA Y CARLOS ERA UNA FIESTA”, de próxima aparición.


ANÍBAL GRUNN. Actor de teatro, radio, cine y televisión, director de teatro, dramaturgo y profesor de actuación con más de 50 años en ejercicio. Graduado en la Escuela Municipal de teatro de Bahía Blanca, Argentina. Perteneció por casi una década a la Fundación Rajatabla. Productor del Festival Internacional de Teatro de Caracas hasta el año 2002, especializándose en programación y subsedes. Actualmente, productor y programador del Festival de Teatro de Occidente, Guanare Estado Portuguesa. Más de 80 obras dirigidas. Casi un centenar de obras donde participó como actor. Más de cuarenta piezas escritas y varias de ellas publicadas.

Ha recibido números premios como actor de teatro y de cine. Profesor de actuación con reconocimientos a nivel internacional.

 

 

 

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