Etiquetas

El milagro Rajatabla, por Luis Garván, 28 de marzo de 2018



Carlos Giménez en Italia




Un día como hoy a las 6 am en 1993 se apagó la luz del hombre con la cara de niño, el currante empedernido. Supe de él sin saberlo cuando apenas tenía 11 años, llegó a mi pueblo el grupo Rajatabla, pude ver su obra "El Candidato". Un hecho que me marcó la vida para siempre. Posteriormente lo conocí por primera vez postrado en la cama de una clínica a mis 14 años, cuando estando ya en el teatro negro de Barlovento, Armando Urbina me llevó con él a visitarlo después de un grave accidente que casi le quita la vida. Pero en verdad le hablé por primera vez cuando a los 18 años, saliendo de una función de la Fiesta de los Dragones en el Parque del Este, se vino charlando conmigo hasta el camerino y me invitó a las lecturas de La Charité de Vallejo, a partir de allí me incorporé al montaje y desde ese día me quedé durante 9 años de mi vida en Rajatabla.

Todo parece que estaba predestinado, estaba escrito desde los 11 años que el destino me permitiría vivir la experiencia de compartir mi vida teatral en mi país con el más grande hombre de teatro del siglo XX en Venezuela. Mucho se hablaba de Carlos, mucha envidia provocaba en casi toda la gente de teatro, odiado y amado con la misma pasión desenfrenada. Ahora parece que fue maestro de todo el mundo, pero en verdad, fueron pocos los que vivieron en las entrañas del elenco estable, muy pocos vivieron de verdad esa experiencia compartida durante años y en tantos montajes en los que se iba definiendo la estética Rajatabla.
Carlos Giménez era un provocador sin límites, su obra, su teatro era netamente político, dialécticamente social, crítico e ideológicamente de izquierda, casi siempre su obra era motivo de escándalo. Carlos Giménez no solo era un puestista como muchos pretendieron encasillar, no, Carlos era un artista completo, integral, con un dominio absoluto de todas las herramientas semióticas que ofrece el teatro, un empedernido director de actores. Su obra no dejaba a nadie indiferente, un hombre capaz de producir o provocar milagros en el escenario.
Recuerdo con especial interés el fenómeno del montaje de "La Celestina", ya estaba pautado el estreno de "El Testamento del Perro" en el Festival Latino de New York, fueron muchos días de preparación y lecturas. Llegó el día del montaje y todos estábamos en la sala preparados, vestidos con vestuarios de lo que cada uno había construido durante los estudios y el análisis activo (director con el dominio y ejecución del sistema de acciones físicas). Llegó con retraso y nos reunió como era habitual antes del montaje. Nos dijo... bueno chicos, no vamos a montar esta obra... comenzó a repartir un nuevo texto, era "La Celestina" y nos dijo, mañana comienza el montaje para estrenar en New York dentro de 20 días.
Los ensayos fueron muy duros, apasionados, todos conectados y entregados al rito maravilloso de la creación, cada día era un torrente de pasiones que nos acercaba mas a la obra de Carlos. Fue un acto de posesión mágica que Carlos supo introducir en cada actor, daba gusto verlo dirigir, como poseído por un ente superior, qué manera de transmitir las ideas, de plasmar la grandiosidad de la obra y de su obra, todo un acto de prestidigitación.
La Celestina se estrenó en New York, ese día fue un acto de posesión colectiva, danzando entre tambores, todos en el escenario nos preparamos espiritualmente para entrar en el mundo ficcional con toda la fuerza mágica que requería de la obra de Carlos. Ese mismo día a las 5.00 am pudimos leer la crítica maravillosa de una página entera del New York Time, donde el autor decía qué no sabía si el fuego y la fuerza erótica del espectáculo salía de las antorchas de la obra y del cuerpo de los actores. 20 días bastaron para crear esa maravilla del teatro hecho en Venezuela y que conmocionó a miles de espectadores en muchos escenarios y en varios idiomas. Muchas ovaciones desenfrenadas retumbaban en los teatros donde se realizaba el rito teatral de Rajatabla. Aún hoy, 30 años después, me retumban en los oídos, aún lo llevo en mi piel, en mis imágenes y en mi corazón. Eso era el milagro Rajatabla de Carlos Giménez.

Luis Garván

Fuente: Luis Garván

Nota: Los links  fueron agregados por este blog.




"Los amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín", dirigida por Carlos Giménez, en el Segundo Festival Latinoamericano de Teatro Universitario de Manizales, Colombia, 1969 / Bonnie Isman, Latin American Theatre Review, Kansas University, Spring 1970





MANIZALES, COLOMBIA-OCTOBER 1969-SEGUNDO FESTIVAL LATINOAMERICANO DE TEATRO UNIVERSITARIO



4 Oct / Cómala (adaptación de Pedro Páramo) / Autor: Juan Rulfo / Director: Mario Ricardo Piacentinni / Grupo: Pontificia Universidad  Católica, São Paulo, Brazil

5 Oct / Esperando a Godot   / Autor:  Samuel Beckett / Director: Ignacio Frías y Godoy / Grupo:  Cómicos de la Legua de la Universidad Autónoma,  Querétaro, Mexico

6 Oct  /  El rey se muere / Autor: Eugene Ionesco/ Director:   Ornar Arriechi  / Grupo:     
"Triángulo"—Instituto Pedagógico Experimental, Barquisimeto, Venezuela

7 Oct  / Los amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín / Autor: Federico García Lorca / Director: Carlos Giménez / Grupo: Teatro "El Juglar", Córdoba, Argentina

7 Oct / Pedro Pedreiro / Autor: Renata Pallottini/ Director:  Silnei Siqueira / Grupo: Escuela de Arte Dramático-Universidad de São Paulo, Brazil

8 Oct / Pirámide 179 / Autor:  Máximo Aviles Blonda/ Director:  Máximo Aviles Blonda / Grupo: Universidad Autónoma, Santo Domingo, Dominican Republic

9 Oct / Topografía de un desnudo / Autor: Jorge Díaz / Director: Raúl Osório (temp. Eugenio Dittborn) / Grupo: Universidad Católica, Santiago, Chile

10 Oct / La Celestina (Adaptación de Margarita Villaseñor y Miguel Sabido) / Autor: Fernando de Rojas / Director: Miguel Sabido / Grupo: Universidad de Guanajuato,  Guanajuato, Mexico

11 Oct /  Esperando a Godot / Autor:  Samuel Beckett/ Director: Juan Aznar Campos / Grupo:  Escuela de Artes- Universidad Nacional,  Córdoba, Argentina

12 Oct / Canto del fantoche lusitano / Autor:Peter Weiss  / Director:  Ricardo Camacho / Grupo: Teatro Experimental- Universidad de los Andes, Colombia

1969






Segundo Festival Latinoamericano de Teatro  Universitario

The success of the First Latin American University Theatre Festival (1968) was repeated once more in Manizales, Colombia, in October, 1969. Under the capable direction of its president, Enrique Mejía Ruiz, and Director General, Emilio Echeverrí Mejía, the Second Festival sponsored performances by eight groups from seven different Latin American countries, with two additional performances outside the official contest. (See corresponding table.) 

The jury, composed of Alfonso Sastre, Sergio Vodanovic, and Rubén Monasterios, awarded the first prize to the Theatre Study Group of the Universidad de los Andes (Colombia) for its performance of Peter Weiss' Canto del fantoche lusitano, and honorable mention to the group from the Pontificia Universidad Católica of São Paulo for Cómala, the adaptation of the Mexican Juan Rulfo's novel, Pedro Páramo. The jury made its decision considering the following criteria: 1) the aesthetic currents operating in theatrical culture, among which documentary theatre is especially important; 2) the necessity that the productions of Latin American theatre be carried out within the austere framework which corresponds to the socio-economic conditions of the continent; and 3) the indispensable condition that a university theatre be oriented toward research, which is one of the most basic and definitive characteristics of the concept of a university.

In addition to the theatre performances indicated on the accompanying table, the schedule of events was supplemented by a series of roundtables relating to the performances themselves, and by a lecture series which included the following:

Alfonso Sastre, "Antecedentes y perspectivas del teatro español actual";
Rubén Monasterios, "El teatro venezolano de los últimos tiempos"; 
Sergio Vodanovic, "Visión del nuevo teatro"; 
Javier Arango Ferrer, "Elementos de la mitología colombiana";
Máximo Aviles Blonda, "Trayectoria del teatro dominicano";
a dialogue on Brazilian theatre conducted by the members of the group
from the Pontificia Universidad Católica of São Paulo; 
and three lectures on Mexican theatre and literature by Salvador Vasquez Araújo, David Pinera Ramírez, and Margarita Villaseñor. 
Ernesto Sábato, the honorary president of the festival, spoke on "Problemas de la literatura contemporánea."

The Third Festival of Latin American University Theatre is being planned for September 12-20, 1970, in Manizales, with a colloquium on Latin American theatre as an integral part of the proceedings. The winning groups in the respective national theatre festivals will be invited, as well as others expressly invited by the Festival Corporation. The Organizing Committee, composed of the Director General Dr. Emilio Echeverrí Mejía, Subdirector Carlos Ariel Betancur, and Secretary Esneda Morales Grajales, can be addressed: Apartado
Aéreo 117, Nacional 4, Manizales, Colombia. (G.W.W.)

Bonnie Isman
Kansas University
Spring 1970


Source: Latin American Theatre Review




Procesos en el teatro venezolano de los ochenta / Leonardo Azparren Giménez, Latin American Theatre Review, Kansas University, Spring 1992


Carlos Giménez e integrantes del TNJV y TNT.





I

Intentaré registrar, de manera general, las tendencias y los procesos cardinales del teatro venezolano entre 1981 y 1990, con el propósito de identificar el contexto y la creación teatral de esos años. De esta manera, más que un estudio de la producción estética en sí, por lo demás variada y que amerita mayor espacio, el intento llamará la atención sobre elementos que influyen en las condiciones actuales de producción teatral en Venezuela.

Los años mencionados corresponden a un período de transición. Los setenta constituyeron la mejor década de la dramaturgia venezolana en el siglo, en especial por la obras de José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón; también vio consolidarse y desarrollarse las principales instituciones teatrales del siglo. Con este antecedente en 1981 entró el teatro venezolano en el difícil tránsito de intentar de nuevo un nuevo lenguaje. Una dramaturgia establecida con un amplio reconocimiento nacional concluyó la década con dos obras importantes, El día que me quieras (1979) de José Ignacio Cabrujas y Mesopotamia (1980) de Isaac Chocrón, y directores con una obra escénica renovadora y, al mismo tiempo, discutida, como Ugo Ulive, Armando Gota y Carlos Giménez, eran los pivotes de un contexto en el que se presentía una nueva generación. Grupos semiprofesionales en el primer año de la década, como Autoteatro (Javier Vidal), Theja (José Simón Escalona) y la Sociedad Dramática de Maracaibo (Enrique León) lo indicaban.

Los marcos institucionales generales fueron los primeros en cambiar, no en los escenarios. Colapsaron los gremios teatrales, hubo cambios radicales en las políticas del Estado y la actividad y la inversión se concentraron en grandes instituciones con la novedad de un interés creciente de la empresa privada por patrocinar actividades teatrales. La creación de la Compañía Nacional de Teatro en 1984, la clausura de El Nuevo Grupo (1988) y la promoción de una nueva generación por iniciativa y bajo la dirección de Carlos Giménez y Rajatabla son el marco general de la década.



II

El teatro venezolano es un subsidiado perenne del Estado, lo que no significa que haya habido políticas para su desarrollo. En general el Estado sólo ha favorecido instituciones específicas y promocionado eventos ocasionales. Tal es el caso de los Festivales Internacionales (1981, 1983 y 1988), que consolidaron su desarrollo y prestigio después de realizarse en Caracas la IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones (1978). Hasta 1988
las principales instituciones fueron El Nuevo Grupo y Rajatabla. En una relativa periferia capitalina surgieron Autoteatro y Theja, después fusionados bajo el último nombre, el Grupo Actoral 80, el Taller Experimental de Teatro, y en menor grado, Thespis, grupo universitario de rápida consolidación profesional; en Maracaibo la Sociedad Dramática y en Barcelona el Teatro Estable, cuyo director (Kiddio España) había creado en 1976 el Festival de Teatro de Oriente, consolidado como el festival del teatro venezolano.

Dos decisiones significativas tomó el Estado. La primera, la creación del subsistema de educación en las artes escénicas dentro de la educación formal del Ministerio de Educación (1981). Para ello creó también la Escuela Nacional de Teatro César Rengifo. El diseño aspiraba formar un profesional de mayor nivel artístico y técnico en las áreas de actuación, técnica y animación teatral. En la práctica el proyecto no tuvo éxito, porque no fue instrumentado en toda su complejidad. Desde 1989 se comenzó a trabajar en su modificación y substitución, y el resultado en 1991 fue el Instituto Universitario de Teatro. El síntoma más evidente de su fracaso fue que las principales agrupaciones teatrales (incluso la Compañía Nacional) mantuvieron proyectos propios para formar a sus nuevos integrantes. En poco tiempo la Escuela Nacional de Teatro constituyó algo marginal. También actuó en su contra sin proponérselo, en vista de la pretensión superior de los estudios del proyecto gubernamental, la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela.

La segunda iniciativa importante fue La Compañía Nacional de Teatro en 1984, con Isaac Chocrón como director fundador. En su aspecto institucional tuvo dos logros importantes; supo captar un público numeroso y fiel, con cifras envidiables para grupos con tradición; su director, además, logró captar aportes económicos sustanciales de importantes empresas, en particular financieras, con lo que se ampliaron las fuentes de financiamiento para el teatro. En los primeros años ensayó un repertorio con proyección artística con el que conquistó el público de la zona centro-oeste de Caracas, pero no fue capaz de consolidar una alternativa artística ante las demás agrupaciones del país; su rotundo éxito de público la impulsó sólo a conservarlo y aumentarlo, aún al precio de espectáculos más de una vez tildados de populistas.

En 1989 bajo una nueva administración social-demócrata el Estado empezó a ejecutar un amplio e intenso programa con abundantes recursos económicos. Esta iniciativa tardía ha conllevado la estatización de buena parte del teatro venezolano (han sido creadas las Compañías Regionales, aún en ciudades con grupos consolidados y con tradición) y la concentración de recursos económicos y políticos en algunos grupos como la Fundación
Rajatabla, cuyo campo de influencia abarca el Teatro Nacional Juvenil (con varios núcleos repartidos por el país), el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, los festivales internacionales, el "Periódico del Teatro" y el Teatro Nacional de Repertorio. El cambio ha sido trascendental porque el teatro venezolano ha visto satisfechas muchas aspiraciones, en especial la profesionalización, y se ha establecido una nueva generación.

A mediados de los ochenta no se observaba la presencia de nuevos dramaturgos, a pesar de que en 1984 comenzó la promoción del nuevo teatro y de nuevos directores con los proyectos de Carlos Giménez y Rajatabla. Los textos importantes de la década fueron la ratificación de autores consagrados o de nuevos pertenecientes a su generación. Tal es el caso de Ugo Ulive, el primer autor escénico venezolano gracias al lenguaje escénico y a las
implicaciones culturales de sus últimas puestas en escena, quien en 1981 estrenó su primera obra, Prueba de fuego, sobre el tránsito de la derrota de la guerrilla venezolana en los sesenta, y en 1985 Reynaldo, sobre el desarraigo del intelectual y del creador a partir de la vida del músico venezolano Reynaldo Hahn, quien fuera director de la Opera de París. Ibsen Martínez intentó una alternativa con Humboldt y Bonpland taxidermistas (1981), La hora Texaco (1983) y LSD (1984). Pero son José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón quienes de nuevo se imponen; Chocrón con Simón (1983), a partir del encuentro de Simón Bolívar con su maestro Simón Rodríguez en París y Roma para retomar uno de sus temas preferidos, el de la amistad, y con Clipper (1987), obra de recuerdos y memorias personales sobre miembros muertos de su familia; Cabrujas con El americano ilustrado (1988), alrededor de la figura de Guzmán Blanco, presidente del siglo pasado. De la mano de Rajatabla el escritor español José Antonio Rial estrenó La muerte de García LorcaBolívar en 1982 y Cipango en 1989. La militancia republicana de este autor se puso en evidencia en la obra sobre Lorca; en las otras dos, la historia fue pretexto para algunas reflexiones sobre el poder, la libertad y la gesta épica, en una visión grotesca de la quimera española sobre Cipango.


La dramaturgia venezolana de los ochenta es una dramaturgia madura, en la que los autores se revisan en vez de avanzar. Da la impresión de que lo primordial fue reafirmar posturas, no innovar. Chocrón logró una escritura diáfana y armónica con Clipper. Cabrujas, por su lado, consolidó su galería de personajes ya clásica en el teatro venezolano, esta vez a través de dos hermanos que funcionan como las dos caras de una misma moneda, la misma de Amadeo Mier y Cosme Paraima (Acto Cultural, 1976) y de Pío Miranda (El día que me quieras, 1979).

Miembros de Theja propusieron algunos textos alternativos. Sin embargo este grupo, que se constituyó rápidamente en una de las más interesantes alternativas de la escena venezolana, no logró obras relevantes. Después de experimentos como Salomé (1982), a partir de la obra de Oscar Wilde, y de 13 insomnios (1982), su director José Simón Escalona estrenó Jav y Jos (1986) y Padre e hijo (1987), Xiomara Moreno Perlita blanca con sortija de señorita (1988) y Geranio (1989) y Javier Vidal Su novela romántica del aire (1989) y La hora del lobo (1990), espectáculo post-moderno a partir de Ingmar Bergman.


Ill

En 1985 se da un cambio importante en la puesta en escena venezolana. Hasta ese año la atención la concentraron Rajatabla y Carlos Giménez, que habían consolidado el marco institucional más poderoso del teatro venezolano basado en el Ateneo de Caracas y el Diario El Nacional, ambos dirigidos por miembros de una misma familia. Theja intentaba un espectáculo irreverente, más como testimonio personal de sus integrantes que como innovación estética. La Sociedad Dramática de Maracaibo con Traje de etiqueta (1983) había abierto una nueva perspectiva. El Nuevo Grupo continuaba su línea profesional tradicional, respaldada por una élite de dramaturgos, directores, actores y técnicos, muy importante por la promoción que dio al teatro venezolano en todas direcciones.

El cambio en la puesta en escena está estrechamente vinculado a El Nuevo Grupo y a Rajatabla. La primera produjo en 1985 Beckett hoy, un espectáculo de Ugo Ulive que fue una ruptura radical en contra de la práctica mimética característica de los directores venezolanos. Ulive se impuso como un brillante autor escénico al ir más allá de los textos seleccionados (Not I, Ohio Impromptu y Rockaby). Después Ulive creó, con la producción de la Asociación Cultural Humboldt, La máquina Hamlet de Heiner Müller (1987) y La muerte de Empédocles (1988), a partir de textos de Hõlderlin. Es un tríptico con el que el director innovó la puesta en escena con un lenguaje escénico propio e independiente de las relaciones tradicionales con los textos. Esos autores, negados a complacer al espectador, sirvieron para crear una teatralidad irrepetible que exigió un cambio de actitud e ideología. Hizo de la escena un lugar donde el director puede realizar un proyecto de creación artística personal. La idea rectora en el tríptico fue una visión sobre la situación del intelectual y del creador en el mundo. La idea la había presentado en su Prueba de fuego, donde uno de los personajes es un intelectual de izquierda en trance de desencantarse de su compromiso. En 1986 Ulive estrenó el mismo día dos montajes diferentes de Acto Cultural de José Ignacio Cabrujas con La Compañía Nacional, que ha sido el más audaz tratamiento dado al texto de un autor venezolano al revelar la pluralidad escénica que pueden adoptar las imágenes de una pieza.

Después de las obras de José Antonio Rial, Carlos Giménez había tenido un fracaso con La Gaviota de Anton Chejov con la que inauguró la nueva sala del Ateneo de Caracas (1983). En 1985 con Rajatabla estrenó El alma buena de Sechuan de Bertolt Brecht y La vida es sueño de Calderón de la Barca. En ambos reafirmó lo que se ha dado en llamar "estilo Rajatbla": fueron espectáculos avasallantes, con marcada independencia de los núcleos dramáticos de los textos. Las puestas en escena provocaron agrias polémicas sobre la capacidad de Giménez para interpretar el universo dramático de ambos autores. Aunque las ideas subyacentes en los sistemas de relaciones escénicas no presentaban novedad, impresionaron las ostentaciones visuales de los espectáculos y la vehemencia retórica de gestos y palabras actorales. Si con Brecht le fue reclamado el paisaje pintoresco del montaje, gracias al cual hizo del mundo de Shen-te una chinoiserie, en Calderón anuló las oposiciones de los lugares de la acción, con lo que redujo la significación visual del conflicto.


IV

A partir de 1984 se da la consolidación hegemónica de algunas instituciones, que se aceleró después de la desaparición de El Nuevo Grupo en 1988. Esta institución, cuyo proyecto artístico era ecléctico, ofrecía la más variada diversidad de opciones teatrales. Al desaparecer por razones económicas el panorama se redujo drásticamente, poniendo en peligro la carrera de importantes directores que le eran emblemáticos. Carlos Giménez/Rajatabla crearon el Taller Nacional de Teatro y en 1986 el Centro de Directores para el Nuevo Teatro. Para cerrar la década y prepararse para la siguiente, en 1990 surgió el Teatro Nacional Juvenil presidido por Giménez y financiado por el Estado y en el que encuentran cabida buena parte de quienes se iniciaron en los proyectos anteriores. Estos habían surgido con el propósito de promover una nueva generación, que sin duda ha modificado el panorama de las instituciones teatrales; sin embargo, aún sus dramaturgos y realizadores no se han consolidado como para que pueda hablarse de un nuevo teatro en lo estético y teatral.

La ampliación de los proyectos de la Fundación Rajatabla solidificó su marco institucional tradicional. Los primeros resultados fueron dos festivales de directores para el nuevo teatro (1986 y 1988). Con motivo del último Giménez consideró que el proyecto daría resultados en cuatro o cinco años más. El Teatro Nacional Juvenil se benefició de inmediato con un grupo de realizadores que se había formado en los proyectos anteriores. Con sus producciones se realizó otro festival en la misma perspectiva. De tal manera que en un gran porcentaje, al finalizar la década el panorama teatral venezolano estaba dominado por Rajatabla, Giménez y sus proyectos.

Respecto a los cambios artísticos fundamentales, siguieron vigentes en la década los que fueron protagonistas en la anterior. En la dramaturgia, José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón y en la puesta en escena Ugo Ulive. Pero al iniciarse 1991 el panorama resultaba incierto, porque las asignaciones de recursos en proyectos privilegiados ponían en peligro la carrera de directores y grupos independientes. La nueva década se anuncia como los años del teatro oficial, con compañías y sistemas teatrales promovidos y conducidos bajo la orientación del Estado (se aspira crear compañías regionales en los veinte estados del país) y de las grandes concentraciones institucionales liderizadas por Rajatabla y la Compañía Nacional de Teatro.

Se veía venir con el cierre de las dos salas de El Nuevo Grupo, una de ellas asignada a Theja y la otra desmantelada. Desde 1988 el circuito de salas privilegiadas se ha concentrado en el complejo cultural integrado por el Ateneo de Caracas y Rajatabla, que suman cuatro salas y espacios para teatro al lado del Teatro Teresa Careño. Cuando los directores independientes tienen posibilidades financieras para producir un espectáculo, acuden a esas salas que garantizan público y adecuada promoción. Es decir, la década de los ochenta trajo una nueva generación y una marcada tendencia hacia la concentración institucional.

Universidad Central de Venezuela
Latin American Theatre Review
Spring 1992

Fuente: Latin American Theatre Review


Nota: La foto, los links y las negritas son un agregado de este blog.


Carlos Giménez actor y director: España, 1963-64


Carlos  Giménez actuando en Barcelona, España, en el espectáculo "Recital de  Poesía Nueva Latinoamericana y Española", espectáculo dirigido por él, con el que giró por España, Francia e Italia, 1963-64. 















Fuentes: Ana Lía Cassina, archivo de Carmen Gallardo / Jorge Arán / Rajatabla / Luis Beresovsky






Proyecto de Homenaje a Carlos Giménez de la Legislatura de la Provincia de Córdoba, 8/10/2014





PROYECTO RESOLUCIÓN. N 15341. FECHA 08-10-2014. 30º ANIVERSARIO DE “1º FESTIVAL LATINOAMERICANO DE TEATRO”

LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA
DECLARA


Su beneplácito por el Trigésimo (30º) aniversario del Primer (1º) Festival Latinoamericano de Teatro, creado por el Director Carlos Giménez y que se llevó a cabo por primera vez en la ciudad de Córdoba durante el mes de octubre del año mil novecientos ochenta y cuatro (1984).

Fdo.: Bloque del Frente Cívico

FUNDAMENTOS

En el mes de Octubre de 1984, al compás del advenimiento de la democracia, nacía el 1er. Festival Latinoamericano de Teatro, proyecto que ideó el gran Director Argentino Carlos Giménez, ya fallecido. Pasaron 30 años y muchos recordamos esos hermosos momentos en los que pululaban por los teatros, grupos de distintos países de Europa y Latinoamérica. La gente se volcaba a las calles y a las salas, con alegría y festejando un acontecimiento único que movilizó a toda la sociedad. Es justo recordar aquel encomiable evento, pensando en el futuro e imaginando que pueden volver a repetirse, para bien del arte teatral.



Carlos Giménez era rosarino de nacimiento pero se formó teatralmente en nuestra Córdoba, donde creó el Teatro independiente “El Juglar”, con el cual fue premiado en los Festivales de Nancy, Francia.

Luego se radica en Caracas, Venezuela donde fundó el “Rajatabla” realizando famosos espectáculos que recorrieron el mundo el mundo. En el año 1987 dirige a la Comedia Cordobesa en la obra “El Reñidero”, la cual participó en el Festival Internacional de Teatro en Nueva York y México, con tanto éxito que la crítica del New York Times la consideró como el mejor espectáculo. La no continuidad en el tiempo del Festival arriba mencionado nos hizo perder la interrelación de los grupos teatrales de todo el mundo como así también las vivencias que se recogieron con las distintas formas de la estética teatral.

Sin dejar de mencionar que perdimos a un gran director y maestro de actores, un artista con mayúscula que tiene su homenaje permanente en la Sala Mayor del Teatro Real de Córdoba, la que lleva su nombre.

Mediante el presente Proyecto de Declaración expresamos nuestro beneplácito por el Trigésimo (30º) Aniversario del Primer (1º) Festival Latinoamericano de Teatro, creado por el Director Carlos Giménez.


Fdo.: Bloque del Frente Cívico







Espectros, nuestras sombras internas, por Gil Molina, El Nacional, 13/04/2918



El director de teatro Isaac De Castro presenta una pieza feminista a través del texto de Henrik Ibsen

FOTO RAQUEL CARTAYA
Helena Alving es interpretada por Marialejandra Martín



Por GIL MOLINA | GILMOLINA1311@GMAIL.COM | @GILMOLINANEWS








Carlos Giménez, reconocido director del grupo de teatro Rajatabla -con el apoyo de María Teresa Castillo-, creó en 1973 el Festival Internacional de Teatro de Caracas que recibió a las más significativas compañías de cincuenta y seis países en catorce ediciones, logrando reunir a miles de personas en salas de teatro, espacios cerrados no convencionales, parques, calles, avenidas y espacios públicos de Caracas, ubicándose entre los cinco mejores festivales del mundo y el más importante de Latinoamérica.


Muchos extrañan esa época en que importantes compañías de Inglaterra, Francia y Alemania, entre otras, presentaban sus trabajos en el Festival Internacional de Teatro de Caracas a la par de Londres, París, Berlín o Roma, y las nuevas generaciones descubrían en este festival a importantes compañías y grandes dramaturgos. Pero hoy, aunque Venezuela está en su peor crisis económica de la historia, vemos cómo con gran creatividad y criterio hay una nueva generación de directores de teatro. Es el caso de Isaac De Castro, cuya primera obra de teatro, Blanca Nieves -dice su madre- la dirigió a los 3 años de edad, dejándole una cicatriz en su frente como sello por su pasión y destino.

Este joven director presenta Espectros (1881), una pieza dramática del noruego Henrik Ibsen (1828-1906) que refleja los claroscuros de la moralidad del siglo XIX, y que Ibsen escribió dos años después de la polémica obra Casa de muñecas. Ibsen siempre se caracterizó por hacer polémicos los temas sociales de la época.

Helena Alving (interpretada por Marialejandra Martín) se hace cargo del orfanato construido en memoria de su esposo, el capitán Alving. Conversando con su consejero espiritual, el pastor Manders (Francisco Salazar), le comenta que ese matrimonio estuvo lejos de la perfección. De hecho, el orfanato es una forma de evitar que su hijo Osvaldo (Teo Gutiérrez) reciba la corrupta herencia de su padre.

Ibsen maneja en Espectros los elementos de denuncia y de su furiosa sublevación moral con una habilidad y portento único. Superando los códigos del teatro romántico, conduce al espectador, progresivamente y con una fría racionalidad, hasta el drama. Aquí el director Isaac De Castro es fiel a Ibsen, revelando el nudo de falsedades e hipocresías de esta familia, pero también, la rebelión de la mujer contemporánea. Y si bien en Espectros esta búsqueda es palpable, también es hilada por otras cuestiones como la herencia, la orfandad, la búsqueda de la identidad y, sobre todo, por aquellas cosas no visibles que determinan el destino de cada uno de nosotros. Como diría el propio Henrik Ibsen: “Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida”.

En Espectros también destaca la actuación de Humberto Ortiz, quien interpreta a Jacob, y el trabajo de la joven actriz América Zerpa en el papel de Regina.

La obra es producida por Canteros del Sol, un laboratorio de creación e investigación de artes visuales y escénicas que dirige Isaac De Castro. Un grupo cuyo objetivo es mostrar que más allá de la crisis en Venezuela, la creatividad y el teatro clásico pueden ser posibles. Una manera también de reconstruir un país sin pensar solo en lo que hemos tenido, sino creando para demostrar quiénes somos y cuantas cosas podemos seguir logrando.

La obra también cuenta con el apoyo de la Fundación Planchart, quien cede la quinta El Cerrito como escenario para este montaje, y cuya presentación será solo el sábado 14 y domingo 15, a las 4:00 pm. Los interesados pueden adquirir sus entradas a través del correo espectrosenelcerrito@gmail.com. Podrán disfrutar no solo de esta obra, sino de uno de los lugares más emblemáticos de Caracas, diseñado por Gio Ponti.



Fuente: El Nacional


Nota del blog: la foto de Carlos Giménez fue agregada por este blog.




Carlos Giménez recordado por Pedro Pineda, Fundación Rajatabla, Caracas, 28 de marzo de 2018








¡Tal día como hoy!
Dijiste adiós, tal día como hoy

Tempranito, a las seis de la mañana
Sin decirnos, amigos ya me voy
Por favor nunca cierren la ventana


Por donde salgo, cual furtivo amante
Escapando dejándola entreabierta
Esperando el regreso ¡Dios! Mediante
Sin que aseguren que mi partida es cierta

Angustia siento, sabiendo que les dejo
Con un legado difícil de cargar
Pero tranquilos, yo nunca estaré lejos
Y nunca, nunca les voy a abandonar

Bastará con que recuerden mis consejos
Que son de la vejez sabiduría
Quien tropieza no va como el cangrejo
Pues para atrás solo un foso esperaría

Al recordarme no olviden la alegría
La fe en la vida, pilar para el futuro
Crear con arte es juntar piedra con viga
Que allí la envidia se estrella de seguro

Para alcanzarme, muchachos no hay apuro
Ese momento lo marcará el destino
Cuando sus huellas surquen por los caminos
Y lleguen a la luz, saliendo de lo oscuro

¡¡¡Te llevamos en nuestro pensamiento!!!
¡¡¡Amado Carlos!!!


Por Pedro Pineda
28-03-2018










Carlos Giménez por César Eduardo Rojas Márquez, Caracas, 28 de marzo de 2018






Ayer, en los actos del día Internacional de Teatro olvidaron que tenían la obligación de mencionarte en el reconocimiento de los hombres de otras latitudes que cambiaron la historia del teatro venezolano... No importa... Somos muchos en esta tierra que seguimos siendo tuyos, aunque hayamos guardado silencio... y todos los días intenten callarnos para que se olviden de ti... Para cada uno de nosotros, tú continúas vivo, en nuestros corazones, en nuestras memorias y en nuestra sensibilidad heredada de tus capacidades estéticas y gerenciales... Gracias a ti aprendimos a ser estos incansables hombres de la escena que somos y seguiremos siendo a través de los siglos... Viva Carlos Giménez, el mejor director de teatro que ha tenido Venezuela, su gran gerente teatral, su guerrero, su visionario... ¡¡Qué viva el teatro!!
¡Carlos, seguiremos estando aquí!







Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...