Argentino de nacimiento, que entregó plenamente la mitad de su vida, en una relación que sería definitiva con el país que eligió como patria para vivir, Venezuela, la cual le dio la oportunidad de enfrentar una obra como modo de vida, gracias al Ateneo de Caracas que le abrió las puertas a las aventuras de su equipo, con la intención de mantenerlas siempre de par en par, y por encima de todo a María Teresa Castillo y Josefina Juliac, a quienes admiraba intelectualmente, considerándolas amigas, maestras y críticas severas e implacables. Cuyos afectos lo acompañaron siempre. Su gran amor por Venezuela, le valió el cariño y el respeto de un público que hoy siente como el primer día, su desaparición física.
Para Giménez, “lo mágico y lo fantástico en el teatro, destruyen lo cotidiano, para que el hombre entienda el sentido universal de su presencia en este mundo”. Por eso hablar de Carlos Giménez solo como director de teatro, sería no darle su justo valor. Giménez fue un Creador, un Revolucionario, un Puestista, un Realizador, un Provocador, un Inventor, un Vidente, un Vanguardista.. Admirado por amigos y enemigos. Hizo de su vida el teatro. El era el teatro. Su obra marcó un hito en la historia del teatro contemporáneo La magia de Giménez consistió en universalizar sus montajes al hacerlos comprensibles para todo el mundo, involucrando al público en la identificación con ellos sin distinción de raza e idiomas.
Como muestra de afecto por todo el cariño que le había brindado esta su segunda patria, fue su legado. el “Festival Internacional de Teatro de Caracas” al patrimonio venezolano. . ..”En la reunión de lo plural está la fascinación de la cultura que hace libre a los hombres.” Desde entonces Caracas es sede de uno de los Festivales más calificados a nivel internacional y el de mayor poder de convocatoria popular, según las estadísticas de los principales medios especializados en la materia.
Porte Acero, María Teresa Castillo, Carlos Giménez, Caracas años 70 |
Giménez revolucionó al sector teatral y despertó y revitalizó la conciencia cultural del país. Su ingenio y creatividad no solo fue a nivel artístico. Su influencia dinamizadora y proyectora de acciones dio lugar a la creación de estructuras administrativas, gerenciales y promocionales, figurando en primer lugar, su gran “Proyecto de Vida”, La “Fundación Rajatabla”, fundada en 1971, permaneciendo en el tiempo por más de 37 años, a quien trasmitió su espíritu combativo, fomentando en ellos libertad de criterios y absoluta independencia artística, que lo han ayudado a enfrentar cualquier crisis, revirtiendo el fracaso en éxito, sin importarle cuanto tiempo les tome el hacerlo. Esto ha hecho de Rajatabla una de las compañías teatrales más importantes del mundo.
Entre sus aportes nacionales figuran la creación del Capítulo Venezuela, en su calidad de Jefe Consultor para América Latina de
Carlos Giménez organizó y dirigió las primeras nueve ediciones del Festival Internacional de Teatro de Caracas, a partir de 1973, hasta 1992, con el apoyo del Ateneo de Caracas y otras instituciones. Convirtiendo desde entonces a Caracas en
Crea el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, 1986, que agrupa directores de la nueva generación. El Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, en 1990, como un lugar para la capacitación de nuevas generaciones, en las distintas ciudades de Venezuela. En 1991 funda a Rajatabla Danza, institución dedicada a la creación y producción de coreografías.
Una de sus consignas era sumar voluntades y nunca restar, como fue la fundación de AVEPROTE, Asociación Venezolana de Profesionales de Teatro. Y así muchos otros planes que se quedaron en el papel, como por ejemplo desarrollar a través de Rajatabla su más ambicioso proyecto como causa de vida, lo que justificaría tantos esfuerzos sin desmayos y proyectaría su obra en el tiempo por venir, como es llevar adelante la creación del “Centro Nacional de las Artes Integradas”, pensado para
También fue promotor y creador de numerosas instituciones fuera de Venezuela. En reconocimiento de su ardua labor se hizo acreedor de muchos premios nacionales e internacionales.
Además de su capacidad de liderazgo, hay otro aspecto que se destaca en su gestión como es el sentido de oportunidad, que le permitía identificar el mejor momento para realizar las gestiones, como son las fechas conmemorativas de
Giménez, revolucionó la puesta en escena, rompiendo deliberadamente el espacio y el tiempo, los cuales junto con el poder son constantes que forman la estética gimeniana, siendo ésta un compendio de genialidades, conformada por su pasión y énfasis en la percepción visual. La estética gimeniana ha girado ascendente e invariablemente en dos direcciones, una, como la lectura crítica de lo político-social latinoamericano y otra, como percepción y expresión de lo puramente formal, combinando armoniosamente forma y contenido.
Giménez tenía una peculiar forma de crear poesía en el escenario, negaba la existencia de un paisaje teatral estático y consideraba que el espectador para convencerse del paso del tiempo o cambio de lugar, debía percibirlo, involucrando al público con un solo gesto mágico en el espacio y tiempo previsto, sumergiéndolo en una atmósfera efervescente y multitudinaria, donde el espectador se mantenía en un estado de alerta ante lo insólito.
Cada una de sus obras significó un reto y una confrontación consigo mismo. Decía que lo que le interesaba como director y hombre de teatro era llevar los grandes textos, con un criterio de contemporaneidad, basado en una lectura múltiple, donde esa misma universalidad, permite que el público se conmueva, se emocione, se altere... cuando haya que reír; e irrumpa en llanto cuando los personajes lloran.
Giménez tenía una extraordinaria capacidad de trabajo, poder de oratoria y don convencimiento, movilizando a gran cantidad de personas en base a un concepto, a una idea a un proyecto, permitiéndole al público crecer en sus exigencias frente al hecho teatral, como es el Festival Internacional de Teatro de Caracas, donde su único objetivo es el de lograr el disfrute de un público masivo.
Su intuición casi mágica le permitió captar la esencia misma de las obras, constituyendo sus espectáculos más impactante un fenómeno social y cultural, atrayendo a miles de personas, principalmente a jóvenes. Ejemplo de ellos han sido: “
”Mozart, El Ángel Amadeus” 1991, sorprendente espectáculo músico-teatral sobre el genio de Salzburgo en la etapa final de su vida, llevado a escena por este genial director, después de tres semanas de ensayo. Presentada en función única, en el Teresa Carreño, en conmemoración al bicentenario de su muerte. Revestida por la particularidad de ser una representación interdisciplinaria, logrando reunir en un solo espectáculo a más de 300 actores músicos y cantantes de cuatro compañías de teatro, dos grupos polifónicos, una orquesta y un cuarteto, como son el grupo Rajatabla, el Teatro Nacional de Repertorio, el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (Núcleo Caracas), el Taller Nacional de Teatro, el Orfeón Universitario Simón Bolívar,
Giménez sabía concertar las fuerzas materiales y espirituales de ese universo que es el teatro, moldeando con destreza la arcilla de actores, escenógrafos y técnicos junto, con las criaturas de su imaginación. Fue un director muy apasionado, y esa misma pasión lo llevaba a ser un director integral, cuidando todos los detalles de su puesta, además fue un creador de proceso, a medida que iba creando iba cambiando. Una puesta de Giménez comenzaba triangular y podría terminar cuadrada y al paso del tiempo esa misma pieza podía ser rectangular, provocando siempre la misma reacción. Le preocupaba mucho el aspecto de la intemporalidad, ya que el teatro no es igual a una película, o, a un video, sino más bien es algo transitorio. Por lo que una vez terminada la función, ese mismo espectáculo no podía repetirse de la misma forma nunca más.
Fue además un vidente un vanguardista, no solo en lo concerniente a las cosas que iban a ocurrir en el teatro, sino también a los acontecimientos que el país y el mundo verían suceder, por lo que siempre estuvo presente en sus espectáculos, la denuncia feroz de los problemas políticos, morales y económicos que desgarran los sectores sociales del país, porque para Giménez “... si alguna misión tiene el arte y el artista es estar con la derrota y con el vencido, porque el vencido nunca escoge su derrota, jamás...”
Carlos Giménez fue un director que sin distanciarse de su línea creativa, rompió de manera impredecible sus propios cánones, retando descaradamente la imaginación; inventando y combinando términos de forma particular, agotando de manera infinita todos los recursos del teatro.
Una constante en su trabajo fue crear poesía en el escenario recurriendo a los elementos de la naturaleza como componentes escénicos, así, la arena, el agua, la tierra, el fuego, simbolizan en cada una de sus piezas algo diferente y constituyen junto con la iluminación, la escenografía y la musicalidad un personaje más de la obra.
Su propuesta estética no estuvo disociada de su propuesta ideológica. Giménez consideraba que debía enfrentarse al texto abiertamente, aportando elementos creativos a la obra del dramaturgo, alegando que este era el principio básico de la libertad creadora, que de no existir, el creador desaparece y le hace un escuálido favor a su colega dramaturgo; manteniendo de esta forma un equilibrio entre la propuesta escénica y el texto.
Siempre mantuvo una coherencia intelectual en su programación, lo que le permitió su desarrollo estético. Uno de sus rasgos resaltantes fue la de trabajar temas que se desarrollaron dentro de la estructura de la trilogía, como “Fiebre” 1974, “Casas Muertas” 1987 y “Oficina Número Uno” 1992, llamada “Trilogía de
El poder fue una suerte de fascinación persistente dentro de la creación de Carlos Giménez, estando presente en todas sus obras, aun en las que podían parecer más lejanas al problema político. Estos contenidos conceptuales nunca se expresan verbalmente, muy por el contrario, Giménez trata de penetrar en la conciencia del público a través de un lenguaje simbólico propio, poniendo de manifiesto dentro de una liturgia misteriosa, la dinámica de la dominación absolutista.
Giménez llevaba los clásicos a las tablas con un enfoque moderno, lo que le ha permitido darle permanencia a sus obras, sin que se destruya su esencia misma, a pesar del paso del tiempo. Ejemplo de ello tenemos al “El Señor Presidente”, presentada después de 25 años, en el marco del VII Festival Internacional de Cultura Paiz, realizado en
Decían que no era director de actores, pero fue más que eso, fue un hacedor de artífices. Giménez establecía relaciones diferentes con cada actor, los analizaba y sabía como era cada uno, conocía sus reacciones y los dirigía de acuerdo a su personalidad. Les indicaba y orientaba, dejando un margen de libertad para la creación; y cuando el actor se encontraba totalmente desubicado, el trataba de llevarlo a una situación límite, conmocionándolo internamente, incitándolo, desafiándolo, confrontándolo consigo mismo, propiciando de forma inexorable el momento sensibilizador, proclive a la creación artística; inventando de esta forma, un alma, más que un cuerpo teatral, dando lugar así, a una verdadera comunión.
Era irreverente y provocador como el mismo se definía y como todo creador tenía su lado oscuro. Sus defectos eran tan numerosos como sus cualidades, pero éstas rebasaban la capacidad de entendimiento. A Giménez le gustaba sacudir los convencionalismos y socavar los cimientos, prueba de ello fue su montaje “
Para Giménez la amistad tenía un gran valor su vida estaba configurada en base a ella, ya que la amistad es un sentimiento que perdura y nada la condiciona. el decía que “la única fortuna acumulada es la amistad que crece como la sabiduría, con el dolor del asombro” Rajatabla fue para Giménez esa familia que uno elige para hacer su vida... sus amigos. Giménez fue el motor de una gran maquinaria, que sigue trabajando al unísono de forma implacable y perfecta, siguiendo las directrices impartidas por su creador. Rajatabla ha sido embajador cultural de Venezuela en un extenso recorrido por los más importantes Festivales Internacionales, que le han dado la bienvenida y otorgado distinciones, además del reconocimiento unánime de la prensa especializada; constituyendo los integrantes de Rajatabla el motor fundamental en la organización de los primeros nueve Festivales Internacionales de Teatro de Caracas, que sin duda alguna se los debemos a personas que como Carlos Giménez, no le tuvo miedo al miedo y se atrevió a quitarle el fuego a los dioses, para regalárselo a los que realmente se lo merecían, permitiendo al público venezolano, el disfrute del mejor teatro del mundo. Indiscutiblemente, Carlos Giménez fue “un verdadero hombre de teatro” querido, odiado, abucheado, aplaudido, alabado, injuriado, rechazado, solicitado, pero JAMAS ni NUNCA ignorado.
Uno se imagina que un ser, capaz de crear tan maravillosa obra, sería casi invulnerable, protegido quizá por el misma divinidad que le diera el poder de recrear la belleza en el escenario. Carlos abandonó su ropaje corporal para convertirse en algo más poderoso, para vivir definitivamente en el elemento imperecedero del alma humana, para habitar hoy después de 10 años de su partida, en el corazón de los amantes del buen espectáculo, por los siglos de los siglos. Su genio creador impone al final su razón artística de ser... Director, Provocador, Vidente, Organizador, Productor, Vanguardista en fin... “CREADOR DE IMPOSIBLES”
“Por eso nos afectan tanto los recuerdos, las fechas, los días
de cumpleaños, los nacimientos y las despedidas.
Algo de nosotros se queda en los calendarios sin uso.
Para combatir esta nostalgia lucharemos contra el tiempo,
con la alegría de saber que tuvimos el coraje de elegir
y que en ello quedó
“el constante desafío de estar en deuda con nosotros mismos”
“el constante desafío de estar en deuda con nosotros mismos”
Carlos Giménez