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"La única fortuna acumulada: la amistad que crece como la sabiduría, con el dolor del asombro" / artículo original de Carlos Giménez, Caracas, 1992

"(...)  Tengo 46 años y he vivido la mitad de ellos en Venezuela, mi patria elegida.
Sobre el anecdotario con el que se regodea la curiosidad ajena hay mucha tela que cortar.  Que si soy o no amigo del presidente Pérez. Que concentro mucho poder, que soy histérico y tiro máquinas de escribir por las ventanas, es harina de costal ajeno.
Venezuela me ha dado la oportunidad de enfrentar una obra como modo de vida: Rajatabla, el Festival Internacional, el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, la ASSITEJ, y sobre todo, muy por encima de todo, los afectos que acompañan mi vida, entre los cuales Ángel Acosta y Miriam Fletcher encabezan una lista corta pero intenso de lo que estimo la única fortuna acumulada: la amistad que crece como la sabiduría, con el dolor del asombro".  

Carlos Giménez, Caracas, 1992  







Fuente: Ana Lía Cassina. Archivo: Carmen Gallardo












CARACAS CONTINUA SIN CARLOS GIMÉNEZ / CARACAS CONTINUE SANS CARLOS GIMENEZ / CLAUDE PEREIRA, 17 de abril de 1995, LIBERATION, PARIS

 

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Caracas, de nuestro corresponsal.


"De sus años de lucha, cuando, aunque coronado con un doble premio (dirección y comedia) 

obtenido en 1965 en el Festival Internacional de Teatro de Varsovia, llegó a Venezuela 

para fundar la compañía Rajatabla..."


El X Festival de Teatro de Caracas no llevará la firma de Carlos Giménez. El Sr. Teatro de Venezuela, aunque era argentino, hecho que sus agresivos detractores nacionalistas nunca dejaron de recordarle, también lo había anticipado. 

“Me voy a morir”, reveló en 1992, “tengo SIDA y soy un enfermo terminal. Por tanto, no soy yo quien organizará la décima edición de este festival. Créame, lo lamento”. 

Eso fue todo. Pero al mismo tiempo fue un desaire valiente y una mueca hacia la sociedad venezolana que todavía se entrega al machismo más duro y obliga, por ejemplo, a quienes han muerto de SIDA a tejer, incluso para sus seres queridos, fábulas absurdas con la complicidad de los médicos. En cualquier caso se habría reído mucho Carlos Giménez, hojeando el programa de "su" X Festival, un auténtico folleto "pro", redactado por un inspirado Juan Luis Delmont, más conocido hasta entonces por haber presentado con felicidad... la escuela de canto freudiano en Caracas.

Giménez habría sabido especialmente degustar como a un  plato dulce si se hubiera elegido la pieza de su viejo amigo venezolano José Simón Escalona Marilyn, la Última Pasión como la “estrella americana” de este festival.

Prohibida desde hace más de diez años, la obra aborda detalladamente el tema del suicidio, en forma de variaciones oníricas. La de un director que despliega ante el espectador, como en una película acelerada, el hilo de sus recuerdos, de sus amores homosexuales evocados de la manera más cruda, como estas escenas de sodomía mimetizadas con un realismo asombroso.

¿Quizás Carlos Giménez habría visto esto como una venganza póstuma? De sus años de lucha, cuando, aunque coronado con un doble premio (dirección y comedia) obtenido en 1965 en el Festival Internacional de Teatro de Varsovia, llegó a Venezuela para fundar la compañía Rajatabla, hoy escaparate del teatro venezolano, poniendo en escena la primera obra de Gabriel García Márquez El Coronel no tiene quien le escriba, o inventar inmediatamente el Festival Internacional de Caracas, hoy más institucionalmente dirigido por Carmen Ramia Otero, gran burguesía caraqueña.

“Nunca olvidaremos el trabajo de Carlos Giménez”, asegura la nuevo presidenta del comité organizador, cuyas disputas con su predecesor han alimentado durante mucho tiempo las cenas en la ciudad. La reconocida psicoanalista Carmen Ramia Otero mantuvo relaciones conflictivas con su hermano menor y, en la más pura tradición lacaniana, siempre había intentado matar a este engorroso hijo en ausencia del padre original, mucho antes de que la verdadera muerte se llevara a Carlos Giménez. “El viento de locura que soplaba en torno a la obra de Carlos aún nos azota"- dice  Juan Luis Delmont- "no debemos rehuir nuestro placer.” Es cierto, y la inauguración el sábado 8 de abril del Festival en el Teatro Teresa Carreño con No me olvides, interpretada por la compañía francesa de Philippe Gentil, dejó a los espectadores mareados de ruido y luz. “Es una verdadera historia de amor”, añade Delmont, “que los venezolanos y Philippe Gentil viven desde el espectáculo que este último ofreció aquí con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa”. Hasta el 25 de abril, veinticinco compañías se presentarán en los escenarios del “Carreño” y luego en los teatros de las principales ciudades de provincia.

Los extranjeros llegaron con fuerza. Los suecos del Backa Teater, con su personalísima versión de La Duodécima Noche de Shakespeare, o los alemanes del Theatre Titanic, que bailan el vals en la cubierta del famoso transatlántico que se hunde. O, mejor aún, los eslovenos, que reinventaron la Divina Comedia de Dante (Drama Sng Maribor) y de cuya otra compañía, Mladinsko, se esperaba que creara un evento con Roberto Zucco completamente renovado de Koltès. 

“Hacer teatro, organizar un festival así”, concluye uno de los actores de Marilyn, “éstas son nuestras playas de libertad. Recuerden que en Venezuela, desde hace un año, vivimos bajo el régimen de suspensión de garantías constitucionales”.

 

©Claude Pereira

17 de abril de  1995, 

LIBERATION, PARIS

Nota: las palabras en negritas y la diagramación son de este blog. La traducción es de Google.



Caracas, de notre correspondant.


Le 10e Festival de théâtre de Caracas ne portera pas la griffe de Carlos Gimenez. Le Monsieur Théâtre du Venezuela ­ bien qu'il fût argentin, ce que ses détracteurs au nationalisme agressif ne manquaient jamais de lui rappeler ­ l'avait d'ailleurs prévu. 
«Je vais mourir, avait-il révélé en 1992, j'ai le sida et je suis en phase terminale. Ce n'est donc pas moi qui organiserai la dixième édition de ce festival. Croyez bien que je le regrette.» 
Ce fut tout. Mais en même temps un courageux et grimaçant pied de nez à la société vénézuélienne qui se shoote encore au machisme le plus hard et oblige, par exemple, ceux que sont emportés par le sida, à tricoter, même pour leurs proches, d'absurdes fables avec la complicité de médecins. Il aurait bien rigolé en tout cas, Carlos Gimenez, en feuilletant le programme de «son» 10e Festival, une vraie brochure «pro» au demeurant cette année, liftée par un Juan Luis Delmont inspiré, plus connu toutefois jusque-là pour animer avec bonheur... l'école du chant freudien de Caracas.
Gimenez aurait en particulier goûté comme un mets sucré que l'on ait choisi la pièce de son vieux copain vénézuélien José Simon Escalona Marilyn, la Ultima Pasion pour «vedette américaine» de ce festival.
Interdite pendant plus de dix ans, l'oeuvre aborde par le menu, sous forme de variations oniriques, le thème du suicide. Celui d'un metteur en scène qui déroule pour le spectateur, comme dans un film accéléré, le fil de ses souvenirs, de ses amours homosexuelles évoquées de la façon la plus crue, comme ces scènes de sodomie mimées avec un réalisme confondant. 
Peut-être Carlos Gimenez aurait-il décelé là comme une revanche posthume? De ses années de galère, quand, tout auréolé pourtant d'un double prix (mise en scène et comédie) décroché en 1968 au Festival international de théâtre de Varsovie, il débarqua au Venezuela pour fonder la compagnie Rajatabla, aujourd'hui la vitrine du théâtre vénézuélien, monter le tout premier la pièce de Gabriel Garcia Marquez El Coronel no tiene cartas, ou inventer dans la foulée le Festival international de Caracas, cornaqué aujourd'hui plus institutionnellement par Carmen Ramia Otero, une grande bourgeoise caraquénienne. 
«Nous n'oublierons jamais l'oeuvre de Carlos Gimenez», assure la nouvelle présidente du comité d'organisation, dont les démêlés avec son prédécesseur ont pourtant longtemps alimenté les dîners en ville. Psychanalyste de renom, Carmen Ramia Otero entretenait des rapports conflictuels avec son cadet et, dans la plus pure tradition lacanienne, elle avait de tout temps tenté de tuer ce fils encombrant à défaut du père originel, bien avant que la mort ­ la vraie ­ n'emportât Carlos Gimenez. «Le vent de folie qui soufflait autour du travail de Carlos nous fouette toujours autant, tempère Juan Luis Delmont, il ne faut pas bouder notre plaisir.» C'est vrai, et l'ouverture le samedi 8 avril du Festival au théâtre Teresa Careno avec No me olvides, interprétée par la compagnie française de Philippe Gentil, a laissé les spectateurs tout étourdis de bruit et de lumière. «C'est une véritable histoire d'amour, ajoute Delmont, que vivent les Vénézuéliens et Philippe Gentil depuis le spectacle que ce dernier avait donné ici à l'occasion du bicentenaire de la Révolution française.» Jusqu'au 25 avril, vingt-cinq compagnies se succéderont sur les planches du «Careno» puis dans les théâtres des principales villes de province.
Les étrangers sont venus en force. Les Suédois du Backa Teater, avec leur version très personnelle de la Nuit des rois de Shakespeare, ou les Allemands du Theater Titanic, qui valsent sur le pont du célèbre paquebot en train de couler. Ou, mieux encore, les Slovènes, qui ont réinventé la Divine Comédie de Dante (Drama Sng Maribor) et dont on s'attendait que l'autre compagnie, Mladinsko, créât l'événement avec le Roberto Zucco de Koltès complètement relooké. «Faire du théâtre, organiser un tel festival, conclut l'un des acteurs de Marilyn, ce sont nos plages de liberté. Rappelez-vous qu'au Venezuela, depuis un an, nous vivons sous le régime de la suspension des garanties constitutionnelles.».

Claude Pereira17 Avril 1995Liberation, Paris





Carlos Giménez: "Carta al Público", VIII FITC 1990





"Muchos acontecimientos marcan la historia del Festival.  De aquí se proyectaron a la escena internacional compañías y grupos que hallaron en este encuentro la plataforma que su talento necesitaba."
Carlos Giménez





Fuente:






Carlos Giménez y la creación del "Centro de Directores para el Nuevo Teatro" / "Rajatabla 20 años" de Blanca Sánchez y David Rojas Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991














Fuente: Carlos Cassina 
Ed. Monte Avila - Presidencia de la República de Venezuela, 1991









Carlos Giménez y la creación del TNT (Taller Nacional de Teatro): Discurso inaugural de Carlos Giménez; primeras promociones / "Rajatabla 20 años" de Blanca Sánchez y David Rojas Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991


Carlos Giménez y la primera promoción del TNT













Fuentes 

Ed. Monte Avila - Presidencia de la República de Venezuela, 1991































Carlos Giménez: " Rajatabla Ateneista: fundadores y consolidadores", artículo de Carlos Giménez / "Rajatabla 20 años" de Blanca Sánchez y David Rojas Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991

















Fuente: Carlos Cassina 
Ed. Monte Avila - Presidencia de la República de Venezuela, 1991





Carlos Giménez: "Moliere: Elomire, Hipocondríaco / Revista Primera Fila, 1984, Caracas



"Es el rito del horror. ¿Por qué tanto odio?"







Camino del Teatro Palais Royal a su casa, Moliere, asume “la triste hora de la vida”.

Viernes 17, febrero de 1673. Ha sido interminable la ultima presentación del “Enfermo Imaginario” y su Argan no entiende porqué es tan desoladora y fúnebre esta noche de París. Levanta con esfuerzo su mano para correr el visillo del carruaje y verlos allí, reunidos como espectros en las sombras de la calle Richelieu: Lulli, el florentino; la Señorita Du Parc; los actores del Hotel de Borgoña; los curas Lenfant y Nechaut –preparados para negarles la confesión- y el mismo Rey Sol preguntando en secreto al oído de Boileau ¿quién es el más grande Francia?

Es el rito del horror. ¿Por qué tanto odio,  pregunta  Jean Baptiste Poquelín?  Y las voces amigas son siempre las mismas: su amado Barón, Armanda y Magdalena Béjart (que ha muerto un año antes), su pequeña Esprit Magdalena, el Señor De la Grange.

Sus enemigos lo persiguen después de muerto: “no recibió la confesión”, “no puede ser enterrado en camposanto”; vuelve la moda del infame libelo que sin poder con su obra arremete contra su vida: ELOMIRE, HIPOCONDRÍACO. Son muchos y podía ser uno sólo: Lulli, viviendo de la caridad de Moliere, y luego –obtenido el favor del Rey- quitándole los músicos; la traición de la Señorita Du Parc que, estimulada por Racine, deja el Teatro de Moliere para irse con los más poderosos del Hotel de Borgoña. Es toda la hipocresía del “Hombre de los Bigotitos” que 250 años después, descubrirá César Vallejo en París, acurrucado tras las bambalinas, esperando en la puerta de los camerinos para sembrar el veneno de la insidia.

Es el atardecer de febrero de 1673. No, ya es de noche. Jean Baptiste quiere ir al cuarto del Barón porque tiene frío; le ofrecen sopa y pide queso de parma. Están junto a él los de siempre, sus amores de siempre. El sabe que su ALCESTE querido resurgirá en su Palais Royal, y también que los débiles preparan sus maletas para mudarse al Hotel de Borgoña. Ya no puede competir con LULLI que goza de todo el favor del Rey Estado; Jean Baptiste Poquelin se ha quedado solo con nosotros y con la historia. Ya olvidará las conjuras secretas organizadas por Lulli, con la complacencia de Racine y la humillación que provoca el odio del poderoso. Lulli ha conseguido darle económicamente un golpe mortal a MOLIERE. Los decretos reales conceden al florentino una fuerza incompatible.

Y los recuerdos vuelven como escenas que no terminan de encontrar su punto exacto: la prohibición de “Tartufo” por el Señor de Lampginon; los 26 años de amistad y dolor con el gran actor de La Grange (titular del libro registro de la Compañía); los amores de Magdalena y Armanda Béjart; la pasión y el odio; el fracaso y el éxito y toda la traición de la que es capaz esa droga oscura del teatro.
El 21 de febrero mediante de la autorización del Arzobispo de París puede entrar en un camposanto “sin pompa alguna, fuera de las horas diurnas y sólo con dos sacerdotes”. Entra por las sombras a la sombra de la carne.

Ya vendrán los libelos y los epitafios. Nosotros recogemos el del padre jesuita Bouhours:

“Moliere nada a tu gloria faltaría,
si entre los defectos que también descubriste,
hubieras incluido tan negra ingratitud”.





Caracas, diciembre 1984.




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