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Carlos Giménez crea y dirige el "Festival Pirandello", Revista Intermedio, mayo-junio 1984



Cosme Cortázar y Roberto Moll











Carlos Giménez fue  el creador y productor del  "Festival Pirandello", realizado en todos las salas y espacios del Ateneo de Caracas, desde el 23 de Mayo al 24 de Junio de 1984, con el auspicio de la Embajada de Italia, el Instituto Italiano-Venezolano de Cultura,  la Casa Sicilia y el Ateneo de Caracas

El "Festival Pirandello" incluyó teatro, con la participación especial de un grupo venido especialmente de Italia y grupos nacionales,  en el Ateneo de Caracas y Sala Rajatabla; cine en la Cinemateca Nacional; videos, exposiciónconferencias, con un experto en Pirandello venido de Italia, en el Ateneo de Caracas; y concurso de ensayo,  todo ideado por el genio creador de Carlos Giménez acompañado por María Teresa Castillo, su equipo de la Dirección de Teatro del Ateneo (que dirigía Carlos) y el invalorable aporte económico de la Embajada de Italia, el Instituto Italiano-Venezolano de Cultura y  la Casa Sicilia. 

En el "Festival Pirandello" participaron los siguientes grupos: 

"La Prova d`insieme" (Italia): "La fábula del hijo cambiado", Teatro Anna Julia Rojas

Grupo Rajatabla: "La Máscara frente al espejo", todos los espacios del Ateneo de Caracas

Grupo Actoral 80: "Esta noche se  improvisa en busca de personajes", Sala Rajatabla

Grupo Ateneo de Caracas: "Enrique IV"

 Grupo Raíces-Centro Cultural Prisma: "El gorro de cascabeles", Sala de Conciertos

Grupo Theja-Autoteatro: "Hermes Bifronte", Sotano Ateneo de Caracas

Grupo Teatral La Casa de Sicilia: "La Patente", Sala Rajatabla

Concurso de Ensayo "Pirandello y su tiempo" organizado por la Embajada de Italia, el Instituto Venezolano Italiano de Cultura, la Casa Sicilia y el Centro de Dramaturgia del Departamento de Teatro del Ateneo de Caracas , coordinado por Ibsen Martinez  y creado por iniciativa de Carlos Giménez. 

En la Cinemateca Nacional se realizó un ciclo  dedicado a Pirandello llamado "Teatro en el Cine" donde se exhibieron las siguientes películas:  
"Enrique IV" de Pastina
 "Enrique IV" de Palermi
 "Acciacio" de Ruttman
 "Canciones de Amor" de Righelli
 "Así es la vida" de Pastina.


El Ciclo de Videos  se realizó en la Sala de Cine del Ateneo (más tarde llamada Margot Benacerraf): se proyectaron 13 novelas filmadas de las obras de Pirandello.

En el Hall de la sala de Cine del Ateneo se realizó la Exposición "Los Lugares de Pirandello". 

En la Sala de Conferencias del Ateneo de Caracas se dictaron una serie de Conferencias sobre Pirandello a cargo del profesor italiano Callari, especialista de la obra de Pirandello, quien viajó de Italia especialmente para participar del "Festival Pirandello". Las conferencias fueron sobre:
 "Pirandello, actor y guionista"
"Seis personajes en busca de un autor"
 "Cuando y cómo Pirandello se acercó al cine"
 "El Cinema de 1930 a 1936"















 




















Mario Salvato





















Carlos Giménez crea la Primera Muestra Nacional de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes: Caracas, mayo-junio 1978






           
Fuente: Rodolfo Molina



Fuente: Carmen Carmona




"A continuación Carlos organiza en Caracas la Muestra Nacional de Teatro de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes  en el marco de IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones (Caracas, 6 de Mayo de 1978). Los grupos presentes fueron: Teatro Universitario de Mérida, Altosf de Cumaná, Teatro Móvil Campesino de Mérida (mi grupo de entonces), Pequeño Teatro de Maracaibo, Pequeño Grupo de Mérida, La Barraca de Ciudad Guayana, Trenzas Teatro de San Felipe; Grupo Theja, Teatro El Triángulo, Los Comediantes y el Grupo Rajatabla de Caracas. Más tarde organiza, apropiadamente, la Primera Muestra Nacional de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes en el mes de junio del mismo año, 1978, en la Sala Rajatabla".


(entrevista)
Director de teatro,productor, actor, diseñador de vestuario y escenografía, docente, gerente cultural, pedagogo teatral, dramaturgo, guionista cine.



Carlos Giménez crea la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes, Tovar, Mérida, 1978 / por Rodolfo Molina, Venezuela, 2018

          


           
Fuente: Rodolfo Molina





"Efectivamente, la idea fue de Carlos, con el  que compartí en Tovar a finales del año 1977, aproximadamente. Veníamos, en cada encuentro, examinando los procesos de trabajo de los grupos en Latinoamérica y la viabilidad de estrechar los vínculos de forma organizada con todos ellos. Miramos el Festival de Manizales y su forma de presentar el evento. Era un gran acto de comunión, como una gran mesa de trabajo en donde los grupos participantes se reunían a mostrar sus hallazgos artísticos y lo más singular de todo, era que en la discusión de las obras participaba el público con los actores y realizadores en general. Era fantástico. Esta era la finalidad central de la Asamblea en gestación.

En Tovar, finalmente suscribimos un documento que llamamos: La declaración de TovarEn este acto estuvieron presentes un significativo grupo de directores entre ellos: Juan Pagés, José Simón Escalona, Lientur Carranza, Ciro Medina, Félix Salazar, Juan Carlos de Petre, Jacinto Cruz, Winston Rosales, Rómulo Rivas y otros tantos creadores solidarios que no pudieron llegar a tiempo y por supuesto, Carlos Giménez y mi persona.  

A continuación Carlos organiza en Caracas la Muestra Nacional de Teatro de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes  en el marco de IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones (Caracas, 6 de Mayo de 1978). Los grupos presentes fueron: Teatro Universitario de Mérida, Altosf de Cumaná, Teatro Móvil Campesino de Mérida (mi grupo de entonces), Pequeño Teatro de Maracaibo, Pequeño Grupo de Mérida, La Barraca de Ciudad Guayana, Trenzas Teatro de San Felipe; Grupo Theja, Teatro El Triángulo, Los Comediantes y el Grupo Rajatabla de Caracas. Más tarde organiza, apropiadamente, la Primera Muestra Nacional de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes en el mes de junio del mismo año, 1978, en la Sala Rajatabla".


(entrevista)
Director de teatro,productor, actor, diseñador de vestuario y escenografía, docente, gerente cultural, pedagogo teatral, dramaturgo, guionista cine.




Procesos en el teatro venezolano de los ochenta / Leonardo Azparren Giménez, Latin American Theatre Review, Kansas University, Spring 1992


Carlos Giménez e integrantes del TNJV y TNT.





I

Intentaré registrar, de manera general, las tendencias y los procesos cardinales del teatro venezolano entre 1981 y 1990, con el propósito de identificar el contexto y la creación teatral de esos años. De esta manera, más que un estudio de la producción estética en sí, por lo demás variada y que amerita mayor espacio, el intento llamará la atención sobre elementos que influyen en las condiciones actuales de producción teatral en Venezuela.

Los años mencionados corresponden a un período de transición. Los setenta constituyeron la mejor década de la dramaturgia venezolana en el siglo, en especial por la obras de José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón; también vio consolidarse y desarrollarse las principales instituciones teatrales del siglo. Con este antecedente en 1981 entró el teatro venezolano en el difícil tránsito de intentar de nuevo un nuevo lenguaje. Una dramaturgia establecida con un amplio reconocimiento nacional concluyó la década con dos obras importantes, El día que me quieras (1979) de José Ignacio Cabrujas y Mesopotamia (1980) de Isaac Chocrón, y directores con una obra escénica renovadora y, al mismo tiempo, discutida, como Ugo Ulive, Armando Gota y Carlos Giménez, eran los pivotes de un contexto en el que se presentía una nueva generación. Grupos semiprofesionales en el primer año de la década, como Autoteatro (Javier Vidal), Theja (José Simón Escalona) y la Sociedad Dramática de Maracaibo (Enrique León) lo indicaban.

Los marcos institucionales generales fueron los primeros en cambiar, no en los escenarios. Colapsaron los gremios teatrales, hubo cambios radicales en las políticas del Estado y la actividad y la inversión se concentraron en grandes instituciones con la novedad de un interés creciente de la empresa privada por patrocinar actividades teatrales. La creación de la Compañía Nacional de Teatro en 1984, la clausura de El Nuevo Grupo (1988) y la promoción de una nueva generación por iniciativa y bajo la dirección de Carlos Giménez y Rajatabla son el marco general de la década.



II

El teatro venezolano es un subsidiado perenne del Estado, lo que no significa que haya habido políticas para su desarrollo. En general el Estado sólo ha favorecido instituciones específicas y promocionado eventos ocasionales. Tal es el caso de los Festivales Internacionales (1981, 1983 y 1988), que consolidaron su desarrollo y prestigio después de realizarse en Caracas la IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones (1978). Hasta 1988
las principales instituciones fueron El Nuevo Grupo y Rajatabla. En una relativa periferia capitalina surgieron Autoteatro y Theja, después fusionados bajo el último nombre, el Grupo Actoral 80, el Taller Experimental de Teatro, y en menor grado, Thespis, grupo universitario de rápida consolidación profesional; en Maracaibo la Sociedad Dramática y en Barcelona el Teatro Estable, cuyo director (Kiddio España) había creado en 1976 el Festival de Teatro de Oriente, consolidado como el festival del teatro venezolano.

Dos decisiones significativas tomó el Estado. La primera, la creación del subsistema de educación en las artes escénicas dentro de la educación formal del Ministerio de Educación (1981). Para ello creó también la Escuela Nacional de Teatro César Rengifo. El diseño aspiraba formar un profesional de mayor nivel artístico y técnico en las áreas de actuación, técnica y animación teatral. En la práctica el proyecto no tuvo éxito, porque no fue instrumentado en toda su complejidad. Desde 1989 se comenzó a trabajar en su modificación y substitución, y el resultado en 1991 fue el Instituto Universitario de Teatro. El síntoma más evidente de su fracaso fue que las principales agrupaciones teatrales (incluso la Compañía Nacional) mantuvieron proyectos propios para formar a sus nuevos integrantes. En poco tiempo la Escuela Nacional de Teatro constituyó algo marginal. También actuó en su contra sin proponérselo, en vista de la pretensión superior de los estudios del proyecto gubernamental, la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela.

La segunda iniciativa importante fue La Compañía Nacional de Teatro en 1984, con Isaac Chocrón como director fundador. En su aspecto institucional tuvo dos logros importantes; supo captar un público numeroso y fiel, con cifras envidiables para grupos con tradición; su director, además, logró captar aportes económicos sustanciales de importantes empresas, en particular financieras, con lo que se ampliaron las fuentes de financiamiento para el teatro. En los primeros años ensayó un repertorio con proyección artística con el que conquistó el público de la zona centro-oeste de Caracas, pero no fue capaz de consolidar una alternativa artística ante las demás agrupaciones del país; su rotundo éxito de público la impulsó sólo a conservarlo y aumentarlo, aún al precio de espectáculos más de una vez tildados de populistas.

En 1989 bajo una nueva administración social-demócrata el Estado empezó a ejecutar un amplio e intenso programa con abundantes recursos económicos. Esta iniciativa tardía ha conllevado la estatización de buena parte del teatro venezolano (han sido creadas las Compañías Regionales, aún en ciudades con grupos consolidados y con tradición) y la concentración de recursos económicos y políticos en algunos grupos como la Fundación
Rajatabla, cuyo campo de influencia abarca el Teatro Nacional Juvenil (con varios núcleos repartidos por el país), el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, los festivales internacionales, el "Periódico del Teatro" y el Teatro Nacional de Repertorio. El cambio ha sido trascendental porque el teatro venezolano ha visto satisfechas muchas aspiraciones, en especial la profesionalización, y se ha establecido una nueva generación.

A mediados de los ochenta no se observaba la presencia de nuevos dramaturgos, a pesar de que en 1984 comenzó la promoción del nuevo teatro y de nuevos directores con los proyectos de Carlos Giménez y Rajatabla. Los textos importantes de la década fueron la ratificación de autores consagrados o de nuevos pertenecientes a su generación. Tal es el caso de Ugo Ulive, el primer autor escénico venezolano gracias al lenguaje escénico y a las
implicaciones culturales de sus últimas puestas en escena, quien en 1981 estrenó su primera obra, Prueba de fuego, sobre el tránsito de la derrota de la guerrilla venezolana en los sesenta, y en 1985 Reynaldo, sobre el desarraigo del intelectual y del creador a partir de la vida del músico venezolano Reynaldo Hahn, quien fuera director de la Opera de París. Ibsen Martínez intentó una alternativa con Humboldt y Bonpland taxidermistas (1981), La hora Texaco (1983) y LSD (1984). Pero son José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón quienes de nuevo se imponen; Chocrón con Simón (1983), a partir del encuentro de Simón Bolívar con su maestro Simón Rodríguez en París y Roma para retomar uno de sus temas preferidos, el de la amistad, y con Clipper (1987), obra de recuerdos y memorias personales sobre miembros muertos de su familia; Cabrujas con El americano ilustrado (1988), alrededor de la figura de Guzmán Blanco, presidente del siglo pasado. De la mano de Rajatabla el escritor español José Antonio Rial estrenó La muerte de García LorcaBolívar en 1982 y Cipango en 1989. La militancia republicana de este autor se puso en evidencia en la obra sobre Lorca; en las otras dos, la historia fue pretexto para algunas reflexiones sobre el poder, la libertad y la gesta épica, en una visión grotesca de la quimera española sobre Cipango.


La dramaturgia venezolana de los ochenta es una dramaturgia madura, en la que los autores se revisan en vez de avanzar. Da la impresión de que lo primordial fue reafirmar posturas, no innovar. Chocrón logró una escritura diáfana y armónica con Clipper. Cabrujas, por su lado, consolidó su galería de personajes ya clásica en el teatro venezolano, esta vez a través de dos hermanos que funcionan como las dos caras de una misma moneda, la misma de Amadeo Mier y Cosme Paraima (Acto Cultural, 1976) y de Pío Miranda (El día que me quieras, 1979).

Miembros de Theja propusieron algunos textos alternativos. Sin embargo este grupo, que se constituyó rápidamente en una de las más interesantes alternativas de la escena venezolana, no logró obras relevantes. Después de experimentos como Salomé (1982), a partir de la obra de Oscar Wilde, y de 13 insomnios (1982), su director José Simón Escalona estrenó Jav y Jos (1986) y Padre e hijo (1987), Xiomara Moreno Perlita blanca con sortija de señorita (1988) y Geranio (1989) y Javier Vidal Su novela romántica del aire (1989) y La hora del lobo (1990), espectáculo post-moderno a partir de Ingmar Bergman.


Ill

En 1985 se da un cambio importante en la puesta en escena venezolana. Hasta ese año la atención la concentraron Rajatabla y Carlos Giménez, que habían consolidado el marco institucional más poderoso del teatro venezolano basado en el Ateneo de Caracas y el Diario El Nacional, ambos dirigidos por miembros de una misma familia. Theja intentaba un espectáculo irreverente, más como testimonio personal de sus integrantes que como innovación estética. La Sociedad Dramática de Maracaibo con Traje de etiqueta (1983) había abierto una nueva perspectiva. El Nuevo Grupo continuaba su línea profesional tradicional, respaldada por una élite de dramaturgos, directores, actores y técnicos, muy importante por la promoción que dio al teatro venezolano en todas direcciones.

El cambio en la puesta en escena está estrechamente vinculado a El Nuevo Grupo y a Rajatabla. La primera produjo en 1985 Beckett hoy, un espectáculo de Ugo Ulive que fue una ruptura radical en contra de la práctica mimética característica de los directores venezolanos. Ulive se impuso como un brillante autor escénico al ir más allá de los textos seleccionados (Not I, Ohio Impromptu y Rockaby). Después Ulive creó, con la producción de la Asociación Cultural Humboldt, La máquina Hamlet de Heiner Müller (1987) y La muerte de Empédocles (1988), a partir de textos de Hõlderlin. Es un tríptico con el que el director innovó la puesta en escena con un lenguaje escénico propio e independiente de las relaciones tradicionales con los textos. Esos autores, negados a complacer al espectador, sirvieron para crear una teatralidad irrepetible que exigió un cambio de actitud e ideología. Hizo de la escena un lugar donde el director puede realizar un proyecto de creación artística personal. La idea rectora en el tríptico fue una visión sobre la situación del intelectual y del creador en el mundo. La idea la había presentado en su Prueba de fuego, donde uno de los personajes es un intelectual de izquierda en trance de desencantarse de su compromiso. En 1986 Ulive estrenó el mismo día dos montajes diferentes de Acto Cultural de José Ignacio Cabrujas con La Compañía Nacional, que ha sido el más audaz tratamiento dado al texto de un autor venezolano al revelar la pluralidad escénica que pueden adoptar las imágenes de una pieza.

Después de las obras de José Antonio Rial, Carlos Giménez había tenido un fracaso con La Gaviota de Anton Chejov con la que inauguró la nueva sala del Ateneo de Caracas (1983). En 1985 con Rajatabla estrenó El alma buena de Sechuan de Bertolt Brecht y La vida es sueño de Calderón de la Barca. En ambos reafirmó lo que se ha dado en llamar "estilo Rajatbla": fueron espectáculos avasallantes, con marcada independencia de los núcleos dramáticos de los textos. Las puestas en escena provocaron agrias polémicas sobre la capacidad de Giménez para interpretar el universo dramático de ambos autores. Aunque las ideas subyacentes en los sistemas de relaciones escénicas no presentaban novedad, impresionaron las ostentaciones visuales de los espectáculos y la vehemencia retórica de gestos y palabras actorales. Si con Brecht le fue reclamado el paisaje pintoresco del montaje, gracias al cual hizo del mundo de Shen-te una chinoiserie, en Calderón anuló las oposiciones de los lugares de la acción, con lo que redujo la significación visual del conflicto.


IV

A partir de 1984 se da la consolidación hegemónica de algunas instituciones, que se aceleró después de la desaparición de El Nuevo Grupo en 1988. Esta institución, cuyo proyecto artístico era ecléctico, ofrecía la más variada diversidad de opciones teatrales. Al desaparecer por razones económicas el panorama se redujo drásticamente, poniendo en peligro la carrera de importantes directores que le eran emblemáticos. Carlos Giménez/Rajatabla crearon el Taller Nacional de Teatro y en 1986 el Centro de Directores para el Nuevo Teatro. Para cerrar la década y prepararse para la siguiente, en 1990 surgió el Teatro Nacional Juvenil presidido por Giménez y financiado por el Estado y en el que encuentran cabida buena parte de quienes se iniciaron en los proyectos anteriores. Estos habían surgido con el propósito de promover una nueva generación, que sin duda ha modificado el panorama de las instituciones teatrales; sin embargo, aún sus dramaturgos y realizadores no se han consolidado como para que pueda hablarse de un nuevo teatro en lo estético y teatral.

La ampliación de los proyectos de la Fundación Rajatabla solidificó su marco institucional tradicional. Los primeros resultados fueron dos festivales de directores para el nuevo teatro (1986 y 1988). Con motivo del último Giménez consideró que el proyecto daría resultados en cuatro o cinco años más. El Teatro Nacional Juvenil se benefició de inmediato con un grupo de realizadores que se había formado en los proyectos anteriores. Con sus producciones se realizó otro festival en la misma perspectiva. De tal manera que en un gran porcentaje, al finalizar la década el panorama teatral venezolano estaba dominado por Rajatabla, Giménez y sus proyectos.

Respecto a los cambios artísticos fundamentales, siguieron vigentes en la década los que fueron protagonistas en la anterior. En la dramaturgia, José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón y en la puesta en escena Ugo Ulive. Pero al iniciarse 1991 el panorama resultaba incierto, porque las asignaciones de recursos en proyectos privilegiados ponían en peligro la carrera de directores y grupos independientes. La nueva década se anuncia como los años del teatro oficial, con compañías y sistemas teatrales promovidos y conducidos bajo la orientación del Estado (se aspira crear compañías regionales en los veinte estados del país) y de las grandes concentraciones institucionales liderizadas por Rajatabla y la Compañía Nacional de Teatro.

Se veía venir con el cierre de las dos salas de El Nuevo Grupo, una de ellas asignada a Theja y la otra desmantelada. Desde 1988 el circuito de salas privilegiadas se ha concentrado en el complejo cultural integrado por el Ateneo de Caracas y Rajatabla, que suman cuatro salas y espacios para teatro al lado del Teatro Teresa Careño. Cuando los directores independientes tienen posibilidades financieras para producir un espectáculo, acuden a esas salas que garantizan público y adecuada promoción. Es decir, la década de los ochenta trajo una nueva generación y una marcada tendencia hacia la concentración institucional.

Universidad Central de Venezuela
Latin American Theatre Review
Spring 1992

Fuente: Latin American Theatre Review


Nota: La foto, los links y las negritas son un agregado de este blog.


Carlos Giménez y la creación del Festival Latinoamericano de Teatro de Córdoba, Argentina: 1984-1991 / Verónica del Valle Heredia y María Verónica Basile, Revista Afuera; Fundación Proa; La Voz del Interior










"(...) El I Festival se desarrolló del 18 al 28 de octubre de 1984 y buscó enmarcarse dentro de la euforia democrática que se vivía en el país, haciendo visible características asociadas con la libertad: ocupación de lugares públicos, funciones en los barrios marginales, la participación de aquellos que volvían del exilio y la gran difusión del mismo a través de los medios de comunicación.

Es de destacar el papel que se le otorgó a Carlos Giménez (4), una especie de niño prodigio del teatro independiente cordobés que se había exiliado en los años setenta (Moll, Pinus, Flores, 1996: 58). Radicado en Venezuela, formó el grupo Rajatabla y se convirtió en uno de los directores latinoamericanos más reconocidos. Allí crea en 1973 el Festival Internacional de Teatro de Caracas, que aún permanece vigente como uno de los festivales más relevante de la región latinoamericana. Por su reconocimiento y trayectoria en el extranjero y su condición de artista exiliado, es convocado por el gobierno de Córdoba y él mismo acepta la propuesta para ser parte y Coordinador en la organización de IFLT, admitiendo la magnitud que el evento adquiría desde la restauración de la democracia al país.



Otras de las figuras representativas del teatro cordobés que regresaron al país para participar del festival fueron María Escudero, Jorge de la Vega y Graciela Ferrari, integrantes del mítico grupo Libre Teatro Libre (5).

Es la idea de democracia lo que quería reflejar el festival, iniciar el nuevo periodo político de la provincia haciendo manifiestas características propias del sistema: participación popular, obras con fuerte contenido político, la gente masivamente ocupando la calle provocando así un clima de fiesta permanente.







El  IFLT estaba conformado por una muestra oficial con representaciones de Brasil, Ecuador, España, Colombia, México, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela. La delegación local la componían   La Comedia Cordobesa - elenco estable de la provincia - y el grupo La Banda Trama surgido del circuito del teatro independiente local, además de grupos de Buenos Aires y Entre Ríos. El resto de los participantes que integraron la muestra paralela del festival eran grupos teatrales provenientes de distintos puntos del país además de Chile, Italia y Canadá. Esta sección generó un significativo impacto a partir de la participación del público, constituyéndose en lo distintivo  del festival. Se destacaba el uso del espacio público a través del teatro callejero. Su difusión en plazas, calles, escuelas, barrios y lugares marginales fue la imagen que quedó como recuerdo del festival, asociada a una fiesta por la libertad recuperada. En los balances sobre los resultados del festival se le asignó un lugar especial a la gran participación de la gente en la calle: Los espectáculos callejeros que siempre fueron recibidos por mucho público (…) supera cualquier posibilidad de estimación (LVI 28/10/1984). Esto nos conduce a preguntarnos si parte de esos espectadores eran un público frecuente en las salas teatrales o fueron atraídos eventualmente por las características festivas de los grupos callejeros.


Por otra parte, desde el lado de los grupos, la muestra paralela funcionó como la sección de la grilla que buscaba asegurar el apoyo y la difusión de los grupos independientes de Córdoba (LVI 06/02/1984). En gran medida, el IFLT contribuyó a un proceso de renacimiento del teatro callejero clausurado bajo los regímenes autoritarios. (...)


El FLT comenzaría a ser parte del circuito internacional de festivales de teatro, integrado por el de Manizales, Colombia (1968), el Cervantino de Guanajuato, México (1972), Festival Internacional de Teatro de Caracas, Venezuela (1973) el Festival Internacional de Teatro Latino de Nueva York de la mano de Joseph Papp (1984) y luego vendría el de Bogotá (1988). Los grupos locales habían sido invitados además a participar en festivales europeos como el de Nancy (1963)  (...)



Por otra parte, pese a que aún no hemos profundizado, es preciso realizar una breve referencia acerca de cómo los medios de comunicación destacaron la participación de los jóvenes: El público predominante del IFLT fueron los jóvenes, que asistieron a todas las funciones y desde cualquier ubicación, por insólita que fuese, y derribando todo los obstáculos previos (LVI 11/11/1984). En principio, consideramos habría dos posibles lecturas sobre esta operación. Por un lado, en relación al pasado reciente, en el cual – si bien desde la década de los sesenta algunos autores comienzan a hablar sobre la idea de una cultura juvenil (Hobsbawn, 2007:322-345) en el contexto particular de la Argentina cobrarán visibilización definitiva desde fines de los sesenta. En una primera instancia como problema social pasaron a formar parte más importante de la agenda de investigación de las ciencias sociales a fines de 1970 (Chaves,2010:32) en tanto, siguiendo a González (2002-2003: 58-70) durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional los jóvenes fueron sospechados como enemigos- subversivos siendo los destinatarios de biopoliticas represivas, para finalmente destacar la actuación de sectores sociales “jóvenes” tanto en la apertura como en la institucionalización democrática(..) comenzaron a constituirse protagonistas sociales de diverso tipo que empezaron a movilizarse (..)

Luego del primer Festival hubo cinco más de carácter bianual (1984-1986-1988-1990-1992-1994). Sin embargo el que quedará en la memoria colectiva de los cordobeses será su primera edición. Esto se debió a varios factores: el despliegue alcanzado en la primera edición, la gran participación de los ciudadanos y los múltiples problemas económicos y organizativos que se irán sucediendo en las siguientes ediciones que harán que el mismo pierda convocatoria, calidad y relevancia para los cordobeses."


Verónica del Valle Heredia y  María Verónica Basile



(4) Con 19 años participa en el Primer Festival de Teatro de Nancy con su grupo El Juglar. Posteriormente viajan a Polonia donde obtienen una mención de honor. De vuelta a Córdoba crea el Primer Festival Nacional de Teatro. Sin embargo en 1967, luego de poner en escena la obra Fuenteovejuna, recibe amenazas por lo que decide abandonar el país y radicarse de manera definitiva en Venezuela. (Volver)

(5) Surgió en el año 1969 como grupo de creación colectiva a partir de la iniciativa de María Escudero con un grupo de estudiantes de la licenciatura en teatro de la Universidad Nacional de Córdoba. En términos de Osvaldo Pelletieri esta agrupación trascendió el mundo cultural nacional y latinoamericano (2007:562)(Volver)

Fuentes
Catálogo del I Festival Latinoamericano de Teatro.1984, Gobierno de la Provincia Córdoba, Córdoba.
Periódico La Voz del Interior. 1983, 1984, 1985, 1986. (Abreviado con las siglas LVI)
Catalogo en línea muestra Escenas de los ’80, Teatro: introducción. Consultado en línea




Primer Festival,  teatro de calle, 1984.




FUNDACIÓN PROA

“1984 fue un año de extrema apertura para el teatro argentino a nivel internacional. En ese año se realiza el Primer Festival Latinoamericano de Teatro cuya convocatoria fue liderada por Carlos Giménez y apoyado por el Gobernador radical de la provincia de Córdoba, Eduardo Angeloz. El Periodista titulaba ‘Cordobazo Teatral' una nota de octubre del ‘84 y Cossa escribía en el mismo medio: ‘En definitiva en Córdoba estalló la democracia y el teatro tomó la apariencia de un hecho vivo. Más vivo que nunca'.










“Un pueblo que en los últimos tiempos sólo ha capitalizado errores y frustraciones no puede ni debe desperdiciar este acierto. Porque el festival no terminó… El festival puede y debe seguir produciendo hechos, no sólo para dentro de dos años, sino para dentro de dos días, para nosotros los cordobeses y las otras provincias”, de esta forma se expresa una nota periodística publicada en el diario La Voz del Interior el 4 de noviembre del año 1984, a raíz del Primer Festival Latinoamericano de Teatro realizado del 18 al 28 de octubre en Córdoba y en las sedes de Carlos Paz y Alta Gracia.

El festival continúa produciéndose cada dos años. Pero de 1995 a 2000 está ausente de la escena. En 2000, el Gobierno de la Provincia de Córdoba toma la firme decisión de restituirlo con el nuevo nombre de Festival Internacional de Teatro del Mercosur. De esta forma, el encuentro teatral volvía a sus legítimos propietarios: la comunidad teatral y el pueblo de Córdoba.

El teatro parece ser un vehículo para la unidad latinoamericana, buscada de tantas maneras desde que las naciones del “nuevo continente” se declararan independientes en el siglo 19. Cesar Vieira, cabeza de la compañía brasileña Uniao e Olho Vivo, sintetiza ese espíritu de hermandad continental cuando dice: “Argentina está a travesando un período importante, ha vuelto a la democracia. Por eso venimos aquí”.

El primer festival dura 10 días y lleva espectáculos a salas teatrales, asociaciones civiles que prestan sus auditorios para la función, también en la peatonal cordobesa y en las plazas, con un mandato claro y decidido: “Que el teatro invada la ciudad”, según su consigna.

Los memoriosos recuerdan la impactante actuación de La fura del baus, la compañía española que dirige Andrés Marten. En su carta de presentación, el elenco dice: “No es un fenómeno social, no es un grupo, no es un colectivo político, no es un círculo de amistades afines, no es una organización pro-alguna causa. Es una organización delictiva dentro del panorama actual del teatro”.

Otra de las grandes presentaciones que iluminan los pasillos de la memoria es la del elenco Rajatabla, que crea el destacado director Carlos Giménez (1946-1993), hacedor teatral que nace en Córdoba y fija residencia en Venezuela. Junto con su hermana Ana y el destacado escenógrafo, Rafael Reyeros, crea en Córdoba el grupo teatral El juglar y La casa del teatro. Hacedor de una imaginación portentosa, Giménez se radicó en Venezuela en el año 1969."

Córdoba, 31 de agosto de 2017







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