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©Rolando Peña-Karla Gómez |
El resultado de la alianza de Carlos y María Teresa para la realización del FITC fue extraordinario y trascendente.
Tuve la dicha de inaugurar el I
FITC el 30 agosto de 1973 con la
obra Torquemada
de Augusto Boal, del grupo CLETA-UNAM de México, la obra que Carlos estaba
dirigiendo en el DF cuando la deportaron injustamente de México. El grupo
siguió ensayando y le dedicamos la obra a él. Fue una alegría inmensa ver a
Carlos entre el público.
La visión de Carlos de extender el festival a Bogotá, donde se creó uno, fue magnífica y enriquecedora. Porque después de cruzar el océano resultaba fácil viajar a Colombia y eso bajaba los costos de ambos festivales. El apoyo de Fanny Mikey, directora del festival de Bogotá, fue muy oportuno.
En realidad en Colombia los creadores fueron Fanny Mikey y Ramiro Osorio, con el apoyo de Carlos por supuesto. Fallecida Fanny se prolongó dos años más, pero ya no tuvo la importancia de antes. Ya el de Caracas también había desaparecido. El año pasado quisieron volver a hacerlo con grupos locales, pero no funcionó. Así que muertos Carlos y Fanny desaparecieron los dos festivales, lo que fue una gran pérdida para la cultura de ambos países y del continente.
Siempre pensé que para un festival de cine envías las películas y para un festival de teatro tienes que llevar a los actores.
Además de la gran oportunidad que nos daba el FITC de ver magníficos montajes del mundo, siempre me parecían injustificadas las críticas que algunos pretendían hacer desde un punto de vista económico o patriotero.
El FITC fue uno de los acontecimientos culturales más importantes, por no decir el más importante, de Venezuela en el siglo XX. Recordarlo, rescatarlo, es un merecido homenaje a esa gran mujer, María Teresa Castillo, y a ese gran hombre, Carlos Giménez, que hicieron posible ese milagro y nos regalaron lo mejor de la cultural mundial.
Actriz, directora, pedagoga,
productora, venezolana nacionalizada mexicana. Ha recibido numerosos premios
entre ellos el Premio Águila de San Martín en teatro
y el Premio Margot Benacerraf en cine (Venezuela)
y el Premio María Douglas (México). Ha trabajado en teatro,
cine y televisión.
Estudió psiquiatría en
la UNAM, México, donde también hizo el postgrado, al mismo tiempo que
estudiaba Filosofía y Letras. Regresó a Caracas, donde ejerció la
profesión durante 5 años y durante la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez emigra a México. Allí estudió teatro con el
director Seki Sano, y en la Escuela Nacional de Teatro del Instituto
Nacional de Bellas Artes. Debutó en teatro en la Facultad de Filosofía y Letras, en 1952, bajo la dirección de Enrique Ruelas
en la obra “A Electra le sienta bien el luto”.
En las décadas siguientes,
Teresa participó dentro del rubro del doblaje durante
algunos años. Así mismo, actuó en varias telenovelas tanto en México como en
su Venezuela natal; entre ellas destaca su papel de Céfora en la exitosa
telenovela Por estas calles (Venezuela).
En Caracas fue actriz del Teatro
Universitario de la UCV, del grupo Máscaras y del grupo Rajatabla de
Carlos Giménez, su gran amigo, con el que recorrió parte del mundo
realizando importantes giras y personajes. Uno de sus personajes más recordados
es el de la Mujer del coronel en la versión teatral de Carlos Giménez de El
Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez.
En la actualidad continúa actuando
en teatro y televisión.
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MARÍA TERESA-CARLOS-FITC