©Rolando Peña-Karla Gómez
Cuando cumplí 18 años, en el año
1988, entré a trabajar en el VII FITC; yo todavía vivía en Caracas y tuve la
oportunidad de entrar a trabajar por mérito propio en el Teatro Teresa Carreño
(TTC) como guía de sala. Yo ya había empezado a estudiar en el escuela de Artes
de la Universidad Central de Venezuela y mi trabajo como guía de sala me
permitió expandir mi contacto con mucho de lo que estaba aconteciendo en el
mundo de las artes escénicas en la Caracas del momento, así como poder conocer
a gente del medio artístico. De hecho, yo todavía conservo un carnet como
participante del 8vo. Festival Internacional de Teatro de Caracas firmado por
Carlos Giménez, y entre mis recuerdos más gratos de ese festival atesoro la
presentación del grupo canadiense “Carbono 14”, que era una suerte de teatro
con danza contemporánea. Me impactó.
Me encantó haber trabajado durante
el 8vo. Festival Internacional de Teatro de Caracas, y gracias al carnet del
Festival, los participantes podíamos entrar a todos los espectáculos. Eso fue
muy importante para mí, porque como estudiante de arte que era, eso me permitió
compenetrarme en vivo y en directo con el teatro y las artes escénicas en
general. Carlos Giménez fue muy generoso y visionario en facilitar este
beneficio para todos los participantes (la mayoría jóvenes) y eso nos ayudó a
empaparnos, vivenciar y de comprender la importancia del teatro, del
espectáculo y de las artes escénicas de nivel internacional en nuestra cultura.
Recuerdo especialmente la
inolvidable presentación –por primera vez en Venezuela– de “La Fura dels Baus”,
en el Poliedro de Caracas. Era una de esas obras “imperdibles” de la que “todos
los guías de sala del TTC” hablaban. Entramos al Poliedro –quienes lo conocen
bien, saben que tiene un escenario central circular– y no había “oficialmente”
una tarima tradicional donde los actores claramente tuviesen un espacio sobre
un escenario y en el que “usualmente” el espectador se sitúa siempre al frente.
El escenario más bien estaba dispuesto de forma aleatoria y los espectadores no
tenían un punto de referencia de donde ubicarse. Uno se preguntaba…ajá…¿por
dónde entran las actores? ¿hacia dónde me muevo? ¿cuál es mi lugar? La sorpresa
fue ver que los actores bajaban del techo…era un espectáculo que rompía
completamente con todos los esquemas.
Dos años más tarde me mudé a Barcelona y,
en un viaje que hice a París, tuve la oportunidad de ir a una pequeña fiesta
donde había un grupo de jóvenes parisinos que estaban conversando y pude
escuchar que hablaban acerca de “la obra de un grupo catalán llamado ‘La Fura
del Baus’ que se estaba presentando en París” y yo les dije: “¡es cierto! no se
lo pierdan, es impresionante.” Ellos se me quedaron mirando perplejos y me
encararon con desconcierto: “¿dónde ‘según tú’ los viste?”, a lo que les
respondí: “En Venezuela” y me respondieron: “¡Imposible! Es imposible que ‘La
Fura dels Baus’ haya ido primero a Venezuela que a París.” Entonces se miraron
entre ellos y a partir de ese momento me dieron la espalda y no me hablaron
más.
Carlos
Giménez era el FITC (por supuesto María Teresa Castillo era la otra
hacedora de ese milagro). No lo conocí personalmente, pero su presencia era tan fuerte,
que se hablaba de él en todos lados por donde uno pasara. No tuve la suerte de
conocerlo personalmente, pero sí tuve oportunidad de verlo en algunas ocasiones
en el café del teatro Rajatabla del Ateneo de Caracas, que estaba ubicado al
lado del Teatro Teresa Carreño, y donde los guías de sala nos reuníamos muchas
de las veces al finalizar alguna función del teatro. Allí te encontrabas con
todo el mundo artístico y cultural del momento. Era maravilloso. Puedo dar fe
de que el nombre de Carlos Giménez siempre estaba presente en las
conversaciones cotidianas del medio artístico.
Personalmente, valoro y diría casi sin temor,
que considero su labor en el Festival Internacional de Teatro como el trabajo
de mayor impacto por la dimensión y la apertura global que abarcó, por haberle
dado un lugar en la historia de las artes escénicas en Venezuela y en
Latinoamérica, y por poner a Venezuela en el mapa de la vanguardia y de la
cultura. Valoro de Carlos Giménez su valentía y disciplina por haber llevado
cabo este ambicioso proyecto y percibo, por su trabajo, que tenía muy claro su
misión de vida.
Quiero aprovechar estas líneas
para agradecerle a Carlos Giménez, donde quiera que se encuentre, por haber
sido como una especie de “hada madrina” para mí y haberme permitido acceder a
estos espectáculos de gran talla internacional. Gracias a su generosidad hacia
los jóvenes como yo, es que pudimos exponernos de manera desenfrenada a las
entrañas del mundo escénico. Ahora puedo ver para atrás y entender que se trató
de un antes y un después, y que tuve la fortuna de ser testigo y protagonista
de este evento cultural histórico.
KARLA GÓMEZ
Diseño portada del libro
Soy
creativa, directora de arte y diseñadora UI/UX (interfaz de usuario y
experiencia de usuario) quien cree en que las ideas generan beneficios
tangibles cuando se trabajan con las conexiones humanas de naturaleza
brillante. Mi trabajo es el de ayudar a contar historias bellamente elaboradas.
Desde que me
gradué joven como diseñadora gráfica, decidí ir a vivir y trabajar a Barcelona,
España, debido a algunas de mis raíces familiares. La vida también me llevó a
ciudades como Córdoba, en Argentina, y a Boston y Miami, en Estados Unidos,
donde vivo desde entonces. Mientras he podido, he viajado por el simple amor de
viajar, y esto me ha permitido expandir mi multiculturalismo, y por lo tanto,
mi conexión con personas de diferentes orígenes.
Nací para
amar los colores, la tipografía, las formas, la belleza, las imágenes y la
estética en cualquier tipo de expresión visual. Un día me di cuenta de que
necesitaba comprender y mejorar la forma de contar historias visualmente; ya
sea en una identidad de marca, un cartel, un packaging, una animación, una
presentación, una experiencia digital o cualquier interfaz de usuario. Fue así
como decidí regresar a la escuela para obtener mi título de directora de arte
en el Miami Ad School. ¡Fue tan divertido! ¡creatividad al 100% las 24 horas,
los 7 días de la semana! Y además…multicultural. ¡Inolvidable!
Por más de
20 años, he trabajado en muchos roles distintos: desde startups hasta medianas empresas, pasando por agencias de
publicidad y corporaciones; hasta clientes de Fortune 500. He sido dueña de mi
propia empresa de diseño e impresión y he sido cofundadora –junto a profesores
y compañeros– de la Asociación ProDiseño (Escuela de Diseño y Comunicación
Visual). Esto me ha permitido a trabajar de manera versatil en muchas industrias
variadas: el arte (mi pasión), la belleza, el cuidado de la piel, la
farmaceutica, las finanzas, la educación y las telecomunicaciones, entre otras.
He tenido la
oportunidad de observar cómo la creatividad y la tecnología han ido variando
con el paso del tiempo, impactando tanto al talento como a las empresas. Todos
sin excepción, hemos tenido que adaptarnos a estos cambios para sobrevivir, y
hoy día – ya en la era digital – debemos seguir adaptándonos más que nunca.
Entrando en
mi adolescencia tuve la oportunidad de jugar con el Atari 2600 y recuerdo vívidamente cuando mi padre trajo a casa la
computadora Apple Macintosh en 1984.
He sido testigo y protagonista de la evolución de la tecnología y de su impacto
en la creatividad:
• Los
disquetes de 3 ½ pulgadas para instalar los programas de Photoshop,
Illustrator, Freehand, Painter…
•
El sistema de almacenamiento extraíble Syquest de 44 MB
•
Las diskettes ZIP de Iomega
•
Los CDs y DVDs
•
Las tarjetas de memoria SD
•
la nube
•
y actualmente, la inteligencia artificial
Pues sí. He
pasado por todo esto. Me gusta ser consciente de que la inteligencia artifical
es una herramienta poderosa, y no por ello es un reemplazo de:
1.
La creatividad humana
2.
el razonamiento de sentido común
3.
las emociones
4.
la empatía y la compasión
5.
la intuición
6.
el multiculturalismo
Todo mi trabajo creativo ha estado inspirado siempre en el arte. Desde el 2016 trabajo hombro a hombro con el artista conceptual y de multimedia Rolando Peña para continuar desarrollando, documentando y expandiendo su trabajo artístico, así como también para asegurar la preservación de su legado al mundo del arte. Nuestro más reciente reconocimiento: Premio AICA Venezuela 2022 por la producción y diseño del libro Rolando Peña. Bienvenido a mi mundo del arte