Yo
conocí a Carlos en los inicios del grupo Rajatabla
en 1971. Mi hermano Paco no pudo entrar a la Universidad Central ese año porque
había disturbios por motivos políticos y entonces cerraron la universidad. Y
como él estaba estudiando con Xulio Formoso, se graduaron juntos de
bachilleres, los dos estaban en la misma situación. Y Xulio que era músico,
guitarrista, compositor, le dijo a Paco que había un joven director, Carlos
Giménez, que estaba haciendo audiciones para formar un grupo de teatro. Y
entonces fueron juntos y Carlos le dijo a Xulio que le interesaba su música
para su obra de teatro. Y Paco no ingresó al grupo ese día porque tenía la
formación española de nuestros padres, así que le dijo a Carlos que iba a
consultar con nuestros padres. Así lo hizo y mi mamá le dijo que mientras
esperaba que comenzara la universidad le parecía que estaba bien así no estaba
sin hacer nada.
Y fue
así como mi hermano se integró al elenco original de Tu país está feliz y yo, que era muy jovencita,
tenía 16 años, conocí a Carlos después la primera función, el 28 de febrero, a la que fui con mi abuelita y fue un impacto
enorme para ella porque los actores
estaban desnudos y entre ellos mi hermano Paco, entonces el impacto fue muy
fuerte. Después de esa función conocí a Pepe Tejera, a Xulio -que tampoco lo
conocía muy de cerca- y a Carlos. Y a partir de allí se formó una relación muy
familiar. Carlos nunca dejó de ir a nuestra casa y los domingos se hacía una
tertulia en mi casa con toda esta gente joven que hablaba de todas las cosas
que querían hacer con el teatro. Y mi mamá les preparaba cena, como buena
española, y siempre tenía algo distinto. A Carlos le gustaba mucho la comida
española, las tortillas de mi mamá. Y pasábamos momentos muy agradables todos
los domingos y esas tertulias duraron años.
Cuando
conocí a Carlos no me pareció un hombre difícil ni intimidante. Era un hombre
joven, muy joven, que asombraba por la seguridad que tenía en lo que estaba
haciendo siendo tan joven. Para ser un director joven, que tenía un grupo de
jóvenes en sus manos, tenía que tener ese porte de seriedad y en su manera de
hablar tenía todo lo que necesita un
hombre que va a dirigir: tenía fortaleza, era asertivo, era sabio. Él era muy
sabio en lo que hacía y se hacía respetar. Yo era músico y estaba acostumbrado
a los maestros mayores, profesores viejos, de bastante edad, y para mí era
impresionante ver a un hombre tan joven dirigir a otros jóvenes. ¿Y cómo podía
hacerlo? Tenía que hacerse respetar y la única manera de lograr ese respeto era
siendo serio, exigente, quizá incluso más exigente que otros directores por
eso, por su juventud. Él era un hombre que veía muy a futuro, él tenía una
visión de futuro muy grande, pues tenía las expectativas de hacer lo que otras
personas no habían hecho. Y él tenía una labia para enamorar a la gente, en la
claridad de lo que él exigía, de lo que él
quería crear en el país...Tenía una labia espectacularmente divina, cuando él
hablaba todo el mundo se callaba para
escucharlo.
Cuando
Carlos comenzó a adquirir fama ¡no cambió! Yo nunca lo vi cambiar, nunca sentí
que cambiase. Él creció como hombre, como artista, como genio. Como genio de la
creación artística porque él hizo cosas donde los demás directores nunca se
atrevieron a llegar. Entonces hablar de Carlos es hablar de un gran cultor. Él
no se creció, él era un hombre muy exigente y no se conformaban con lo que
hacían otros. Él utilizaba la magia, la grandeza, las virtudes… era imposible
tratar de que saliera algo “normal” porque él buscaba más allá de lo que hacía
un artista normal. Él buscaba la belleza plena, lo inimaginable y eso le
gustaba mucho a la gente que lo rodeaba.
Recuerdo
que en 1972 Rajatabla se va de gira por Latinoamérica y se quedan mucho tiempo
en Argentina. Y Paco fue con ellos porque la universidad estuvo más de un año
cerrada pero finalmente Paco no volvió a la universidad porque se quedó en el
mundo del teatro. Y te tengo la mejor anécdota de Paco en Argentina. Él era muy
jovencito, de cabello corto, un muchacho que estaba creciendo en Rajatabla.
Paco se estaba alojando en la casa de los padres de Carlos y un día Paco dice:
“me voy a bañar” y se metió en el baño para bañarse. Pero Paco siempre
tardaba mucho para bañarse. Y entonces
el papá de Carlos le dice a Carlos: “este amigo tuyo tarda mucho bañándose,
¿será normal?” Y Carlos le dice que sí, que Paco siempre se demora mucho en el
baño. Y al rato el papá de Carlos le vuelve a decir a Carlos que Paco se tarda
mucho. A Carlos le empezó a preocupar y empezó a tocar la puerta del baño pero
Paco no contestaba. Y el papá de Carlos que era un hombre muy grande, muy fuerte,
tumbó la puerta y cuando se abrió encuentran a Paco debajo de la regadera con
el agua fría cayéndole encima del cuerpo, desmayado. El papá de Carlos lo saca
y Paco no tenía signos vitales, estaba casi muerto. ¿Qué había pasado? La ducha
funcionaba con gas, le daban vueltica a la llave y empezaba a salir el gas y se
prendía la válvula de fuego y salía el agua caliente. Y Paco hizo algo mal, la válvula nunca se
abrió y empezó a salir gas y el gas lo desmayó. El papá de Carlos puso a Paco
sobre una mesa y cuando llegó el médico le inyectó una medicina en el corazón y
Paco revivió. Aquello fue un susto tremendo para la familia Giménez, para
Carlos, aquello fue terrible. El grupo regresa a Venezuela después de casi un
año de gira y Paco estaba irreconocible,
tenía el pelo afro, y entonces me dijo: “Es que me morí María José,
volví a nacer”. Y yo siempre le agradecí la vida de mi hermano al papá de
Carlos, y a Carlos también, pero sobre todo al papá que se preocupó tanto
porque Paco se tardaba mucho en el baño. Y esa fue la primera vez que Paco casi
se me va.
Carlos Giménez y Francisco "Paco" Alfaro |
Carlos
era muy familiar, muy familiar y los domingos mi mamá, que era española, hacía comida como para un batallón, porque
como ella vivió la guerra cocinaba para todo el mundo y regalaba comida e invitaba
todo el tiempo a comer a casa. Y cuando Carlos conoció la comida de mi mamá no
dejaba de ir los domingos. Y tomaban el vinito, tomaban el brandy, tomaban el
cafecito negro, hablaban de los planes y
proyectos. Y además de Carlos y Paco
estaban Pepe Tejera, mi querido Pepe, cómo me respetaba y cómo lo respetaba yo;
Xulio, Juan Pagés, no me recuerdo todos los nombres y también estaban mi
mamá, mi papá, mi abuelita y yo. Y allí
se quedaban todo el día en mi casa hasta que Carlos decía: “vámonos chicos, que
tenemos que hacer cosas.” Eran los domingos de tertulia en casa de mi mamá
Carmen y eso era maravilloso y Paco siempre estaba emocionado y feliz por eso.
¿Cómo
no hablar del accidente que tuvo Carlos Giménez? Estaban construyendo el teatro
Teresa Carreño y Carlos estaba en la parte interior en donde había andamios y
un hueco profundo. Y él estaba allí visualizando una obra, viendo todo, estaba
con los muchachos del grupo. Y mi mamá trabajaba como enfermera en la Clínica
Sanatrix con el Dr. Manuel Palacios, que era el dueño accionista de la clínica.
Y entonces Paco llama a mi mamá y le dice:
- -Mamá, Carlos Giménez acaba de
tener una caída de más de 20 metros, creemos que no sobrevive, ¿para donde lo
llevo?
Y mi
mamá le dice que lo lleve para la clínica, que ella acababa de hablar con el
Dr. Palacios y que lo estaba esperando junto con un equipo médico. Lo llevan en
ambulancia y efectivamente en la puerta de la clínica están todos los médicos:
terapia intensiva, sala de emergencias, quirófano, todo el mundo. Bueno, Carlos
llegó prácticamente muerto, tenía el hígado roto, tenía todo roto y una mano
completamente destruida, pulverizada prácticamente. Entraron los mejores
médicos: el Dr. Palacios, la Dra. Magali Torrealba, el Dr. Bertolani y Carlos
duró en terapia intensiva más de 20 días. Y luego vino la rehabilitación de su
mano. Pero mira, él volvió a nacer, él no tenía que morir, él era un niño que
vino con un ángel y se salvó de ese evento tan traumático que tuvieron ellos. Y
digo ellos porque te podrás imaginar, puros jóvenes y su director se cae. Y esa
fue otra de las cosas que vivimos en mi casa.
Yo
entro a Rajatabla por pura casualidad en 1977 con la obra Señor Presidente. En la obra había 3 músicos:
Luis Malavé, que era el cuatrista; Simón Andrade que era el mandolinista y
luego estaba Roberto Castillo que era el guitarrista. Entonces invitan a la
obra al Festival de Teatro de las Naciones en Nancy, Francia, más una gira por
toda Europa. Y una semana antes de partir de gira Simón le avisa a Carlos que
él no puede viajar. Y Señor Presidente tiene algo muy característico
que es la música en vivo y es una música propia de la Venezuela de esa época.
Yo era músico, profesora de música en los conservatorios, cantante clásica y
mandolinista porque pasé mi infancia tocando la
mandolina al igual que mi hermana Carmen. Entonces Paco le dice a
Carlos: “Está mi hermana María José, que es mandolinista y tiene 22 años.” Y
Carlos le dice: “Dile que venga ya, ayer debería haber venido.” Voy para
Rajatabla, me dan las piezas de oído y yo me pongo a sacar mis canciones, me
consiguen un vestuario y me fui para el Festival de Nancy. Y por eso, porque entré
a último momento, no está mi nombre en ninguna parte. Luego vino una gira
nacional y tampoco está mi nombre porque mi hermana Carmen había hecho una gira
por América Latina con Señor Presidente, porque yo no había podido ir y cuando
viene la gira nacional es mi hermana la que no puede ir, pero ya los programas
estaban impresos así que tampoco aparece allí mi nombre.
¿Qué
pasó en Nancy? Mira, aquello fue espectacular, primero llegamos a París, y fue
espectacular llegar a París y que Carlos nos llevara a pasear alrededor del río
Senna, él adelante y todos nosotros detrás de él y Carlos decía “miren esto,
miren lo otro” y Carlos alucinaba, ¡estaba tan feliz ese muchacho! Todos
estábamos muy felices. Pasamos la noche allí y al día siguiente muy temprano
partimos en tren para Nancy.
Todo
el grupo usaba unas bragas azules, finitas, como blue jean, y cada braga decía “Rajatabla”
en el lado izquierdo, esa era la braga de trabajo de Rajatabla porque en el
grupo todos teníamos que trabajar, montar y desmontar en cada sitio en el que
nos presentásemos: montabamos en la mañana y en la noche teníamos la
representación. Era comiquísimo, nosotros por todo Nancy pegando carteles
anunciando la presentación de Rajatabla, con aquel frío impresionante, 1 grado
bajo cero, y nosotros con esas braguitas, yo por suerte me había llevado unos
chales de lana y me los ponía encima, porque nadie pensó que hacía tanto frío
en esa época en Francia, ¡qué frío pasamos en Nancy! En esa gira fuimos a
España, Italia, Bélgica, Suecia, no me recuerdo todos los países porque fueron
muchísimos. Y en todos los lugares era lo mismo: el público hacía que Rajatabla
y Carlos salieran más de 10 veces a saludar y el público parado aplaudiendo sin
cesar. Aquello era un lujo. Vivir aquello fue muy emocionante para todos,
porque todos eran jóvenes que habían triunfado en Venezuela con Tu País está Feliz, Venezuela Tuya, muchas obras, pero Señor Presidente marcó un récord. En París nos
presentamos en el Espacio Cardin, y yo decía: “¡Dios mío, estamos aquí, no lo
puedo creer!”. Y nos recibió Pierre Cardin, y yo alucinaba, y Cardin enamorado
de la obra, de Carlos, de todos. No hubo lugar en Europa donde no nos trataran
como reyes y reinas. Y el éxito fue muy grande, enorme.
Cuando
regresamos estábamos muy felices, Carlos estaba muy feliz. Ahora, ¿qué sucedió?
Que cuando tienes éxito tienes depredadores. Y Carlos tenía muchos depredadores
detrás de él. La obra la pararon… ¿cuántas veces no le pararon obras a Carlos
en Venezuela con la policía? Me acuerdo
de Venezuela Tuya y yo veo hoy a Venezuela tal como Carlos la montó en 1972: aquel poco de buhoneros
vendiendo leche, agua, “se vende este país”, y era la visión que él tenía de lo
que venía. Porque el texto de Venezuela Tuya es una cosa pero el montaje
que Carlos hizo fue impresionante. ¿Cuántas veces no quisieron parar Señor Presidente, y lograban pararlo a veces?
Entonces ¿qué pasó? Bueno, que había director jovenes y directores mayores que
no tenían la misma fama que Carlos Giménez, que no habían llegado a donde
Carlos llegó, entonces empezaron a hablar mal de él: que si era extranjero, que
si era un tipo que golpeaba. Y, sí, cómo no, yo una vez vi a Carlos Giménez
patear una puerta y la reventó porque
venía con muchas cargas, pero jamás golpeó a una persona. Y golpeó la puerta
para mostrarle a un actor que tenía que actuar con furia. Y las cargas eran la
envidia de los directores y de la prensa. Yo hice mi examen de música con
Vicente Emilio Sojo y él le decía a la gente: “mira, tú no sirves, vete a la
esquina pa vender arepas” y mira, mucha gente se frustró. Pero era lógico que
fueran así. Eran personalidades que habían logrado mucho éxito y tenían una
responsabilidad muy grande entre sus manos. Y Carlos soportando aquellos
ataques de los demás grupos que querían desprestigiarlo, que decían que el
gobierno lo ayudaba, y claro que el gobierno lo ayudaba porque el gobierno
sabía a quien ayudaba, igual que ayudaba al Sistema Nacional de Orquestas
Sinfónicas Juveniles de José Antonio Abreu. Entonces, para concluir,
vinimos muy felices de Europa por el gran éxito obtenido y en vez de recibirnos
con alegría, o por lo menos respeto, Carlos se tuvo que enfrentar a sus
depredadores.
Cuando
Carlos se enfermó mi hermano iba todos los días a verlo y me contaba: “ahora la
única palabra que dice es zapato, porque se le olvidaron todas las palabras.” Y
Carlos sufría y se atormentaba por lo que le estaba pasando y todos sufriendo
viendo la destrucción de Carlos por esa enfermedad, fue terrible. Y te voy a
decir, jamás vi que Carlos le faltara el respeto a alguien, o que él hiciese
algo que estuviese lejos de la integridad de un ser humano. Porque mi hermana y
yo que trabajamos con él siendo tan jóvenes y que no éramos de teatro, siempre
fuimos tratadas con mucho respeto.
Yo amé
mucho a Carlos como amaba a mi hermano Paco, como amaba a Pepe, a Ángel Acosta,
como amaba a tantas personas de Rajatabla y los hice respetar por todo el
mundo, delante mío nadie podía hablar mal de Carlos ni de Rajatabla, no lo
permitía, ni a la gente de teatro ni a la prensa. Abreu respetaba a Carlos
Giménez y el día que mi hermano Paco
murió, el Maestro Abreu fue a la funeraria a despedirlo y dijo: “Francisco
Alfaro al lado de Carlos Giménez. Nunca podrán reemplazarlos.” Y eso para mí,
dicho por el Maestro Abreu, valía todo. Para mí Rajatabla fue una gran
institución, me dio muchas cosas que aprender y muchas cosas que conocer, sobre
todo el empeño, el trabajo, el logro de una persona. Carlos Giménez me trató
siempre con amor, con cariño, a mi hermana también y mi hermano amaba Rajatabla, allí conoció a su
esposa, su hijo trabajo de niño en una obra. Carlos siempre respetó a mi mamá, mi
casa, nunca hubo algo que irrespetara o que dijese o que gritase o que le
levantara la mano a alguien. Nunca jamás. Esa es mi experiencia con Carlos
Giménez. Lo amo, lo quiero, lo adoro y sé que donde él esté, él también siente
eso por mí.
Para mí Carlos era un ángel, un ángel que llegó para iluminar el teatro en Venezuela y lo logró y se lo mostró al mundo entero. Con el Festival Internacional de Teatro de Caracas Carlos puso a Venezuela a valer, porque venían todos los grupos de teatro del mundo y por otro lado los grupos venezolanos que estaban escondidos debajo de una escalera y los teatros como el de La Vega y el de Petare, todos fueron incorporados al Festival. Fue algo que nadie logró hacer. Lo logró Carlos Giménez. Con su juventud, con su ímpetu y con esa luz de ángel que él tenía. Porque para mí él era eso: un ángel iluminado que vino a hacer del teatro de Venezuela lo que llegó a ser.
Texto que formará parte de la segunda edición del libro ¡Bravo, Carlos Giménez!, de próxima publicación.
MARÍA JOSÉ ALFARO
Nací en Sao Paulo, Brasil, y crecí en la hermosa ciudad de Caracas, Venezuela.
Mi infancia estuvo repleta de felicidad, compartida con mis queridos hermanos Francisco
José y Carmen. Desde una edad temprana, encontré mi pasión en la música, lo que
me llevó a una vida llena de notas y melodías.
Mi educación primaria transcurrió en el Colegio Municipal Andrés Bello, mientras que la educación secundaria la cursé en el Liceo Núñez Ponte de Caracas. Aquí, además de mi amor por la música, compartí momentos especiales enfocándome en mis estudios musicales.
La elección de estudiar música en la educación superior fue una decisión natural para mí. Me sumergí en el mundo de la música estudiando en la Escuela de Música Lino Gallardo, el Conservatorio José Ángel Lamas, el Conservatorio Juan J. Landaeta y la Escuela de Música Juan Manuel Olivares. En cada uno de estos lugares, obtuve valiosas certificaciones que me impulsaron hacia adelante.
Mi carrera profesional comenzó en la Escuela de Música Pedro Nolasco Colón y el Colegio María Auxiliadora. Desde entonces, mi carrera ha evolucionado significativamente, llevándome a destacados conservatorios y roles influyentes. Trabajé en el Conservatorio Prudencia Esaá y el Conservatorio Nacional de Música J.J. Landaeta, donde pude contribuir y formar corales infantiles en diversas escuelas.
Los logros han sido muchos en mi trayectoria. Uno de los momentos más memorables fue tocar la mandolina en la obra Señor Presidente con el grupo Rajatabla, dirigido por Carlos Giménez. También participé como soprano en los Madrigalistas Vicente Emilio Sojo, recorriendo escenarios internacionales y teniendo el honor de cantar para el Papa Juan Pablo II en el Vaticano.
La vida no estuvo exenta de desafíos, y uno de los más significativos fue enfrentar y superar un cáncer de tiroides. Mi familia y mi fe fueron pilares fundamentales para superar este obstáculo.
En mi vida, la influencia de mi madre Carmen Cepero ha sido incalculable, brindándome apoyo incondicional. Además, el Maestro Leopoldo Billings dejó una huella profunda en mi camino.
Mi día a día está impulsado por una pasión constante por la superación y el amor por mis hijos. Además de la música, tuve la fortuna de dirigir mi empresa musical Arpegio y de fundar la Escuela de Música Aka Suena, en Caracas Venezuela, donde impartí clases de pintura, danzas y música. Aka suena sirvió de motor de propulsión para muchos artistas que hoy dejan en alto el nombre de sus países, de sus familias y de nuestra misma escuela Aka suena.
Mi tiempo libre lo dedico al canto y a reír con mis seres queridos. Siempre he sentido una responsabilidad hacia la comunidad y he estado involucrada en actividades de voluntariado, desde parrandas hasta eventos benéficos en hospitales.
La partida de mi hermano Francisco José dejó una profunda marca en mi vida.
Mi familia propia, compuesta por tres hijos y cinco nietos, ha sido mi mayor
fuente de inspiración y apoyo. La música corre en nuestras venas, y esto ha fortalecido
nuestros lazos familiares y nuestras actividades compartidas.
Hoy, mi enfoque se ha ampliado hacia mi crecimiento espiritual. Soy maestra en Reiki y brindo acompañamiento espiritual, todo ello en compañía de mis hijos. Espero continuar creciendo como ser humano y contribuyendo positivamente en la vida de quienes me rodean.