Tuve mi primera
impresión de Carlos Giménez presenciando, en El Ateneo de Caracas, su montaje
‘Tu país está feliz’. Entendí, en aquellos primeros años setenta, que era un
director que estaba más allá de un montaje, que sabía leer la actualidad. Veía
el pulso de la sociedad, del momento histórico y lo plasmaba en el lenguaje que
mejor conocía: sobre un escenario teatral. Jamás se apartó de esa senda.
Hacia
comienzos de los años ochenta, tuve el atrevimiento de empezar a publicar una
columna en El Diario de Caracas –después se extendió a la revista nacional
Imagen–, que se llamaba ‘Tramoya’. Seguía todo lo que yo podía abarcar del
movimiento teatral venezolano de esa década, que fue mucho. Tal tejido, esa
euforia del público a salas llenas, con colas en la taquilla, con público sin
entrada, agotadas las localidades, se debe, fundamentalmente a la acción
gerencial de Carlos Giménez. Espero que eso jamás se olvide en esa historia del
teatro venezolano del siglo XX, que debe estar por escribirse.
Como
dice mi hijo Juan Carlos, que fue, de joven, un estrecho colaborador del grupo
liderado por Carlos Giménez, ‘Rajatabla’, vinculado al Ateneo de Caracas. “Carlos
fue varios Carlos”, suele decirme. En efecto, lo fue.
El Carlos director
de obras ajenas, pero también el hábil combinador de las clásicas con las
nuevas, dando escena a autores hispanoamericanos. El Carlos productor de una
red de movimientos teatrales vinculados directamente a su ‘Rajatabla’, pero
también de apoyo a otras agrupaciones, tanto de Caracas, como del resto del
país. Ese fue el Carlos más generoso. Y el Carlos, podemos llamarlo,
internacional. Por una parte, lanzó su grupo al exterior, participando en
cuanto Festival de teatro importante había en el mundo. Y, desde luego el
Carlos que inventó el Festival Internacional de Teatro de Caracas, que supuso
el culmen teatral en Iberoamérica, ya que colocó a esa ciudad, como unas de las
capitales del teatro mundial. En todas sus salas teatrales, el mejor teatro del
mundo se podía ver allí mismo. Dos semanas, de una locura colectiva por el
teatro de allí y de todas partes. Seguramente el hecho cultural más importante
de la historia del arte del siglo XX en Venezuela y el resto del continente.
Carlos Giménez se
nos fue antes de tiempo. Si lo que hizo fue mucho, aún tenía trabajo por
realizar. No sé cómo hubiera podido navegar él en esta nueva y difícil
Venezuela, donde han implantado el ‘Socialismo del siglo XXI’. Él, que era un
rebelde, un inconformista, un creador teatral que le metía los dedos en los
ojos al poder, no lo hubiera tenido fácil ahora. Aunque sé que fue un hábil
manejador de los poderosos sin dejarse manchar por ellos.
Yo lo recuerdo con
especial cariño y nostalgia. Conmigo tuvo confianza para encargarme la
dirección de comunicación de dos de sus Festivales. Eso, a pesar de que en
algunas de mis columnas no dejé fuera letras que, supe, le desagradaron. La
crítica periodística a la cultura es así, si es honrada. Carlos Giménez era más
inteligente que el promedio de la gente que le podía hablar contra mí. Por eso,
fuimos amigos, colaboradores y siempre habló bien de mí. La prueba es que
acogió a mi hijo Juan Carlos en su organización encargándole trabajos serios y
de gran responsabilidad.
Toda memoria que se
escriba sobre la obra de Carlos Giménez hará honor a su labor, como lo que fue:
un incansable trabajador por la cultura, y lo hizo desde su brillante
trayectoria creadora en todos los campos. Siempre en nuestros recuerdos.
1 de marzo de 2023
Periodista y escritor. Premio Iberoamericano de Periodismo. Ex
vicerrector de Comunicación de la Universidad de Málaga.
Fragmento del libro CARLOS
GIMÉNEZ EL GENIO IRREVERENTE, aproximación biográfica de Viviana Marcela Iriart, Ed. Escritoras Unidas & Cía. Editoras, 11 de marzo de 2023.
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