“Carlos Giménez fue un tipo
tan plural, que a los que se consideraban sus enemigos también los invitaba a
participar del Festival Internacional”
Karl Hoffmann con Carlos Giménez |
¿En qué FITC trabajaste y cuál fue
tu tarea en él?
Yo trabajé en el tercer o
cuarto Festival
Internacional de teatro. Estaba iniciándome en la gestión actoral y la Fundación
Rajatabla nos otorgó a ciertos actores un PASE VIP que nos autorizaba a
entrar de manera ilimitada a todas las representaciones.
No nos pidieron
colaboración en nada, sin embargo, nuestro compromiso fue colaborar en la
logística, atender a ciertos grupos, prestar apoyo a los actores, solicitudes
expresas varias, nos vinculábamos con todo el mundo. Y por qué digo que no nos
solicitaron nada, porque la Fundación Rajatabla como organizadores primarios, y
Carlos Giménez a su cabeza, lo que quería era que nosotros nos nutriésemos de
toda esa maravilla que pudo llegar en algún momento al país para mostrar el
arte teatral en su esencia. Para nosotros, jóvenes inquietos, fue una
oportunidad de lujo, de oro, porque nos encontramos con cosas que jamás
habíamos visto, tan profesionales, salvo lo que teníamos y hacíamos en
Rajatabla, nuestro mejor referente, y que para ese momento era una de las instituciones
más importantes o la más importante dentro del territorio nacional; y soy
testigo de cuando viajé con Rajatabla que era una representación venezolana del
arte teatral increíblemente notable y admirada por muchas personas.
¿Qué importancia personal tuvo para ti el
FITC?
La importancia del Festival
Internacional particularmente me dio luz, despertó mi creatividad, intensificó
mis ganas de seguir siendo actor, creador, vi el mundo del arte de escénico con
mayor amor, con mayor respeto, con mayor compromiso, me enamoré
indiscutiblemente del teatro, me enamoré de mi entorno, me convirtió en un ser
mucho más sensible, en un ser que quería ser más inteligente, me invitó a la
reflexión. Tenía frente a mí hechos histriónicos y artísticos de altísimo
nivel. Por Venezuela pasaron los mejores grupos y los mejores espectáculos
teatrales del mundo, por lo tanto, dejó una huella significativa en mi
crecimiento profesional y personal.
¿Qué
importancia cultural y económica crees que tuvo el FITC para Venezuela?
La importancia
indiscutiblemente económica es algo que debería preguntarse directamente a los
que se involucraron en ese particular, pero, obviamente que todo evento de esta
naturaleza, ya es una estructura como tal importante y deja vestigios
económicos, pero sobre todo deja trazos culturales.
Recuerdo muy bien que se
abrieron las puertas a muchas personas que no podían pagar entradas, entonces
dábamos oportunidades. Yo varias veces presté mi carnet para que otras
personas, que no podían acceder, viesen las obras que ya yo había visto, eso
fue una pequeña triquiñuela juvenil, pero lo hacía desde la inocencia y desde
el amor, no me siento culpable para nada, al contrario, me siento feliz de
haberlo hecho. El Café Rajatabla era una fiesta perenne, se movía y el Café del
Ateneo estaba activo, los hoteles se movían, los restaurantes se movían,
entonces ese festival era una fiesta capitalina; y en el interior, cuando se
iba de gira, era una réplica de la fiesta del FIT, en una Venezuela maravillosa
donde el dinero rendía, donde había dinero para poder comprar una entrada,
poder salir, poder disfrutar, por lo tanto, ver y asistir a este tipo de
espectáculos, culturalmente te nutrias y administrativamente y económicamente
el país también.
¿Crees
que el FITC benefició o perjudicó a los grupos de teatro nacionales?
Jamás un grupo teatral
venezolano se pudo haber perjudicado, para nada. Nunca podríamos decir que el
arte venezolano y los hacedores de teatro se perjudicaron, tenían una escuela
en vivo, frente a ellos, tenían los mejores espectáculos. Si no te invitaban a
participar con un espectáculo, bueno, era porque quizá no cumplía con los estándares
que se estaba buscando, como un nivel mínimo exigido para presentarte dentro de
un festival. Duélale a quien le duela es la verdad, y si no tenías el nivel, no
ibas, pero Carlos Giménez fue un tipo tan plural, que a los que se consideraban
sus enemigos también los invitaba a participar del Festival Internacional,
entonces no fue nada mezquino, para nada, absolutamente. Nosotros ganamos,
todos, los venezolanos y residentes en el país, los artistas ganamos con los
festivales internacionales.
¿Crees que el público venezolano se volvió más exigente con las obras nacionales a partir del FITC?
Absolutamente.
Teníamos un excelente teatro pero al tener referencias actuales y tan
maravillosas de una Europa que nos
dejaba sus avances, de Oriente, de la misma América Latina, nuestro teatro,
nuestros creadores y el mismo público se volvieron más exigentes. El FITC fue
un sacudón al talento, al riesgo, a la creación, a la competencia sana.
¿Qué
significaron María Teresa Castillo y Carlos
Giménez para el FITC?
Carlos
y María Teresa significaron el desarrollo del teatro en Venezuela. Ya veníamos
con una maravillosa influencia de Alberto de Paz y Mateos, de Juana Sujo, de
Gómez Obregón, de muchos artistas que migraron a nuestro país. Con la unión del
empuje de Carlos y el entusiasmo perpetuo de María Teresa, se unen dos motores
que transforman la cultura en la Venezuela de los años 80. Quitas a uno de
ellos y era mutilar la idea. Esa dupla fue mágica, alteradora, apasionada,
dinámica, que al día de hoy aún recogemos sus frutos.
¿Quieres
contar alguna anécdota?
Sí, una noche estábamos trabajando
para el FITC en el Hotel Caracas Hilton, donde la suite presidencial era rentada para que todos
los días hiciéramos reuniones de logística hasta altas horas de la noche. En
esa suite, y recuerdo muy bien, un día estaba junto con un grupo de compañeros y Carlos nos agarró viendo hacia el Ateneo y a
Rajatabla, y con lágrimas en los ojos porque Carlos era muy sensible: “boludos,
Venezuela hoy nos agradece y nosotros tenemos que agradecerle a Venezuela…
trajimos lo mejor de lo mejor al país” y brindamos, así como brindamos en cada
uno de los viajes que hicimos representando a Venezuela con la Fundación
Rajatabla.
Yo me siento orgullosísimo
de haber pertenecido a Rajatabla, haber tenido a Carlos como maestro, como
amigo, como confidente, como pana, como jefe, que en paz descanses, pero nos
haces falta. El vacío es doloroso. Tu presencia necesaria. Nunca te perdonaré
tu terquedad… hoy estuvieses aquí.
Panamá, 12 de octubre de 2023
KARL
HOFFMANN
Actor,
director, escritor, locutor y productor venezolano radicado en Panamá.
En
su haber tiene realizadas más de 50 obras de teatro, 27 telenovelas y series
televisivas y 15 películas. En todas ellas como actor, y en algunas
paralelamente como productor y director. Cosecha 9 galardones resultado de la
dedicación de 40 años de trabajo artístico y creador, tanto en la docencia, la
radio, la televisión, el teatro y el cine.
Inicio
sus estudios de actuación en Venezuela en la escuela de arte dramático “JUANA
SUJO”. Formó parte de los grupos teatrales DIMMER, THALIA, RAJATABLA, COMPAÑÍA
NACIONAL DE TEATRO, TEATRO DEL SIGLO.
Del
año 1984 al 2015 trabajó como actor, escritor, director y productor en RADIO CARACAS TELEVISIÓN y
VENEVISIÓN.
Trabajos
en radio como locutor: MAGAZINE SEMANAL
(1986-87); PERSONALIDADES, en su propia radio digital CICA RADIO, y actualmente,
2023, en RANKING 100.7 FM con su programa VENEZUELA EN POSITIVO.
Fue
Host de CINEMAX, canal internacional de cable, del año 1995 al 97.
En
Panamá, desde el 2016 dirige y produce teatro y es productor de contenidos
audiovisuales digitales y para empresas independientes y dedicado a la asesoría comunicacional en
canales televisivos panameños: TVN y MEDCOM.
Desde
el año 2005 a la actualidad, se ha dedicado a la gestión docente y asesorías,
abriendo el CENTRO INTEGRAL DE CAPACITACIÓN ARTÍSTICA, hoy, “CICA
INTERNACIONAL”.
www.cicainternacional.com
www.karlhoffmann.net