En 1992 muy
poco se sabía aún respecto al VIH, llamado por todos Sida, cuando en abril se
produce la impactante e inesperada muerte de un joven y muy querido actor de
teatro, formado en Rajatabla, Jorge Luis Morales, quien, grabando escenas de la
telenovela El Desprecio de RCTV, recibió un balde de agua fría por
exigencias del libreto lo que le ocasionó una neumonía.
Fue llevado al hospital y
tratado inadecuadamente por el personal de salud y administrativo de una reconocida clínica privada de Caracas, al ser detectado positivo VIH,
a pesar de lo famoso que era. Pocos días después murió y, debido a su fama, su
muerte tuvo una gran repercusión en todos los medios de comunicación social de
todo el país, no siempre en forma positiva.
Carlos Giménez, que había sido su mentor y lo había dirigido muchas veces en Rajatabla, muy impactado por su muerte y por la forma en que había sido tratado en el hospital simplemente por tener sida, nos convoca con urgencia a la directiva de la Casa del Artista para proponernos la que es, para mí, su obra más maravillosa: la creación de una Fundación de Asistencia Humanitaria a las personas con Sida, una fundación de ayuda no sólo para las personas del gremio artístico que tuvieran VIH sino para cualquier persona que padeciera la enfermedad, y para sus familiares.
Carlos propone acompañar a las personas enfermas de SIDA con asistencia psicológica, médica y ofreciendo los medicamentos que existían para paliar la enfermedad a menor costo (la enfermedad no tenía cura y los remedios, importados, eran carísimos) o gratis según la situación económica de la persona enferma.
Se aprobó de inmediato.
En apenas unos días Carlos movilizó a gran cantidad de actores y actrices que se reunieron en la Casa del Artista y acordaron ser parte de la Fundación Artistas por la Vida.
Carlos, con la humildad que lo caracterizaba, sugirió a Orlando Urdaneta para presidente, Conchita Obach para gerente y como directivos a Mimí Lazo, Eva Ivanyi, Dr. Luis Parada, Dilia Waikarán, Tania Sarabia, Elias Pérez Borjas y Mirtha Pérez. Como Coordinador General me elige a mí, quien en ese entonces era director de la Casa del Artista. Todos aceptaron.
A la Fundación se le asignó oficinas en el piso 3 de la Casa del Artista y se le dotó con todo lo necesario para que empezara a funcionar.
Fue con ese entusiasmo y empuje de Carlos Giménez que nació la Fundación Artistas por la Vida, que durante muchísimos años le dio no sólo medicinas sino amor, dignidad y esperanza a las personas que tenían Sida que acudían a nuestras oficinas buscando ayuda.
La Fundación fue creciendo y se crearon talleres y foros; folletos con información sobre la enfermedad fueron llevados a liceos y universidades; se reparten preservativos a las salidas de las estaciones del metro, teatros y cines, porque en aquellos años se creía que la enfermedad sólo le daba a los hombres homosexuales y a las personas que se inyectaban drogas.
Gracias a la amistad que Carlos Giménez tenía con el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, la Fundación logra firmar un convenio con el Ministerio de Sanidad para crear una Farmacia. La demanda de ayuda era abrumadora, estremecedora, inimaginable.
Con la llegada del inolvidable
Jorge Borges, una de las manos derechas de Carlos, logramos la publicación de
la revista A×V. Conchita Obach sustituye a Orlando Urdaneta como
presidente, Jorge es designado gerente y Gladys Aparicio (también del equipo de
Carlos) coordina todo en oficina.
La fuerza, carisma, esencia
humanitaria de Carlos Giménez permitió arrancar, dar forma y fortalecer a tan
noble causa. Su labor fue más allá de las tablas y le debemos mucho.
El 28 de marzo de 1993 Carlos
Giménez murió de SIDA pero su gran, espectacular obra siguió brillando durante
muchísimos años más. Treinta años después, ¡qué falta que nos hace Carlos!
Ex
Coordinador General de la Fundación Artistas por la Vida y ex Director
General de la Casa del Artista.
Fuente fotos: Juan José Bartolomeo