Cargados de una gran pasión
teatral, se iniciaron las puestas en escena con diversas obras de Anton Chéjov
y seguidamente, estrenamos la obra “La Noche de los asesinos” de José Triana y
participamos Yazmina Jiménez, Milton Ferrer y mi persona, en nuestro Teatro de
Bellas Artes de Maracaibo; de allí, la llevamos a diversas salas del estado
Zulia.
Un buen día de ese mismo año, el
maestro Izaguirre nos comunica que ha recibido la invitación del maestro Carlos
Giménez, director del grupo Rajatabla, con su propuesta de llevar a cabo la Muestra Nacional de Teatros Independientes del país. Un proyecto con visión de futuro que
permitió unificar y promover el movimiento de grupos de teatros independientes
de Venezuela.
Seguidamente, Carlos organiza la Primera Muestra Nacional de Teatros Independientes en la Sala Rajatabla, junio de 1978; con la
participación de algunos grupos nacionales que recuerdo: El Teatro
Universitario de Mérida; La Barraca de Ciudad Guayana; El Pequeño Grupo de
Mérida; el Teatro Movil Campesino de Tovar, Merida; Trenzas Teatro de Yaracuy; Grupos Theja, Triángulo, Los Comediantes,
Rajatabla de Caracas y nuestro grupo El Pequeño Teatro de Maracaibo- Zulia.
Esta vivencia teatral fue muy
enriquecedora que nos permitió como grupo recién constituido, cultivar una
experiencia nueva con intercambios de criterios, lenguajes y propuestas, que le
permitieron a El Pequeño Teatro crecer dentro del ámbito regional; y para mí,
conocer a Carlos Giménez con el insuperable trabajo teatral de su grupo
Rajatabla.
Esta Muestra se programó dentro del
marco de la IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones; lo más importante para nuestro grupo fue que
apareciésemos en el afiche y la grilla con la programación del Festival, unidos
con los grupos invitados que llegaron de todas partes del mundo.
Desde ese tiempo, surgió una verdadera relación de
amistad con el maestro Carlos Giménez y la gran mayoría de los integrantes de
su grupo Rajatabla y que a través de los diversos ámbitos en que la vida me
presentó, cada vez mi vinculación afectiva se hizo más sólida.
Para el año de 1983, fui designada directora de la
Secretaría de Cultura del estado Zulia y con ello, me alejé un tanto de la
actividad teatral, ya que la gestión cultural en esta institución fue muy
demandante. Aunque ello no impidió mi contacto con Rajatabla, ya que me
permitió llevarlos al Zulia con sus diversos y grandiosos montajes: Bolívar, Señor Presidente y muchos más.
Después de mi gestión en dicha instancia cultural, fijo
residencia en la ciudad de Caracas para 1986 a propósito de mi traslado como
docente universitaria. De nuevo la vida me sorprendió con lo que más me apasiona:
la actividad cultural. Fui designada como Directora del CONAC (actual
Ministerio de Cultura).
Por la naturaleza de mi cargo, tenía la responsabilidad
de seleccionar a los diversos grupos artísticos a nivel nacional, para el
otorgamiento de los subsidios como política de cooperación y ayuda mutua, que
se le concede a las diversas instituciones, grupos e individualidades que
desarrollen de forma eficiente su actividad artístico-cultural.
Sin duda alguna, incluí al grupo Rajatabla entre los más
dignos de obtener este subsidio por su valioso y consecuente trabajo en pro de
la cultura y el arte teatral.
La amistad y admiración por los integrantes de esta
troupe encabezada por Carlos se fue transformando en una relación de hermandad.
Fueron innumerables las tertulias que sosteníamos en el café Rajatabla; las
diversas investigaciones que me solicitaba el Maestro, cuando comenzaba a
trabajar en algunos de sus montajes. Ni hablar de lo que representaba estar con
todo el equipo planificando el Festival Internacional de Caracas; me
permito mencionar a los amigos más cercanos: Mi amado Paquito Alfaro, Williams
López, Cosme Cortázar, Pedro Pineda, Carlos Bolívar, David Blanco; en fin, toda
una cofradía de talentos donde fueron interminables los días y horas que
disfruté con todos estos amigos.
Me precio de asegurar que me transformé en la ferviente
espectadora de todas las versiones del FITC. Asistí a la gran mayoría de los
talleres que dirigían los maestros internacionales invitados. Me disfrutaba
entre dos y tres obras diarias, que permitieron nutrirme como actriz. Después
de gozarme las diversas propuestas de los grupos del mundo entero, nos
reuníamos con Carlos para hacer una evaluación del Festival. ¡Qué momentos!...
Segura estoy, que unida a la formación teatral que
iniciase con los maestros Nicolás Curiel y Clemente Izaguirre, la experiencia más
importante que adquirí, la obtuve con Carlos Giménez y haber vivenciado tantos
espectáculos teatrales mundiales, lo cual considero es la instrucción práctica
que debe recibir alguien que ame verdaderamente al teatro.
Admiro la nominación que le ha dado a Carlos Giménez, la
apreciada escritora Viviana Marcela Iriart en su libro “El Genio Irreverente”, porque todo el éxito y respeto que cosechó durante su
trayectoria como maestro y gran puestista teatral, fue, precisamente por esa
importante condición: Su irreverencia y persistencia indiscutible.
Al definir al Maestro, recuerdo estrofas del poema Carpe
Diem de Walt Whitman:
“…Aprovecha el día, no
dejes que termine sin haber crecido un poco,
Sin haber sido feliz, sin
haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el
desaliento.
No permitas que nadie te
quite el derecho de expresarte,
Que es casi un deber.
No abandones tus ansias de
hacer de tu vida algo extraordinario…”
¡Sigue volando alto amado Carlos!...
Actriz. Escritora. Especialista en Gestión Cultural. Docente en Venezuela y en Estados Unidos.
Ex
directora del Consejo Nacional de la Cultural (CONAC, actual Ministerio de
Cultura).
Ex
directora de la Secretaría de Cultura del estado Zulia, Venezuela.
Este
artículo forma parte del libro “EL FITC DE MARÍA TERESA Y CARLOS ERA UNA
FIESTA”, de próxima aparición.