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RECORRIENDO AMÉRICA LATINA CON CARLOS GIMÉNEZ por MARIEL JAIME MAZA, Puerto Ordaz, enero-febrero 2023

 


Entrevista en  Córdoba al regreso de la gira latinoamericana con
Carlos y El Juglar, 1968. Fuente: Miguel Bazano




Carlos fue una personalidad fuera de serie. Dios le regaló varios dones: uno de ellos fue su calidad imaginativa; el segundo fue su capacidad creativa; el tercero fue su calidad analítica para poder desarrollar textos basados en autores universales que él mismo versionaba, utilizando su calidad imaginativa y creativa para las puestas en escena.

Tenía un verdadero espíritu de artista. Porque no es lo mismo autodefinirse artista porque estás en la televisión o trabajas en el cine o lo que sea, a tener el espíritu real de artista.  Él fue un arquitecto, un ingeniero del arte escénico. Fue inapelable e inobjetablemente para mí tal cual lo defino. Fue valiente. Fue una persona que cuando se proponía algo, ya sea a nivel sociedad o a  nivel escénico teatral o a  nivel del arte en general, él lo lograba.

Fue un rebelde con causa. Porque todo lo que hizo en Córdoba desde que comenzó con su grupo de teatro El Juglar, dirigiendo la Comedia Cordobesa, fue impactante, fue algo que siempre sorprendía a todos aquellos que estaban alrededor del arte o haciendo arte escénico.

Recibió, por supuesto, ataques, por celos, envidia, de gente en la que él confiaba, que no voy a mencionar porque algunos están vivos. No recibió la compensación del colega hacia el colega, aprobándolo, demostrándoselo en los hechos sino todo lo contrario. Recibió traiciones y demás y él supo vencer todas esas situaciones en contra con una jerarquía ¡y una manera de trabajar!… porque para él el trabajo creativo era lo que más le importaba. Hacer, hacer, hacer, con una disciplina tan estricta y un sentido incluso de organización personal sumamente estricto, aunque hubiese parecido en aquel momento que era una persona improvisada. No lo fue. Supo ser un buen administrador de su sentido organizacional y también de su sentido disciplinario.

Carlos para mí fue como mi padre del alma desde prácticamente cuando yo tenía 15 años.

Yo conocí personalmente a Carlos en el año 1967, porque su trabajo lo conocía de años atrás.

En el año 60, aproximadamente, prácticamente el 90% de los integrantes de quiénes éramos la  Comedia Cordobesa fundadora, nos fuimos con nuestro primer director, Eugenio Filippelli y alquilamos una casa  antigua en el centro de Córdoba y al frente estaba Carlos con su teatro El Juglar, que también él había alquilado allí un local grande. Entonces se desarrollaban nuestras actividades teatrales de diferentes formas.

Mientras Carlos trabajaba con grandes montajes de grandes autores universales, donde el ambiente del público era sumamente, intelectual, elitesco muy especial.  Nosotros trabajábamos con obras de carácter popular, como por ejemplo El hombre y la bestia, La bestia y la virtud de Luigi Pirandello, siempre dirigidos por nuestro director Eugenio Filippelli, que fue mi primer director teatral.

 Y allí pude conocer a Carlos, me encantó su temperamento, su nivel creativo, su manera de hacer sus puestas en escena, me empecé a identificar desde adentro, no sabes de qué manera, no te imaginas. Carlos era muy vanguardista en sus puestas en escena. Su calidad creativa le permitía volar por el lado, incluso de la estética surrealista.

Y ahí fue que yo empecé a hacer contacto con él. Pero un día me fui a Salta para trabajar como extra en la película Taras Bulba con Yul Brynner, porque yo era muy inquieta y quería hacer una carrera internacional en el cine. Pero Juan Pagés me fue a buscar porque Carlos quería hacer un collage de Eugenio Ionesco, La querida Familia. Y de alguna manera Juan me salvó la vida al irme a buscar, porque si no me hubiera quedado allí  y no hubiera tenido un destino como el que tuve, que fue magistral.

Carlos me habló, me explicó lo del montaje y yo acepté como loca. Por supuesto que ya el teatro Arlequín, el grupo de  Eugenio Filippelli había desaparecido. Juan también era parte del elenco y  comenzamos a estudiar los textos y fue muy hermoso todo lo que empecé  a vivir allí, porque el proyecto era hacer una gira latinoamericana y la hicimos como ya te conté y con mucho éxito.

Yo calculo que Carlos ya tenía una evaluación de mí como actriz cuando me llamó por haberme visto actuar en obras de teatro, porque yo había comenzado cuando tenía 11 años en la  Comedia Cordobesa y era la niña mimada y todo eso.

Bueno, la cuestión es que  Carlos decidió integrarme a su teatro universitario El Juglar y cuando estrenamos  la obra en Córdoba, el periodista Luis Maza, del diario Córdoba, me bautizó como “La Voz”, porque yo  tenía un vozarrón increíble.

En definitiva, es de esa forma cómo se consolidó mi relación con Carlos. Y descubro en él unas facetas extraordinarias y nunca le vi los defectos. Siempre le vi todas sus virtudes, nunca le vi defectos y si los tenía yo los omití. Carlos me daba mis gustos, no los de él sino los míos. Yo era como su niña mimada, y eso siempre generó mucho celos y envidia a nuestro alrededor.

Carlos escribió una obra de teatro llamada  El Golpe. En esa obra trabajamos dos artistas: éramos Héctor Veronesse y mi persona. Y estrenamos en un café-concert que en aquel momento se llamaba Bestiario, estaba en la Av. Vélez Sarsfield, en el centro de la ciudad de Córdoba. Eso fue para mí rotundo en cuanto a experiencia porque había un semidesnudo que teníamos que hacer ambos en escena y realmente lo hice porque yo ya valoraba muchísimo a Carlos y también porque era una manera de enfrentarme a mi propio medio escénico y liberarme internamente de prejuicios que todavía existían bastante en nuestra sociedad.

Posteriormente hicimos Picnic en el campo de batalla, yo fui una de las enfermeras. No recuerdo a todo el elenco pero sí a Juan Pagés. Y recuerdo una anécdota muy especial en aquella época, no recuerdo exactamente el año, pero fue cuando Julio Orstein estaba de director de cultura, era excelente  y fue despedido por su tendencia hacia el comunismo, eso era lo que decían.  Y fue reemplazo por Fernández Ordoñez. Y Carlos se propuso sacarlo de ese cargo, ¡y lo logró!

Eso fue algo que a mí me marcó sobre la valoración que tenía sobre Carlos. Y siempre lo vi como mi  papá del alma porque fue el único ser humano en el mundo que me dio mis gustos, no los gustos de él, mis gustos y sin preguntármelo. Eso fue algo increíble que jamás he podido olvidar hasta el día de hoy.

En 1968 hicimos una gira por Latinoamérica con La Querida Familia, versión y dirección de Carlos.

En Bolivia estábamos a punto de empezar una función y Carlos y yo fuimos al escenario, porque mi costumbre era hacer un relevamiento del campo escénico antes de comenzar la función. Y de repente Carlos cayó, quedó como morado y entonces yo, sin tener la experiencia de cómo salvar a un ser humano, le abrí la boca, le hice respiración artificial y le traje la lengua hacia adelante porque se le había ido hacia atrás. Eso fue de locos. Y Carlos volvió en sí.  Y él me hizo prometer que nunca jamás comentaría lo que había ocurrido y me confesó que él tenía problemas de carácter cardíaco. Y yo mantuve el secreto para siempre. En este momento lo cuento porque él ya no está para rescatar que, a pesar de tener esas variables en cuanto a la salud, jamás demostró cobardía ni inhibiciones para enfrentar tales retos. Siempre fue prominente en ese sentido también. Su fuerza emocional y su fuerza mental fue superior a todo.

La gira siguió y nos fuimos a Perú. Viajábamos como grupo universitario de teatro El Juglar. El día que normalmente no se hacía teatro en Perú, Carlos decidió hacerla. Bueno, ese día tuvimos diez personas en el público nada más. En ese momento El Juglar necesitaba reemplazar a un actor y a una actriz, que eran Marcelo Urquidi y María Rosa Grotti, que tenían que regresar a Argentina. En el público estaba Anadela Arzón, que era una actriz argentina; Mario Delgado, un actor peruano; Atahualpa Del Cioppo, maestro y director del Teatro El Galpón de Uruguay; Luis Alfonso Diez, un español que vivía en Londres compartiendo con Vargas Llosa y que estaba en Lima dictando conferencias sobre el escritor; y también estaban dos negras hermosísimas que tenían un kiosko a donde nosotros íbamos a desayunar.

La obra era un collage de Ionesco que había hecho Carlos que se llamaba La Querida Familia. Éramos dos actores y dos actrices, Jorge Magaldi era el escenógrafo y Carlos además de actuar era el director.

En una escena donde Carlos compartía con María Rosa Grotti, que hacía de madre y Carlos de su hijo, y yo hacía de novia, Carlos se equivoca y le  dice a María Rosa: “La madre de mi mano tiembla en la mía”. El texto era: “La mano de mi madre tiembla en la mía”. Esta escena transcurre con ambos arrodillados en el piso. A María Rosa le agarró un ataque de risa tan fuerte que se levantó, dejó a Carlos con la mano extendida y salió de escena riéndose porque no aguantó. Y encima se hizo pipí en el escenario.  Y encima el escenario era en declive, y ellos estaban  muy cerca del proscenio. Carlos se levanta para no dar la impresión de que se había cometido un error y comienza a gritar: “¡Madre, madre, madre!”. Y sale de escena y me dice: “Sal ya Mariel, que tienes que reemplazar a María Rosa que tuvo un ataque, rápido, rápido, rápido. Y ten cuidado que se orinó en el escenario.”  Yo tenía un vestido largo de novia con un tocado gigante. Yo, riéndome a carcajadas, salgo por detrás del escenario y aparezco por platea pensando: ¿dónde estará el orín? Bueno, subo al escenario, comienzo mi texto y tenía que arrodillarme ¡y me arrodillo justo delante del orín! Bueno, me tragué la risa y seguí con el texto.

Esa fue una grata experiencia porque al final de la obra vino Anadela Arzón y dijo: “cómo me encantaría viajar con ustedes, integrarme al grupo”. Y Mario Delgado dijo lo mismo. Así que ahí teníamos el reemplazo de María Rosa y Marcelo.  Después se acercó Atahualpa del Cioppo y nos dijo: “Yo voy al primer festival latinoamericano universitario de Manizales en Colombia y voy a hablar de ustedes para que sean invitados. Así que, Carlos, vas a tener que estar muy atento a mi llamada telefónica.” Y Luis Alfonso Diez subió también a saludarnos y nos dijo que le encantaría que viajásemos para Londres. Y después las dos hermosas negras divinas nos invitaron una semana gratis los desayunos.

Al final se concretó la invitación al Festival de Manizales gracias a Atahualpa del Cioppo y seguimos rumbo a Colombia.  Ese festival fue increíble. Pero nosotros llevábamos una obra de autor europeo, La Querida Familia de  Ionesco, y el festival exigía obras de autores latinoamericanos. Pero Enrique Buenaventura, que era el presidente del festival, el día de la entrega de premios en el teatro dijo: “Realmente el grupo argentino merece tener un primer premio pero lamentablemente tienen obra de autor europeo. Pero le vamos a dar una Mención Especial.”  Y Carlos en el festival hizo contacto con gente de Venezuela.



Fuente: Festival de Manizales


Fuente: Miguel Bazano



Así que regresamos a Argentina con ese reconocimiento y Carlos entusiasmadísimo, porque él quería llegar a Caracas. Cuando regresamos me entrevistó el periodista Luis Mazas, del diario La Voz, un hombre al que no voy a olvidar porque fue uno de los grandes estímulos en mi vida a nivel de prensa y era muy amigo de Carlos.

Entonces empezamos a ensayar Los amores de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Yo estreno la obra pero como tenía que finalizar mis estudios no pude realizar la segunda gira con Carlos.  Y le dije: “cuando yo le dé el título a mis padres me voy contigo, Carlos.” Porque se iba mi papá del alma, primero y principal. Y segundo porque se iba uno de mis grandes maestros, uno de mis mejores directores.

Yo termino mi carrera  y Carlos, en un viaje que hace a Córdoba para visitar a sus padres, me entrega un contrato del Ateneo de Caracas por dos años. Yo me voy después que él pero no le avisé porque quería darle una sorpresa. Así que llegué a Caracas y le dije al taxista que me llevara al hotel  que estuviera más cerca del Ateneo de Caracas y me llevó al  Caracas Hilton, enfrente del Ateneo, y como yo tenía dinero me hospedé ahí  por dos noches. Y esa primera noche había una cena con show con Tom Jones y The Supremes, así que compré mi tarjeta y disfruté del espectáculo.  

Al día siguiente en la tarde voy al Ateneo, que en aquella época era una casa, con palmeras, y su sala de teatro por supuesto, y una fuente de soda. Cuando entro  había un mono perezoso en la puerta y comenzó a seguirme así que le dije: “Voy a llamarte Encuentro”. Me encuentro con Juan Pagés, a quien yo había elegido mi hermano del alma, y nos damos besos y abrazos. Le dije que no le dijera nada a Carlos porque quería darle una sorpresa. Carlos estaba en el área técnica en la sala, de espaldas a mí. Lo toqué y cuando se da vuelta y me ve pega un grito: “¡Mariel, masita, querida! y nos abrazamos arduo. Y ahí comenzamos toda una historia.

El Ateneo en ese momento estaba respaldado por dos familias muy trascendentes de Caracas, los Otero Silva y los Palacios.

Cuando llego Carlos estaba dirigiendo a nivel profesional una obra llamada La venganza de Don Mendo de Muñoz Seca.  La obra había sido elegida por Miguel Otero Silvia, quien le había pedido los derechos de autor a los nietos de la obra, que se los negaron. Entonces Otero Silva decidió hacer una versión libre y le puso Don Mendo 71.

Carlos estaba dirigiendo a un grupo de grandes profesionales de la escena caraqueña, como por ejemplo América Alonso, que tenía una trascendencia importantísima en televisión, cine y teatro; Rafael Briceño igual, Enrique Benshimol, Daniel Farias… eran personalidades muy importantes, como si fueran Alfredo Alcón en Argentina.

Entonces Carlos me dice: “Yo te voy a dar el libreto de esta obra. Te lo vas a estudiar. Vas a ser la reina dentro de la obra porque una de las actrices se enfermó así que tú vas a reemplazarla. Pero mañana, cuando vengas al ensayo, tú tienes que saber tu texto al pie de la letra y te voy a explicar cómo es la dinámica de la puesta en escena que estoy haciendo, los movimientos que te corresponden para que mañana impactes a todo este grupo de profesionales y actúes  como si ya estuvieras hace tiempo ensayando con ellos. Y sé que tú eres capaz.”

Esa noche no dormí.

Al día siguiente llego a la noche al ensayo y soy presentada como la argentina que acaba de llegar y comenzamos a ensayar. Y todo el mundo se quedó sorprendido porque me sabía el texto y los movimientos. Pero yo lo hice porque sentía que no debía defraudar a Carlos, que debía hacerlo quedar muy bien, no quería decepcionarlo.

Estrenamos con un lleno total, incluso estaba el presidente de la República, que era el Dr. Rafael Caldera. Y  Carlos pasó a ser el niño mimado de María Teresa Castillo, esposa de Miguel Otero Silva. Fue increíble lo que se logró con esta obra, una trascendencia, un furor todos los días.

En esos días un grupo de jóvenes que quería hacer teatro se acercó a Carlos, venían acompañados por un escritor brasilero, Antonio Miranda, que le entregó a Carlos su poemario Tu país está feliz y le pidió que lo dirigiera. Carlos aceptó y comenzamos a ensayar. El grupo estaba integrado por varones y una sola mujer, yo. No teníamos nombre todavía, éramos el Grupo de Teatro del Ateneo de Caracas.



Miguel Otero Silva, María Teresa Castillo (al fondo, en el centro) , Carlos Giménez,  América Alonso,
Manuel Poblette, Rafael Briceño, Enrique Benshimol, Carmen Messutti, Esther Plaza, Alfredo Berry,
Julio Gasette,Pedro J. Diaz, 
Francis Rueda Enrique Porte, María Teresa Haiek, Daniel Farias,
 Juan Manuel Montesinos, Francisco Alfaro, 
Mariel Jaime Maza . Don Mendo 71. Foto Miguel Gracia



Mientras actuábamos en Don Mendo 71, que alguna ganancia nos dejaba pero mi mamá y mi papá tenían que mandarme dinero desde Argentina, ensayábamos Tu país está feliz.  Estrenamos Tu país... con un full total de juventud, hacían largas colas para entrar afuera del Ateneo, nos pedían autógrafos, fue de locos. Así fue nuestra inauguración oficial como grupo de teatro del Ateneo de Caracas, porque Don Mendo había sido presentada  como el grupo de grandes artistas profesionales. En Argentina a Carlos lo llamaba el “enfant terrible” y acá comenzaron a llamarlo de la misma manera. En el elenco sólo había dos profesionales: Juan Pagés y yo. Estaban José Pepe Tejera, Enrique Serrano, Gustavo Gutiérrez, José Ramón Ortiz, Francisco Alfaro, Xulio Formoso que era el músico que musicalizó los poemas y tocaba la guitarra en escena.

Continuamos con gran éxito, funciones mañana, tarde y noche, teníamos las dos obras en cartelera y las dos full de público. Así que hacíamos dos obras diferentes cada día y estuvimos conectados con el éxito durante muchísimo tiempo.

Carlos, a todas esta, ya estaba poniendo en evidencia su mundo histriónico, su capacidad creativa, su calidad en resoluciones, tenía una fortaleza realmente extraordinaria y los principales periódicos de Caracas estaban permanente detrás de él buscándolo para entrevistarlo.

El día que estrenamos la segunda obra de teatro de Rajatabla, Venezuela tuya, estaba, como en todos nuestros estrenos, Rafael Caldera, el presidente de Venezuela.  Porque Carlos era  también un poco el niño mimado de  Alicia Pietri, la esposa de Caldera.

Ese día estábamos con telón abierto en el Ateneo, arrodillados en el escenario como beisbolistas, y antes de que comenzáramos a actuar apareció un grupo tipo matones,  se pararon delante nuestro y empezaron a decir cosas horribles en contra de las personas del Sur, que éramos Juan Pagés, Carlos y yo, declaraciones xenófobas y acusaron a  Carlos de ser homosexual.  

Mientras, nosotros seguíamos ahí arrodillados, sin mover ni una pestaña. Al finalizar  bajaron por la platea, se fueron y comenzamos a actuar.

Cuando la obra terminó, Carlos subió al escenario y habló ante el público. Habló sobre la importancia de la cultura latinoamericana teatral y sobre el hecho de hacer teatro en Venezuela con un estilo diferente, que él había despertado al teatro venezolano que estaba como en un letargo. Y dijo al final:

-¿A quién   daño señores?  Sí, soy homosexual. ¿Y a quién daño con eso?

 Y cuando terminó de hablar y habiendo sea asumido como homosexual, y creo que fue el primer ser humano que salió del closet en la década del 71, habiendo salido del closet abiertamente, con esa valentía y ese espíritu rebelde que tenía Carlos, y tan seguro siempre de sí mismo, que la gente lo único que hizo fue pararse y aplaudir. Aplaudieron, aplaudieron y aplaudieron.

Y las declaraciones de Carlos  sirvieron como un despertar  hacia nuevas metas, despertar y motivar a unos cuantos grupos de teatros, y hasta a la misma gente del Teatro Nacional de Caracas, que era uno de los teatros más importantes de la ciudad.



Mariel Jaime Maza y Xulio Formoso (adelante). Juan Pagés, izquierda; elenco; José Tejera y Francisco Alfaro. Tu País está feliz



Así es que para la cultura latinoamericana Carlos fue un eje, él fue alguien que realmente dio vida también a muchísimos grupos del mundo latinoamericano teatral, que han seguido parte de su historia y parte de su escuela también. Movilizador permanente, inductor permanente, creador permanente, no hablemos de innovador si no de creador. Cargador alrededor de envidias, de celos, de traiciones, y por encima de todo eso, sabiéndolo Carlos porque una vez me lo dijo, él lograba vencer todo eso de una manera tan genial que no le tocaba internamente y seguía adelante.

Él dejó un legado y ese legado sigue actualmente vigente en muchas mentes y en muchos cuerpos que hoy están tanto en Latinoamérica, en Venezuela, como en diversas partes del mundo incluyendo España, para seguir su escuela y ser él motivación definitiva así como lo es para Ángel Acosta

En cuanto a la partida de Carlos, queda un Rajatabla cubierto de toda esa energía, con motivaciones tremendamente fuertes, que le sigue de alguna manera un poco, un poco, pero de manera firme y decidida, le sigue dando vida a Carlos: Francisco Alfaro, que también fue fundador de Rajatabla, que en paz descanse. Y Rajatabla siguió vigente por momentos.

Luego la Dirección General y la presidencia de Rajatabla  quedan en manos de Williams Lopez, una persona extraordinaria como gerente, como dinámico laboral permanente, que fue uno de los grandes que llevó a Rajatabla al orbe, hacia mundos extraordinariamente exquisitos: festivales, premios, reconocimientos.  Williams supo hacer muy bien su tarea de relacionista público, de productor y  también de representante, fue extraordinario, por eso Rajatabla todavía sigue vigente, gracias a que Williams está de presidente.

Han pasado directores. Tanto locales venezolanos como del exterior. Y Carlos, en cada paso que da cada director, sea del exterior o local, Carlos sigue allí vigente, con su manera de realizar puestas en escena, con su manera de seleccionar textos. con su manera dinámica de aunar e incrementar calidades actorales.

Es por ello que Rajatabla no ha muerto y que muchos de los que han estado estudiando en el taller de teatro de  Rajatabla, hoy son muy buenos actores, hoy son actores excelentes, generaciones de relevo que han trascendido más allá de una lógica convencional o elemental, y muchos de ellos ya están en el Mundo, protagonizando también con sus diferentes especialidades.

 

 LA PARTIDA DE CARLOS

Acá viene un tema duro para mí, demasiado duro, todavía tengo un llanto estrangulado cada vez que me toca hablar de la partida de Carlos.

Un día viene Juan Pagés al  apartamento que yo alquilaba y me dice:

        -Carlos acaba de morir.

 Yo en ese momento me tiré al piso, me revolqué en el piso de la rabia, de la impotencia, le eché la culpa: “Carlos ¡estúpido, estúpido! ¿porque te fuiste? ¿por qué metiste la pata así? ¡Estúpido, estúpido, estúpido!”

Juan me preguntó si yo iba a ir al velorio y le dije que no, porque yo lo iba a dejar vivo por dentro, en mi ser, yo no quería verle en total decadencia, porque ya sabía lo que estaba aconteciendo con su vida, con el sida.

Sin embargo, ¿qué me transmitió la muerte de Carlos? Una gran firmeza interior, en el alma, y mentalmente le dije: yo voy a ser tu seguidora para siempre, tú vas a ser mi fuerza, mi temperamento, mi potestad indeclinable para siempre y más allá de esta vida.

Y continúe prácticamente la escuela que asimilé de Carlos.  Entonces ¿qué significó para mí su muerte?  La trascendencia. La trascendencia al más allá. Visualizándolo permanentemente como un visionario, como alguien interminablemente infinito. Como alguien cuyo ser ha seguido y sigue vibrando a través de su energía en muchísimas mentes brillantes, que hoy están esparcidas por el mundo.

Carlos sigue vibrando con su forma temperamental, creativa, estética, cargada de rebeldía, irrespetuosidad ante lo mediocre y lo elemental, para poder desarrollar en su propia personalidad un temple más fuerte que el de los templarios; una forma estética, como el  gran esteta que fue, inolvidable, que superó hasta las grandes esculturas y pinturas de muchísimos personajes conocidos en cada puesta en escena que ha hecho.

Entonces, ¿qué significó para mí la partida de Carlos? Todo lo que te acabo de decir, que aún sigue vigente y que seguirá vigente para siempre, duela al que le duela, le cueste a quien le cueste. Pero en definitiva, a ese que duela que le duela o cueste que le cueste, también tiene en su haber la marca gimeniana.

Todavía sigo con un poco de llanto estrangulado. Pero me permito el lujo de dejarlo en paz, tranquilo, dónde está, para poder recibir siempre su contacto energético y que me induzca y me abra los caminos claros de cómo seguir trascendiendo por encima de todas las utopías creando arte teatral.

 



 EL PODER GIMENIANO

 Te voy a hablar del poder gimeniano en la estética del teatro, en la gerencia del teatro, en la dinámica con sentido de proyección mundial, que era  la fuerza fundamentalmente interna de Carlos y su calidad total en cuanto al dominio de puesta en escena, era un súper puestista  un gran puestita.  

Y digo esto le duela a quien le duela, porque hoy todavía hay gente que quisiera que no se hablara  más de ese gran artista llamado Giménez, porque anteponen sus propio egos. Pero yo, aun teniendo una gran trayectoria profesional en mi vida, no tengo ningún inconveniente en destacar los verdaderos talentos en el mundo, aunque pertenezcan a la misma especialidad en la cual yo estoy involucrada.

 Al contrario, es una satisfacción  y lo hago  sin  ego, porque el ego es demasiado traidor. Y ese ego traidor lo supo asimilar Carlos en cuanto a acciones internas con la  careta por fuera de muchísima gente, demostrando reacciones antagónicas a lo que realmente eran sus acciones interna. Y Carlos, aun sabiéndolo, le dio la oportunidad a los propios enemigos a que compartieran el mundo de Rajatabla.  Y no solamente el mundo de Rajatabla, de conocer el mundo porque Rajatabla viajaba por todo el mundo y le dio la oportunidad a mucha gente de conocer el mundo por primera vez.

Yo conocí parte de del mundo, especialmente de América, gracias a que viajé con Carlos. Y esta marca definitiva de viajero a nivel mundial por parte de Carlos, nos trasladó también como viajeros con  él y pudimos comprobar, en cada país, que Carlos era un verdadero señor del teatro, incomparable, imposible comparar con otros grupos existentes en aquellas épocas. Estamos hablando, digamos del año 1967  hasta 1974, aunque los años en que más trabajé con él fueron del 70 al 72.

Entonces, para mí fue Carlos un viajero del mundo, un gran puestista teatral en el mundo, nadie en ese momento podía competir con él en cuanto a su calidad imaginativa, por ende creativa, por ende también de manera digamos, subjetiva y objetiva, un poderío analítico, reflexivo pero muy propio dentro de su propio estilo creador.

Realmente Carlos fue un creador que se pudo conectar con los más grandes entre los grandes creadores de teatro de generaciones anteriores a la suya, creadores mucho mayores que él, que lo veían como a un niño prodigio. Por algo lo llamaron en Argentina y Venezuela  le enfant terrible, y en muchos otros países también.


COMPARTIENDO APARTAMENTO CON CARLOS

Con Carlos alquilábamos un apartamento en Los Caobos, junto con Héctor Clotet, que era su pareja; Juan Pagés y Pepe Tejera, en 1971.  Yo tenía una habitación para mí sola.

Carlos tenía un carácter estupendo al despertarse, se levantaba cantando. Él era una sonrisa permanente. Se ponía el gorro  de baño en la cabeza antes de ducharse porque no quería mojarse el pelo. 

A  la mañana íbamos al Ateneo a recibir clases de expresión corporal, de fonoaudiología, de historia del arte, por parte de profesores que había contratado el Ateneo.

Al mediodía terminábamos la parte pedagógica y nos íbamos con Juan, Pepe Tejera y a veces con Héctor, sin Carlos, a almorzar pescado a una playa solitaria en Los Caracas, porque nos gustaba estar solos, sin gente. Almorzábamos y luego tomábamos nuestra cocada, bueno, cuando yo tomé mi primer cocada nunca me imaginé lo  exquisita que era.  Al regresar, Carlos  ya estaba en el departamento y nos íbamos todos juntos, con Carlos, a ver una telenovela mexicana llamada Magdalena. Nos encantaba.

Después, a las dos o tres de la tarde, regresábamos al Ateneo para hacer improvisaciones de lo que después fue  Venezuela Tuya. Porque el texto no estaba escrito. Así que Carlos invitó a Luis Britto García a vernos porque el objetivo de Britto García era escribir Venezuela Tuya a partir de nuestras improvisaciones. Así que él se sentaba solito en platea y nosotros desarrollando todo lo que nos nacía espontáneamente y  usando algunos textos de ya estipulados de algunos autores.

Un día Britto García dijo: “tenemos que ponerle un nombre al grupo, traigan 10 nombres para mañana.” Así lo hicimos, los metimos en una bolsa y no me acuerdo quién fue el que sacó de la bolsa un papel con un nombre.  Y ese nombre era Rajatabla. Después me enteré que quien había escrito ese nombre fue Enrique Porte. Y así fue como nació el nombre de Rajatabla, en el proceso de los encuentros que teníamos con Luis Britto García hasta que él consolidó definitivamente el argumento literario de la obra. 

 

ANÉCDOTAS DE PUERTO RICO Y ARGENTINA

Francisco Alfaro, Mariel Jaime Maza, Francis Rueda y elenco. Venezuela Tuya.
Foto Miguel Gracia




Al terminar la temporada de Don Mendo 71 y Tu país está feliz, nos fuimos de gira a  Puerto Rico.

La última función en Caracas  la terminamos a las 12 de la noche y nos  pusimos diestros para preparar todo. Carlos hizo hacer unos baúles extraordinarios, dorados, bellísimos, para montar toda la ropa. Cada uno tenía  un rol complementario dentro del grupo y a mí me tocaba el vestuario:  organizarlo, colocarlo dentro de bolsas muy hermosas, grandes, gigantes que estuvieran bien resguardadas, Siempre Carlos y  yo  fuimos los que más trabajábamos, y luego Enrique Porte cuando se integró al grupo.

Cuando terminamos nos fuimos directo al aeropuerto, a Maiquetía, en un autobús que siempre teníamos para cuando salíamos de gira.  Llegamos como a la una de la mañana y estuvimos ahí esperando el vuelo hasta las cinco aproximadamente de la mañana. Llegamos a Puerto Rico y allí nos hospedaron en hotel Capitol.  Los chicos  pidieron tequila pero Carlos no bebía y yo tampoco, así que él me dijo: “vente conmigo.” Y nos fuimos al teatro, nos encargamos del traslado de las cosas.

El festival era por países y  esa semana le tocaba Venezuela y las funciones eran sólo para los portorriqueños y los venezolanos, es decir, los integrantes de los otros grupos no podían ver las otras funciones. Entonces nos pidieron actuar paralelamente, después de la función en el festival, en una ciudad que se llama Ponce.

Y resulta que esa noche de la presentación cinco integrantes del grupo no se presentaron. Eran actrices, actores y un técnico que habían sido de El Nuevo Grupo y que Carlos los había integrado a Rajatabla. Carlos obviamente se desesperó. Al día siguiente salimos a buscarlos en el autobús que nos había facilitado el festival y  los encontramos en la calle, caminando, totalmente moradas  las caras, totalmente drogados y venían con el hijo del embajador de Estados Unidos en Puerto Rico. Y resulta que  se habían ido a una fiesta en la  isla privada de un potentado  y por eso  faltaron a la función. Los cargamos en el autobús y Carlos neurótico, con toda esta situación, igual los perdonó.  Porque Carlos siempre fue contemplativo, pero eso sí, hasta un punto.

Después hicimos una gira latinoamericana que terminó en Argentina, para actuar en Córdoba y Buenos Aires con Tu país está feliz y Venezuela Tuya.

Estábamos en Buenos Aires, en el teatro Olympia, por hacer el ensayo general  cuando  Carlos llama  por teléfono a su hermana  Anita en  Caracas y le cuenta que esa noche es el estreno.  Y Anita le dice:  

-Pero cómo ¿no es que ustedes viajan hoy a Caracas? ¿que llegan mañana en la mañana temprano?


Carlos le dice que no, que esa noche es el estreno. Y Anita:

        - No puede ser. Porque fulana y fulano y sultano - los cinco ex del Nuevo Grupo- han sacado pasaje por  Air France y están llegando mañana.

        - ¡¿Cómo?!   contestó Carlos- ¡No puede ser!

        - Sí, su regreso ya está pautado - le contestó Anita.


Entonces Carlos antes del ensayo se sube al escenario, nosotros estábamos todos sentados en la platea, y dijo:

        -A partir de este momento quedan exonerados de Rajatabla, fulano, sultana, mengano, perengano y blabla. Y no cobraran absolutamente nada por traición.

 O sea, los 5 ex del Nuevo Grupo, que esperaban cobrar un dinero importante que habíamos ganado durante la gira y que Carlos iba a pagarnos esa noche, para irse. Los tipos se quedaron boca abierta, no dijeron absolutamente nada y se fueron.

Y Carlos  nos dijo: 

        -¿Están ustedes dispuestos a quedarse hasta que las velas no ardan, si es posible hasta mañana, para ensayar y reemplazar a esa gente?

Y por supuesto todos dijimos que sí y al día siguiente tuvimos un estreno magnífico.

 


EL PRINCIPIO DEL FIN





“Y la dirección de Carlos Giménez hace que la complicada trama sea admirablemente clara medida que la historia se mueve dentro y fuera de los recuerdos de  los diferentes personajes.” 

The  New York Times

 



Te voy a contar otra vivencia muy importante sobre la manera de compartir que tuvimos Carlos y yo. En el año 1989 yo me vine a vivir Ciudad Guayana para compartir con Juan Pagés en La Barraca y le dije a Carlos que yo seguía siendo Rajatabla, que iba a representar al grupo en esta ciudad.

Al año siguiente voy a Caracas y, como Rajatabla tenía un convenio con el Hotel Caracas Hilton, yo siempre me quedaba ahí.  Pero esa vez Carlos me dijo:

         -¿Qué prefieres tú? ¿Ir a parar al Hilton y yo me quedo acá en el departamento o tú prefieres quedarte acá y  yo me voy al Hilton?


Yo preferí quedarme en el departamento de Carlos y dormir en su dormitorio, cómodamente, y sentir que estaba durmiendo en la cama de mi papá, porque como ya te dije, Carlos para mí era como un padre. Para mí eso era un honor

Siempre que yo iba nosotros teníamos la costumbre de almorzar o cenar en el Hilton. Pero esa vez no fue así. Él iba todos los días a comer al  departamento, donde tenía una señora como empleada de servicio, un asistente y una gata bellísima, muy bien cuidada.

Una mañana suena el teléfono que estaba al lado de la cama de Carlos. Atiendo y digo:

        - Aló, buenos días.

        -Buenos días. ¿Está Carlos?

        -No, él no se encuentra ¿de parte de quién?

        -De Carlos Andrés. Ah, bueno, dígale entonces que se comunique urgente conmigo.

 

Y colgó. Llamo a  Carlos y le doy el recado. Y me dice:

        -Ah, es el presidente de la República. Yo soy su asesor de cultura. Bueno, que me         espere.


Yo no sabía que era el presidente de la república. Al día siguiente en la mañana vuelve a sonar el teléfono.

        -Aló, buenos días. ¿Quién habla por favor?

        -Carlos Andrés Pérez. Dígale urgente que se comunique conmigo.

 

Y cortó. Ni siquiera me dio chance  para decirle que ya se lo había comunicado.

 En ese momento yo no sabía que Carlos tenía sida. No lo sabía.

En ese lapso vino la Comedia Cordobesa de Argentina, invitada por Carlos, y Carlos hizo una reunión bellísima para ellos en su  departamento en Parque Central.  E invitó también a gente de teatro de Venezuela, como Elba Escobar. Y a los de la Comedia se les salió el ego argentino y empezaron a echarse flores sin reconocer nunca todo lo que  Carlos  había apoyado a la Comedia,  todo lo que él había aportado para darle movimiento,  para  traerlos a Venezuela, llevarlos a Estados Unidos y México,  darles proyección internacional; tienen una magnífica crítica en The NewYork Times gracias a Carlos, cuando dirigió a la Comedia y logró que Joseph Papp,  el zar del teatro de  Broadway, los invitara a actuar en Nueva York.

Entonces en un momento Carlos  interrumpió la charla y los echó a todos.


- ¡Se me van todos, desagradecidos! ¡Jamás van a valorar a nadie! ¡Se van de acá! ¡Se van de mi vida! ¡No los quiero ver más!



 Y también me echó a mí, echó al asistente, echó a la empleada de servicio, a todo el mundo.

Pero yo estaba  viviendo ahí y me puse a llorar. Entonces se me acerca la empleada y me dice: 


        -Es que él no se siente bien. No, no, tranquila, que tú no te vas a ir ni tampoco tú - le dice al asistente que estaba noqueado por el hecho de que Carlos lo había echado también, por poco no echó a la gata.


Pero la empleada no me dice que Carlos tiene sida. Pero yo había notado  que el sistema de alimentación de Carlos había cambiado totalmente. Nada de condimentos fuertes, todo muy al natural, o sea, poca azúcar, casi nada. Bueno, un sistema de comida muy extraño para mí, pero yo nunca le pregunté por qué. Y posteriormente me enteré que tenía sida.

Bueno, te conté esta  anécdota para decirte  qué poco valoramos los latinoamericanos a quien nos ayuda, a quienes nos han dado una mano fuerte, a quienes nos han abierto la puerta para poder uno proyectarse. Y a Carlos, que ayudó tanto a tanta gente, a tantos grupos, nunca le agradecieron  nada. La soberbia, la envidia, los celos, las traiciones, eso fue lo que recibió Carlos mayormente en su vida. 

Y para mí, esa noche fue el comienzo del fin de Carlos.

 

CARLOS POR ENCIMA DEL BIEN Y DEL MAL

Carlos estuvo siempre por encima del bien y del mal. Este bien y mal condicionados a la educación, instrucción psico-cultural-religiosa, entre otras cosas, para poder enfrentar las circunstancias en el mundo entero con la dignidad que le ameritaba como extraordinario artista en el mundo del teatro, como extraordinario director puestista, Con la inducción psicológica, intelectual de cómo componer los personajes, fue un gran puestista a nivel mundial.

Por eso la proyección de Carlos al día de hoy dentro de la historia del teatro universal tiene un peso increíble.

Es inevitable que Carlos va a trascender a nivel de la historia del teatro universal en este siglo veintiuno  mucho más, mucho más. Y se van a aprender muchísimas cosas de él.


©Mariel Jaime Maza

Puerto Ordaz, enero-febrero de 2023

 

Nota:  Recordando a Carlos Giménez por sus 30 años de su partida al infinito divino. Mis textos aquí han sido muy bien redactados por una trascendente personalidad latinoamericana: Viviana Marcela Iriart, enero 2023

Recibí este material desde Argentina. Súper agradecida por tan excelente redacción, casi con estilo versión libre, de vuestra excelsa calidad analítica e intelectual, respetabilísima Viviana. Siempre incondicional desde mi ser a nuestro grande gran, Carlos Giménez. Él, desde el más allá, envió su energía para que nos permitiéramos compartir tú, Viviana, mi persona y Carlos, irrefutable, mágica como mística, gloriosa y honorable vivencia inolvidable como todo lo realizado por Carlos, nuestro Carlos Giménez, más allá de esta vida. Siempre. Por siempre y para siempre. Carlos, lenfant terrible.

Desde Puerto Ordaz, ciudad Guayana, estado Bolívar, Venezuela. Mi valoración, respeto y alta estima, con reiterado agradecimiento para ti, Viviana, de esta ermitaña artista Mariel Jaime Maza.

 



Mariel Jaime Maza: actriz, directora teatral, pedagoga argentina-venezolana.  Fue fundadora de la Comedia Cordobesa en Argentina, parte del grupo El Juglar de Carlos Giménez y junto con él cofundadora del grupo Rajatabla en Caracas. Desde hace varias décadas vive en Puerto Ordaz, donde se unió al grupo La Barraca de Juan Pagés. Ha actuado en numerosos países y recibido numerosos premios.






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