"Teresa Selma" por Carlos Giménez, 23 de febrero de 1991 / fragmento de la biografía "Carlos Giménez el genio irreverente" (2023) de Viviana Marcela Iriart













Querida Teresa:

Cuando salga publicada esta columna habrás levantado nuevamente telón para sumar, no lo dudo, otro acierto a tu intensa trayectoria de actriz. Quiero, aprovechando la feliz ocasión, escribirte estas líneas, más que como un reconocimiento de admiración, como una muestra de afecto profundo, por lo mucho y grande que has dado el teatro venezolano. Más allá de tus logros como intérprete en el teatro, el cine o la TV, que son muchos y en constante plano ascendente, lo deslumbrante de tu trabajo es la pasión que sientes por el mismo. Pasión que te ha permitido crear una ética, que deja huella entre los que tienen el privilegio de conocerte en el escenario o en el aula.

Como actriz o maestra (¡qué lindo título!) dejas siempre bien en claro tu posición: no aceptas disociar la condición humana de la artística. La tuya es una cruzada, pero no contra nadie, sino a favor de una idea que busca espacios nuevos. Ejercer la profesión con dignidad y alegría.

Recuerdo, con un poco de nostalgia, cuando te conocimos triunfando en el Teatro Reforma de México.  Protagonizabas “El cepillo de dientes”, de Jorge Diaz, y el público y la crítica te premiaban por igual. Nosotros presentábamos Tu país está feliz y Venezuela Tuya, en lo que era la primera gira latinoamericana del grupo.

Frente a la hostilidad de la censura mexicana te cuadraste con Rajatabla y decidiste, por muchas cosas más que forman parte de tu amplia y generosa forma de entender la vida, regresar a Venezuela. Te siento desde entonces presente, dentro y fuera de la escena. La vitalidad de tu Tatula valleinclanesca, la serenidad de la madre de Federico, o aquella extraordinaria gama de recursos con los que jugaste en la Señora Yang, de La honesta persona de Shechuán, son parte del esplendor de vida que enamora a tus alumnos y llena de  respeto a tus colegas.

Sube de nuevo el telón para ti junto a una pionera del teatro: Lily Álvarez Sierra. La cita es emocionante. Reafirmar que el teatro está vivo en las ideas que tú y yo compartimos desde el primer día de nuestra amistad; es aliento  nuevo  en estos días de confusión. Tu optimismo nunca ha sido complaciente. Eres implacable con el servilismo. Ello te permite ser solidaria con lo esencial, con lo que no tiene precio, con lo que no recibe recompensa.

Rajatabla y yo te debemos un gran personaje en una gran obra. Pero te debemos algo mucho más permanente: la fiesta de tu ejemplo como artista, la inmensa felicidad de contar con tu amistad.

©Carlos Giménez

El Periódico del Teatro, Caracas, 23 de febrero de 1991

 Fuente: Teresa Selma


 

 








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