José Simón Escalona, izquierda, al frente Carlos Giménez, al lado Juan Pagés y de espalda Rodolfo Molina, en la Extensión Universitaria de la ULA, Tovar, Mérida. Fuente: Rodolfo Molina |
Conocí a Carlos Giménez en un afortunado día de 1975 en la población de Petare en donde yo hacía teatro. Un poco antes de establecer contacto con él, venía trabajando con nosotros el maestro Cesar Rengifo dictando un curso al grupo La Otra Banda que yo dirigía.
Para aquel tiempo, Carlos se apersonó al lugar de nuestro trabajo invitado por Mariela Romero para presenciar los ensayos de la obra: Tiránicus de Rodolfo Santana. El lugar no era nada cómodo por lo reducido del espacio y era iluminado, por aquella noche, con un simple bombillo casero. Mariela y Carlos se sentaron en el piso a observar el trabajo.
Al finalizar el ensayo a Carlos le interesó tanto la propuesta que nos invitó de inmediato al Festival Internacional de Teatro de Caracas que él dirigía. Dentro de esa enorme dimensión totalizadora de la actividad artística que él poseía estableció, en el marco del festival, programas de extensión a varias regiones del país entre ellas Boconó, en el Edo. Trujillo. A nosotros nos tocó, por suerte, ir a ese bello lugar con el espectáculo antes referido.
De esa manera, se abrieron los caminos de nuestra relación de amistad y nuestro trabajo artístico. Más tarde, viajé a México al Festival de Teatro Popular Latinoamericano y Chicano y al regresar me fui a Mérida, a la población de Tovar, a dar un taller de teatro y fundé con él el Teatro Móvil Campesino (La otra banda) en 1977. Al año siguiente, viajamos con el grupo a Portugal al Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica en Porto Portugal con las obras Tiránicus de Rodolfo Santana y La Orgía de Enrique Buenaventura.
Al regresar decidí radicarme en Tovar. Sin embargo, Carlos Giménez mantuvo la conexión con nuestro trabajo al punto que, un buen día decidimos llevar adelante la creación de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes en Tovar. En este acto estuvieron un significativo grupo de directores entre ellos: Juan Pagés, José Simón Escalona, Lientur Carranza, Ciro Medina, Félix Salazar, Juan Carlos de Petre, Jacinto Cruz, Winston Rosales, Rómulo Rivas y otros tantos creadores solidarios que no pudieron llegar a tiempo y por supuesto, mi persona y Carlos Giménez.
Carlos Giménez, a la izquierda, en Mérida, Venezuela, 1978, en un encuentro de teatro. Fuente: El Theatrón Centro Dramático |
A continuación Carlos organiza en Caracas la Primera Muestra Nacional de la Asamblea Venezolana de Teatros Independientes, en el mes de junio de 1978, en la Sala Rajatabla. Nosotros, antes de partir hacia Caracas, le dije a Carlos que en el pueblo había un movimiento notable de brillantes pintores, ceramistas y escultores y que sería importante aprovechar esa visita a la capital y realizar con ellos una exposición colectiva. No lo dudó por un instante, se hicieron los preparativos y viajamos con un verdadero cargamento de cultura. Se abrieron pues, las exposiciones en las instalaciones del Ateneo de Caracas, CELCIT en San Bernardino y sede del Rajatabla.
Por esta osadía, me costó luego perder mi cargo del CONAC como instructor de teatro. Dado que, la Coordinación de las actividades del Conac en el pueblo no vio con agrado la iniciativa, decidió destituirme del cargo.
Carlos inmediatamente, preparó un desagravio en la sala Rajatabla con la obra: La orgía y convoco a profesores, directores y actores de la ciudad de Caracas. Esto, desde luego, sacudió al organismo estatal por la alta repercusión que tuvo en los medios de comunicación social. Al siguiente día, el Dr. José Luis Alvarenga, Presidente de entonces del Conac, solicito mi presencia en su despacho y por supuesto, fuimos acompañados por Carlos Giménez y otros directores. De esa reunión salimos con un resultado positivo, el grupo sería financiado de inmediato y de manera permanente.
Con el tiempo, Carlos nos visitaba con mucha frecuencia. Más tarde llevó el grupo Rajatabla con la obra: El Candidato dándole impulso a las programaciones que adelantábamos en el pueblo. Así con su ayuda, llegaron grupos y artistas de relevancia nacional e internacional tales como: Bread & Pupper Theater (EEUU) y un grupo español Catalán con la obra: “La guerra ez” y de allí, siguió el desarrollo constante de presentación de grupos de distintos cortes artísticos.
De nuevo Carlos nos invita a Caracas ahora con la obra: Los papeles del infierno de Enrique Buenaventura, fue un verdadero acontecimiento que emparejó invitándonos a participar con su grupo a un programa titulado: Toma de los Barrios en Caricuao y el Valle. Estuvimos encantados y fuimos con nuestra obra a Caricuao en donde él presento la obra: El Señor Presidente.
Este era Carlos, un verdadero monstruo de la creación y el trabajo. Infatigable, un gerente cultural de dimensiones avasallantes. Quien se relacionaba con él le contagiaba esa fuerza, ese vigor creador. Fue generoso, combativo como el mejor, exigente al máximo pero al mismo tiempo amable, humilde y muy humano. Después de todo este impulso Carlos se nos va, dejando un enorme vacío para el teatro venezolano. Muy triste, muy triste. Cuando se va un hombre de este temple duele profundamente. Se cortó así, la enorme “racha” que se gestaba en el movimiento teatral nacional, sí nacional, no local, sólo en Caracas. No, porque con los teatros independientes en desarrollo crecería el futuro firme del teatro venezolano. Para confirmar esto que digo, así creció, a despecho nuestro, el teatro en Colombia de modo significativo. Su Festival, el Iberoamericano de Bogotá, es el sello indeleble de la grandeza del teatro colombiano y todo esto fue, de la mano inspiradora de este gran creador y teatrista que fue CARLOS GIMENEZ.
Mérida, septiembre 2018
Rodolfo Molina y su hija Roddy. Fuente: Rodolfo Molina |
Director de teatro. Director de El Theatron Centro Dramático
Contacto: El Theatron Centro Dramático
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