POSDATA: TE EXTRAÑO AMIGO QUERIDO / Lito Mateu, Córdoba, 26 de marzo de 2010


En Italia. Foto: Pier Silvio Ongaro.





He escuchado y leído muchos comentarios referentes al “poder político” que tenía Carlos Giménez en Venezuela y siempre hice caso omiso para no dar una opinión subjetiva, y digo “subjetiva” porque soy un sujeto con capacidad de opinión y el afecto me puede hacer equivocar.

Creo que Carlos era un hombre político, polémico, transgresor que logró aunar y crear muchos espacios de trabajo artístico que él mismo coordinaba y por ende  respondían incondicionalmente a ese mando. Creo que tuvo la suficiente inteligencia y sabiduría para golpear y abrir la puerta adecuada que le facilitó el acceso a presupuestos que le permitieron dar rienda suelta a sus aspiraciones artísticas y estéticas sin renunciar a su lucha y denuncia del poder espurio.

Nada lo detenía. Nada.

He llegado a ver en sus exequias a sus supuestos detractores llorando. Ya no tendrían la oposición que les daba fuerza, que los obligaba a competir, a elevar sus aspiraciones artísticas, y parafraseando a ese gran estadista argentino que fue don Ricardo Balbín, quién ante el féretro de Juan Domingo Perón, su eterno contrincante político, dijo entre lágrimas una de las frases más profundas de nuestra historia más reciente: “Este viejo adversario despide a un amigo”. Carlos Giménez fue ese amigo del teatro venezolano que logró vencer las fronteras geográficas para demostrar que no existen los límites culturales, salvo los que uno mismo se pone, que nunca se quedó en la mitad de nada –en el lugar de los mediocres- sino que arremetió con toda su potencia intelectual y creatividad dejando de lado su zona de confort para lograr sus objetivos artísticos.






No voy a detenerme en una descripción del Carlos Giménez creador, artista, ser humano, porque de eso se ocuparon los más destacados periodistas y escritores que lo conocieron tanto o más que yo, pero no viví instancias políticas venezolanas y considero que no tengo derecho a opinar sobre un tema que no conozco en profundidad. Si sé que Carlos, con ese poder que le adjudicaban, pudo brindar más y mejores espectáculos y oportunidades a todos los artistas de aquel país, y no solo en la capital sino a lo largo de toda su geografía, algo que ni aún hoy en esta Argentina, tan culturosa, hemos logrado: que los recursos y posibilidades no se diluyan antes de llegar al interior.

Lo único que puedo asegurar es que en ese Rajatabla, en el Taller Nacional deTeatro y en el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela se respiraba arte, trabajo, esfuerzo, entrega, mística, compromiso; que Carlos, Pepe, Paco Alfaro, Daniel López y Aníbal Grunn eran una máquina de generar creaciones artísticas y contagiaban a los elencos de esa energía de ese movimiento constante donde lo más importante eran el teatro y el público.

Carlos se fue, como tantos otros compañeros inolvidables de Rajatabla, pero en mi memoria quedará por siempre el recuerdo de lo vivido con ellos, de lo aprendido con Carlos, mi afecto y mi agradecimiento, la confianza, los desafíos enfrentados que me hicieron recapacitar sobre mis posibilidades como artista, mi templanza ante la adversidad y entender las inexplicables razones por las que elegí esta bendita profesión-manía de ser actor.

Solo una cosa más: Carlos se llevó consigo una invitación de otro genio del teatro: Giorgio Strehler, quién lo había convocado para realizar una puesta en el Piccolo Teatro de Milán, y algo más preciado, un sueño que solo conocíamos sus más allegados: llevar a escena  “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez.

¿Quién sabe, verdad? Para él nada fue imposible, salvo vencer su destino.  


Córdoba,2 4 de marzo de 2020




  

ÁNGEL LITO FERNÁNDEZ MATEU

Actor cordobés. Perteneció al elenco oficial de la Comedia Cordobesa y fue integrante del grupo El Juglar de Carlos Giménez. Ha transitado todos los géneros artísticos, desde el circo (donde nació), el radioteatro, el teatro, el café-concert, el music-hall, la televisión y el cine. Con la obra El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez y dirigida por Carlos Giménez, recorrió los principales teatros de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Ha recibido numerosos premios en Argentina y Venezuela.












Izquierda: Roberto Stopello, Carlos Giménez, Lito Mateu y Jorge Arán,
en Nueva York