SOY PROMOTORA CULTURAL por RODOLFO IZAGUIRRE, Caracas, octubre 2023 / del libro "María Teresa Castillo-Carlos Giménez-FITC 1973-1992" (2023)

 


©Rolando Peña-Karla Gómez

 



Fue lo que le escuché decir a María Teresa Castillo hace algunos años en una de sus apariciones públicas y quedé petrificado porque hasta ese preciso momento yo mismo no sabía para qué servía ni qué estaba haciendo en el país venezolano que me vio nacer en 1931. Gracias a ella descubrí que era un promotor cultural, es decir, un venezolano amparado bajo el alero de cierta arrogancia intelectual, que se empeñaba en ser escritor y en lograr que sus a veces ingratos compatriotas vieran buen cine en las proyecciones de la Cinemateca Nacional que me tocó dirigir durante varios años.

Pero María Teresa Castillo fue algo más que una promotor cultural: fue ella misma la cultura, hizo del Ateneo de Caracas la fortaleza del pensamiento y de la vida del arte, se convirtió ella misma en el adorable ser que exploró con alegre desparpajo pero con extremado rigor y cautela los difíciles caminos culturales que levantaban los telones teatrales, permitían que los instrumentos musicales  levantaran sus voces y los artistas recorrieran en plena libertad los pasillos y salones del Ateneo y junto a los grandes nombres que visitaron el país: intelectuales, escritores, poetas, artistas plásticos de alto prestigio también subieron las gradas y entraron en Macondo, la portentosa casa que compartió con Miguel Otero Silva porque fue mujer de acerado espíritu democrático, de mente abierta y desafiante, de las que en lugar de cerrar puertas tienden a  abrirlas para que entren aires renovadores. Ella y Carlos Giménez lograron personificar uno de los más gloriosos acontecimientos culturales del país: el Festival Internacional de Teatro de Caracas. Mi hijo Boris siendo un niño pre-adolescente se asomó siempre en los sucesivos Festivales y yo tuve el privilegio de acercarme a María Teresa, conocerla, ser su amigo y convertirme en lo que realmente sigo siendo: ¡un promotor cultural! 

  


 

 

RODOLFO IZAGUIRRE

Ensayista y crítico cinematográfico venezolano.  Estudió derecho en La Sorbona de París, al estar cerrada la Universidad Central de Venezuela por el dictador Marcos Pérez Jiménez. Gracias a la proximidad de su residencia en París a la Cinemateca Francesa, abandona  la carrera de derecho para dedicarse al cine.  

Después de participar activamente en la creación de agrupaciones literarias de izquierda, como Sardio y El Techo de la Ballena (1961),​ entre 1968 y 1988 se centró en la dirección de la Cinemateca Nacional de Venezuela, fundada por Margot Benacerraf en 1966. Gracias a su labor, convirtió a la institución en el foco de un proceso de formación de futuros cineastas y espectadores. Colaboró durante treinta años en  Radio Nacional de Venezuela con el microprograma de difusión cinematográfica El cine, mitología de lo cotidiano. Actualmente es columnista dominical del diario El Nacional.

Desde el año 1995 hasta 2016 colabora como conferencista del Festival Atempo de Caracas.

Obras publicadas:

El cine venezolano (1966);  Historia sentimental del cine americano (1968); Cine venezolano: largometrajes (1983); Acechos de la imaginación (1993); El cine: La belleza de lo imposible (1995). Ficción:  Alacranes (1966); En el tiempo de mi propia vida (2018); Lo que queda en el aire (2023)

 

 

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