Sí,
sí, sí un bolígrafo negro PAPER MATE, tenía, tengo, tendré en mi bolsillo
izquierdo, en mi pecho, una camisa de kaki ¡SI! Pero no tengo tiempos de
conjugación. El daguerrotipo de mi memoria, flashes, golpea, estalla, crepita.
Máquina de la muerte, Kantor presente, mi maestro. ¿Y TÚ, qué fuiste hacer a
Polonia? Todavía preguntan. Zeus, esta madrugada a fuerza de su ira truenos,
rayos centellas. Una batalla de múltiples timbales sobre este valle de apáticos
que habito: Coyoacán, Ciudad de México. El istmo de cristales casa como nido
para mis pinceles y mi lecho crepitan. Yo que pinto pájaros, quizás los
perdidos de Piazzolla, más bien, los de mi origen: Venezuela, también perdida.
No es Jung, ni los sueños: Viviana Marcela Iriart, otra vez, una fotografía,
Rajatabla, ese día con Gabriel García Márquez después de revisar uno a uno los
capítulos de su “Coronel no tiene quien le escriba”, asombrado de la osadía de
un tal Carlos Giménez: argentino, venezolano por decreto henchido, cordobés por
su altivez.
Soy cueva, rollos del Mar Muerto, un evangelio apócrifo aledaño a Jerusalén. No sé, me arropo, los miedos de mi infancia regresan y ya son 63. La imagen clarísima al compás de los timbales. Rajatabla lo hizo otra vez, José, llovía sobre el escenario del Teatro de la Ópera de Maracay, lloraba lontana la voz de mi hermano Francisco José, mi escenógrafo del alma. Llovía la desolación más fuerte que nunca y PepeTejera, nuestro Pepe el coronel. ¿Qué vamos a comer, Viejo? ¡Mierda! La profecía aquí, ya. ¿Qué comemos en Venezuela? Mierda y éxodo, esperanzas indigestas. Totalitarismos otra vez, rojos come mierda. Eso.
Y
llovió en los escenarios del mundo; Spoletto y Giancarlo Menotti, de ahí en
adelante. ¿Sobre cuántas latitudes e idiomas la cara de Pepe Tejera escupió la
desesperanza de un texto colofón de prodigios escénicos del argentino precoz y
su Rajatabla, mi Rajatabla, estentóreo llovió?
No
carajo, Marcela, no tengo tiempo, todo se cruza, todo es Aleph. La lengua seca,
la tormenta in crescendo. Voy a otro tiempo: Ateneo de Caracas 2016, Yo
Bernarda Alba, general rojo tirano y mongol, me quiebro, no me sale la
profecía: ¡Yo veía la tormenta venir pero
no creí que estallara tan pronto! ¡Ay , que pedrizco de odio me habéis echado
sobre mi corazón, pero, todavía no soy anciana y tengo ésta casa levantada por
mí padre para que ni las hierbas se enteren de mi desolación!
Regreso
cerca de 1990, no lo sé, ya tengo casi 64. Era otro el teatro, no el Centro
Cultural Universitario de la UNAM. El presidente Carlos Salinas de Gortari por
decreto expandió la gira de Rajatabla durante una semana; en prime time del Canal De Televisión del Politécnico
Nacional de México, el making up del
Coronel; México: ovación de pie. Como siempre con mi carnet consular los
recibía en la pata del avión, dos docenas de rosas rojas bogotanas de tallo
largo en mis manos, el abrazo y dos besos rituales a mi rapsoda Carlos, el
último del teatro del mundo y a sus apóstoles. Un público, periódicos ansiosos
de ver el portento. Se rumora que finalmente el Gabo asistirá a la función. Mi
compadre, comadre, hermano, hermana Pepe Tejera exorbitado, beso su frente. IL
CORRIERE DELLA SERA todavía reverbera: A
los cretinos italianos que creen ser divos de la escena se les aconseja asistan
al CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA de Rajatabla para que vean al portentoso
Vittorio Gassman de Venezuela.
No
tengo tiempos exactos ¿agosto del 90? Paliativo para la ansiedad de Pepe, mi
núbil hermano Héctor Bolívar: Antinoo para un Adriano Emperador con Yourcenar
de la mano. La tormenta ahora arrecia. Estoy metido en un timbal, soy cuero
afinado, baqueta certera que cae. Viviana, vos sos mala, tengo miedo y sin
ángeles de la guarda, mis padres están arriba ¿Viste? Junto a Carlos y los
chicos, yo miro a Buenos Aires desde el nido de un gorrión, afuera tremendo
follón, Zeus anda arrecho como nunca.
Sí
Gabo va asistir con el Primer Presidente de CONACULTA, no recuerdo su nombre,
era adusto como agente funerario. Otro trueno, ya llegó el Gabo. La hiperkinesia de Carlos y Rajatabla era
feroz. Más rabiosa la de mi Pepe Tejera. Mis niños, los de Carlos, en sus
puestos prevenidos. Deambulo con mi PAPER MATE en el pecho por las patas de esa
caja negra de los milagros llamada teatro. Diviso a Eduardo Bolívar y David
Blanco estafeta en mano. Beso la frente de Pepe, le digo ¡Todo va a salir bien! Su corazón bate como estos terribles
timbales, truenos ¡qué mierdas sé sho,
Marcela, Ché, Viridiana Iriart! Enloquezco tratando de apaciguar la
descarga de adrenalina. Mis acentos se mezclan: ni venezolano, ni lunfardo, ni
porteño, ni aragüeño. Deambulo, ojo avizor ante cualquier contingencia.
Gabo
en la sala junto a Carlos. Tercera llamada: PRINCIPIAMOS. La escenografía de Rafael
Reyeros: un terraplén de estiércol y láminas de zinc. Un gran chinchorro donde
Pepe apenas insinuaba su rostro, afuera la jauría expectante. Mi memoria
discurre todos los episodios, rezo, uno a uno la perfección de una relojería
suiza en escena. A lo lejos en penumbra el rostro concentrado del Nóbel
colombiano; el gallo se volvió mierda, las paredes avanzan hasta aniquilar en
el proscenio a Pepe y su mujer ancianísimos, viene, viene el parlamento final.
¿Qué vamos a comer, Viejo? José Jiménez ilumina sólo sus rostros, Pepe enfático
responde la única grosería que se le escuchó proferir al coronel en toda su
vida: MIERDA.
El
público silencio sepulcral, el Gabo espera, las paredes de zinc se recogen,
otra sorpresa del genio de Carlos; la marcha de los fantasmas de las guerras
intestinas eternas de Colombia, el aguacero arrecia en ambos tiempos. Una
bandera sucia tricolor como la mía amarillo, azul y rojo sin estrellas incapaz
de ondear, la música de Federico Ruiz, libro de Las Lamentaciones abierto.
Carlitos Garcia rapado vestido de dama antigua famélica abre su paraguas al
fondo, extiende en puntas su pie izquierdo, una lombriz mexicana asciende en su
tobillo, asqueado marea. Cercano diviso los ojos desorbitados de David Blanco
en la cabina que la loca se va a desmayar. Me sitúo detrás de ella, la dama
asqueada, para impedir el desperfecto
sin ser visto: Flaca pero muy pesada.
¡OVACIÓN
DE PIE, EL GABO NO SE LA CREE!
La
tormenta en tiempo presente también menguó. Pinche Marcela, otra vez insomnio.
Abrazos y felicitaciones. El Nóbel al proscenio tras bambalinas. Pepe presenta
al genio su relamido libro del Coronel. Yo a su lado. Un bolígrafo por favor.
Mi PAPER MATE NEGRO. El creador de Macondo exclama para beneplácito de todos: Cuando Carmen Balcells me dijo que un grupo de Teatro de Caracas
llamado Rajatabla quería los derechos para llevar a escena mi coronel, yo dije
que sí pero, con una apuesta: quería saber en qué momento se les iba a caer el
teatrito. Recorrí hoy mi obra episodio por episodio y mi pulso se aceleraba
ante la perfección escénica. Para colmo, Carlos puso un epílogo a mi obra con
esa marcha desoladora de los fantasmas y la lluvia que arreciaba. No salgo de
mi asombro: ¿Yo, escribí eso? Me trastabilló el alma tanta poesía en un
escenario: ¡OVACIÓN DE PIE PARA CARLOS Y SU RAJATABLA!
Ciudad de
México, Agosto 7, 2021